Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Claudia Peña
¿Desde
cuándo un delito deja de serlo si a la gente no le molesta que se cometa? No,
un delito es un delito aunque la gente le ponga millones de likes al ‘inocente’
que lo comete. Pero parece que no todos lo tienen tan claro.
Claudio
Alcorta, gerente de Tango Publicidad, encargado del facebook de la pizzería
D15, cargado de racismo y sexismo, dice: “No vemos la necesidad de cambiar
nuestra estrategia porque nuestro público lo acepta. El 80% son mujeres y son
las que más interactúan y etiquetan a sus amigos”.
¿Acaso
no estamos ante un delito? ¿Acaso no es esta una acción sistemática de
desvalorización de las mujeres, una campaña que, a falta de mejores ideas,
naturaliza y promueve la violencia
sexista?
No hace
falta repetir aquí la agresión y el mal gusto, que según Alcorta es un bien
compartido y festejado en nuestra ciudad; pero sí es útil citar el artículo 7
de la Ley N.º 348 Integral Para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de
Violencia, que define violencia simbólica: “Son los mensajes, valores,
símbolos, íconos, signos e imposiciones sociales, económicas, políticas,
culturales y de creencias religiosas que transmiten, reproducen y consolidan
relaciones de dominación, exclusión, desigualdad y discriminación,
naturalizando la subordinación de las mujeres.”
La
misma ley define la violencia sicológica: “Es el conjunto de acciones
sistemáticas de desvalorización, intimidación y control del comportamiento y
decisiones de las mujeres, que tienen como consecuencia la disminución de su
autoestima, depresión, inestabilidad sicológica, desorientación e incluso el
suicidio”.
¿Acaso
el cumplimiento de la ley depende de la existencia de una sanción específica?
Mil veces no. Por encima de cualquier burocracia, o la falta de ella, la ley
tiene obligación de cumplimiento. La Constitución ya prevé: “Durante el
proceso, en caso de duda sobre la norma aplicable, regirá la más favorable al
imputado o procesado.” (Art. 116)
¿Desde
cuándo un fiscal necesita que le identifiquemos al sujeto víctima del delito,
cuando se trata de una violencia ejercida de manera flagrante, contra todas
nosotras, las mujeres? Pero el fiscal departamental Freddy Larrea dice que no
empieza ningún proceso contra Tango Publicidad y contra la pizzería D15 porque
no hay una víctima.
Si lo
que necesita es eso, señor fiscal, ya puede iniciar un proceso: la cambita
cunumi soy yo. Somos todas.
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