Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Freddy Mamani Laura
No
hay que olvidar que los directores eran vitalicios, y como tales obviamente no
tenían temor a nada, salvo a la muerte, la muerte era quizá lo único que no
podían controlar, todo lo demás estaba en sus manos, así que no había problemas
para el director de la escuela, ya que su mismo cargo estaba asegurado de por
vida.
No
se ha cumplido un siglo, apenas medio siglo y una década desde que en Bolivia
se permite el derecho a la educación a las grandes mayorías. Antes que se
otorgara, como se ha visto en la historia, se leía, se escribía en la
clandestinidad, bajo las sombras de la lúgubre época republicana; aquellos que
se mostraban a la luz de la sociedad criolla-mestiza, básicamente eran
castigados con las penas más duras; era la época del silencio. La sociedad
criolla, había señalado que los denominados indígenas, los indios no
necesitaban aprender a leer ni a escribir, que su destino era el trabajo
físico.
Después
de ese letargo, ignominia al que fue sometido la gran mayoría durante muchos
siglos, se les da una educación, pero ésta no era más que una especie de lavaje
cerebral, un medio para imponer la cultura europea, porque quienes dominaban
tenían precisamente la mirada fija en Europa. La aculturación se ejecutaba a
las nuevas generaciones, quienes salían negados y reproducían en sus hogares
prácticas extranjerizantes.
La
escuela que debía de liberar a las grandes mayorías, era todo lo contrario, era
culturalmente un instrumento de extranjerización. Los actores, los educadores
habían sido los intermediarios entre la mentalidad colonial y las nuevas
generaciones que aprendían de memoria a repetir como loros todo lo que se les
indicaba. Lo cierto es que los mismos profesores y directores ya tenían otra
mentalidad y lo único que hacían era (a través del látigo) introducir
arbitrariamente los programas educativos.
La
personalidad de la mayoría de los directores de ese sistema educativo, era
símil a un capataz de una hacienda, que controlaba estrictamente el
funcionamiento y ejecución de los programas educativos que, como indiqué, eran
extranjerizantes, orientadas a encaminar al modelo europeo de sociedad. Hacían
cumplir al pie de la letra todo lo que se les instruía. El látigo esta vez eran
las leyes, las normativas educativas. Estos directores solamente hacían
cumplir. Su función no se diferenciaba del capataz de la hacienda, los
profesores cual pongos, sufrían toda especie de atropellos injustos. Se había
creado con más sutileza las nuevas haciendas. Los nuevos capataces tenían la
mirada fija en los maestros, se aplicaba muy bien la lógica de vigilar y
castigar. El autoritarismo, esa característica común de los gobiernos
latinoamericanos, se evidenciaba en las escuelas de la reforma educativa
dictada por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). El presidente
autoritario se reflejaba en el director de la escuela.
No
hay que olvidar que los directores eran vitalicios, y como tales obviamente no
tenían temor a nada, salvo a la muerte; la muerte era quizá lo único que no
podían controlar, todo lo demás estaba en sus manos, así que no había problemas
para el director de la escuela, ya que su mismo cargo estaba asegurado de por
vida.
Los
efectos que produjeron esta tipología de directores en el medio social, en los
actores directos e indirectos de la escuela, fueron negativos. Las generaciones
que se educaron bajo este modelo educativo, han sido víctimas de la
aculturación, han perdido su idioma nativo, se les ha impuesto otro idioma,
otra estructura de lenguaje por tanto otra forma de pensar que daban forma a la
personalidad y a los comportamientos. Era el fin de la cultura originaria. Se
había paralizado y postergado nuevamente las potencialidades de la nación, del
ser nacional. El proyecto de Tamayo en su Creación de la pedagogía nacional
había sido desechado y arrojado al bote de basura. Se iba a la muerte del indio
y lo indio, de esa cultura rica en tradiciones, en conocimientos, en formas
organizacionales, sean sociales y económicas, se había desecho incluso el
modelo educativo de la escuela-ayllu, asimismo, el mismo carácter autoritario
del director de la escuela, era vertical y no tomaba en cuenta las sugerencias
de la sociedad, de los profesores, ni mucho menos de los estudiantes. Aquí se
imponía y punto.
Si
existía un problema pedagógico, no se escuchaba a la contraparte, sólo se
imponía, de modo que no se resolvía problemas en la escuela. Este fenómeno, por
supuesto, causó el retraso de nuestro país, pues, la educación autoritaria,
provocaba la falta de creatividad en sus estudiantes consecuentemente en sus
futuros profesionales, donde el país carecía de hombres célebres, científicos,
escritores, etc.
¿Y
cómo es el director hoy?
Hoy
podemos percatarnos de algunas secuelas de esa generación autoritaria en las
escuelas. Esta lógica es la reproducción de la interacción del anterior modelo
educativo, basada en principios de aculturación y autoritarismo, pero sobre
todo basada en la lógica colonial, donde se desecha lo propio y se adopta lo
ajeno.
El
director prototipo de esta nueva época, debe ser todo lo contrario al capataz
de la educación tradicional y a la reforma educativa, ya que interactúa bajo
otro modelo educativo, que tiene como base fundamental la descolonización.
Entiéndase aquí por este término la liberación de la cultura que ha sido
limitada por el Estado republicano colonial. Si la esencia de la
descolonización es la libertad de la cultura sometida a la opresión, la escuela
debe ser la fuente de la liberación, donde la comunidad educativa aliente a sus
estudiantes a la creatividad, al pensamiento crítico; de no ser así pues sería
repetir sin cuestionar el conocimiento, la misma interacción se mecanizaría y
no se promovería a los cambios que el pueblo boliviano está esperando.
Los
nuevos directores de las unidades educativas, tienen que ser los promotores del
cambio pedagógico que promueva la libertad, la creatividad de los estudiantes
para transformar a partir de lo micro a lo macro social. El rol principal del
director con este nuevo modelo debe ser de acompañamiento para resolver los
problemas de aprendizaje que se suscitan en el aula, estas además solucionadas
a partir del diálogo y el consenso entre director, maestro y estudiantes.
La
misma naturaleza de la verticalidad descansa en la anulación de los otros
actores, y cuando sucede este fenómeno en la educación, básicamente, se tiene
como resultado lo que se ha visto con el anterior sistema educativo:
postergación y regresión. Ahí la educación no se transforma sino se estanca.
Sin embrago, para que se de esto, la educación actual debe desburocratizarse;
aquí ya no deben mandar los burócratas, los papeles, pues qué productividad
tienen esos documentos para la transformación de la sociedad a partir de la
escuela, si solamente irán a descansar en sótanos oscuros. Los famosos informes
que quitan el tiempo deben ser sustituidos por los resultados productivos y
creativos de los estudiantes, si queremos saber si se ejecuta una actividad
pedagógica no lo sabremos por el papel plagado de letras estériles sino por el
estudiante. El estudiante es el verdadero informe. Los nuevos directores tienen
que asumir esa responsabilidad con la sociedad, transformar y ejecutar la
revolución cultural. Sólo así podemos transformar Bolivia.
Freddy
Laura Mamani es Secretario Ejecutivo de la Confederación Nacional de Maestros
de Educación Rural de Bolivia (CONMERB).
Síguenos en Facebook: Escuela Nacional de Formacion Politica
y Twitter: @escuelanfp
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