Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
En
reiteradas oportunidades autoridades del Estado han afirmado que de
construirse, las represas de El Bala y del Chepete afectarían en un porcentaje
mínimo (entre el 0,79% y el 1,9%) a los parques nacionales Pilón Lajas y
Madidi. Este porcentaje, que dicho sea de paso ha sido puesto en duda por
organizaciones especializadas en temas ambientales como el Cedib o la Fundación
Solón, hace referencia únicamente al impacto más evidente de las
hidroeléctricas: la inundación permanente de bosques, humedales, fauna y flora
allí donde se construyen; y convenientemente olvida otras alteraciones
igualmente importantes.
Por ejemplo,
la sedimentación que deviene de las usinas constituye uno de los impactos
ambientales más nocivos. En los ríos cuyo flujo de agua corre libremente, el
oxígeno y los nutrientes naturales están en equilibrio, por tanto, la toxicidad
de los contaminantes se reduce o se elimina. En cambio, las represas disminuyen
esta capacidad natural de los ríos para eliminar toxinas como consecuencia de
la acumulación de vegetales y otro tipo de sedimentos en los embalses. Pues
cuando éstos se descomponen, el agua se contamina, convirtiéndose en una
amenaza para la ecología y la salud humana río abajo.

La extinción
de peces representa otro de los impactos ambientales perniciosos que deviene de
la construcción de las hidroeléctricas, pues los diques impiden el flujo normal
de aquellos que nadan contra corriente para depositar sus huevos. Según un
estudio de la Asociación FaunAgua, se estima que el 80% de los peces amazónicos
bolivianos son migratorios, cuyo ciclo de vida quedaría entonces interrumpido
por los muelles de las usinas de El Bala y del Chepete, poniendo en riesgo el
principal medio de subsistencia de miles de familias indígenas y campesinas que
viven en el norte de La Paz. Por otra parte, la pérdida de fertilidad de la
llanura inundable a orillas del río, fundamental para la agricultura y la
reproducción de los peces, también suele verse afectada por las represas, ya
que una parte importante de los sedimentos y nutrientes que transporta el río
se queda acumulada en los embalses.
El autor es economista,
tiene una especialidad en Cambio Climático y Mecanismos de Desarrollo Limpio
(MDL), periodista de La Razón
y Twitter: @escuelanfp
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