Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Lucía Villa
Hace apenas
un año, 195 estados dieron su visto bueno, por primera vez, a un pacto que les
comprometía a todos en la lucha contra el cambio climático. El Acuerdo de
París, aprobado el 12 de diciembre en la capital francesa, se proyectó al mundo
como un esfuerzo “histórico” que tenía como principal objetivo evitar que la
temperatura del planeta aumente más de dos grados centígrados a finales de este
siglo. Ahora bien, una vez decidido el qué, falta concretar el cómo.
Eso es lo
que se discute estos días en la Cumbre del Clima de la ONU que se celebra en
Marrakech: cuáles van a ser los mecanismos para que los objetivos marcados en
París no queden en agua de borrajas. Es la letra pequeña y menos glamurosa del
documento, pero vital para saber en qué medida la lucha contra el calentamiento
global de la que hizo gala París tendrá un resultado exitoso. Y, por el
momento, no hay demasiadas señales que inviten al optimismo.
Son varias
las amenazas que sobrevuelan el Acuerdo de París. La primera, y que cayó como
un jarro de agua fría sobre los equipos negociadores que discuten en Marruecos,
fue la elección de Donlad Trump como nuevo presidente de EEUU pocos días
después de que comenzara la cumbre el 7 de noviembre. El magnate estadounidense
es un abierto negacionista del cambio climático y entre sus promesas
electorales figura la de retirar su firma del acuerdo y retirar la financiación
para la lucha contra el cambio climático a la que se había comprometido Barak
Obama, 3.000 millones de dólares anuales.
Aunque aún
se desconoce qué decisión tomará finalmente, su llegada a la Casa Blanca ha
despertado el revuelo generalizado en Marrakech. EEUU es el segundo país más
contaminante del mundo (él sólo es responsable de entre un 10% y un 15% del
total de las emisiones de gases de efecto invernadero que se expulsan a la
atmósfera) y sus compromisos de reducción de CO2 (Un 26% en 2020 con respecto a
los niveles de 2005), aunque insuficientes, resultan esenciales en el cómputo
global.
La ministra
francesa de Medio Ambiente, Ségolène Royal, ya advirtió al candidato
republicano de que salirse del acuerdo le llevaría entre tres y cuatro años y
el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha pedido al presidente electo
este martes que entienda la “urgencia” y “gravedad” del cambio climático. No
obstante, Trump no tiene ni siquiera que salirse del acuerdo para entorpecerlo:
como los compromisos de reducción de emisiones no son vinculantes, le basta con
no cumplirlos, sin que eso vaya a suponer sanciones de algún tipo para el país.
Poca ambición
Otro de los
puntos de mayor bloqueo del acuerdo es el que hace referencia a los mecanismos
de revisión de los compromisos. Para cumplir con el objetivo de no aumentar la
temperatura más de dos grados, cada país puso sobre la mesa el año pasado el
porcentaje de reducción de emisiones con el que estaba dispuesto a
comprometerse en 2020. Pero son insuficientes, es decir, que sumando los
compromisos de todos ellos nos toparíamos, aún así, con un escenario de aumento
de la temperatura global de casi tres grados a finales de siglo. Por ello el
Acuerdo de París recoge la obligación de que los países se reúnan cada cinco
años para revisar estos objetivos y hacerlos más ambiciosos. Pero no hay
acuerdo sobre cuál debe ser el año de la primera revisión. En un principio se
consideró que debía ser en 2018, pero “ningún país parece estar dispuesto a
ello”, asegura a Público el eurodiputado de Equo en el Parlamento Europeo
Florent Marcellesi. La siguiente fecha que se contempla es 2023.
Además,
existen divergencias importantes en cuanto a la financiación, es decir quién y
cuánto dinero se debe aportar a la lucha contra el calentamiento global. El
Acuerdo de París contempla un fondo verde para el clima de 100.000 millones de
dólares anuales que se destinarán a acciones de mitigación (80%) y adaptación
(20%) al cambio climático, pero los países más empobrecidos, que son los más
afectados y los que tienen menos responsabilidad, piden mayor porcentaje para
la adaptación. En este sentido, tampoco hay acuerdo sobre si, además del fondo
verde, se aportará más financiación para las pérdidas y daños que ya están
sufriendo los países del sur, y que éstos reclaman.
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