Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
P. Guillermo Siles Paz
La dictadura banzerista hizo 32 disparos
sobre la vagoneta en la que socorría a heridos en La Paz. El 21 de agosto una
bala le atravesó el pecho. Dio su vida por los más pobres de su patria adoptada
El padre Mauricio Lefébvre
Cada 21 de agosto recordamos a Mauricio
Lefébvre, que vivió unos de los episodios más oscuro y sangriento de la
historia boliviana, los cuales fueron protagonizados por el coronel Hugo Banzer
Suárez: el golpe de Estado del 21 de agosto de 1971. Hasta hoy no se ha
logrado, del todo, reparar esa crueldad y violencia. Que si bien es cierto que
la política hizo su pacto, la historia no lo olvida.
Mauricio Lefébvre fue una víctima de ese
día. Ciertamente, al conocer su vida logramos encontrar informes que hoy ya no
son tan confidenciales. Su asesinato fue parte del conocido “Plan Banzer”,
instituido para silenciar a los miembros de la Iglesia que hablaban
abiertamente. También responde a esa cruda realidad que vivió toda
Latinoamérica entre 1964 y 1978, cuando 41 sacerdotes fueron asesinados (seis
como guerrilleros) y 11 “desaparecieron”. Además, unos 485 fueron arrestados,
46 torturados y 253 expulsados de sus países. En Argentina, en 1976, el obispo
Enrique Angelelli murió en un accidente automovilístico que posteriormente se
descubrió que había sido asesinato.
Entonces, ¿quién fue Mauricio Lefebvre?
Mauricio Lefebvre nació en Montreal,
Canadá, el 6 de agosto de 1922. En 1953 recibió una obediencia para ser
misionero en Bolivia, donde fue párroco de Llallagua, en el mismo corazón de
los centros mineros del norte de Potosí y justo después de la Revolución
Nacional.
Como todos, los misioneros oblatos de
María Inmaculada habían sido invitados a trabajar en esta región, para combatir
el comunismo y alcoholismo presentes entre los mineros. Sus primeros encuentros
con los mineros fueron de acercamiento y construcción de una Iglesia con otros
matices, frente a una religión muy costumbrista y, por supuesto, muchas
chicherías.
A pocos meses de su estadía quedó muy
impactado e interpelado por la realidad boliviana, que en ningún momento había
imaginado. Decía a sus amigos en Canadá “que la realidad era para llorar, y ver
el estado en que vive la gente, una realidad de pobreza extrema porque vivían
en cuartos pequeños y comparten un baño común”. De ahí viene su sensibilidad
social, viendo a niños y jóvenes faltos de buena educación; por lo tanto, había
la necesidad de mayor compromiso para mejorar sus condiciones de vida. Él
sentía la necesidad de hacer un cambio urgente.

Una vez que dejó Llallagua se fue
destinado a La Paz y trabajó en la zona obrera de Achachicala. Inmediatamente
encontró sintonía en medio de los obreros de las fábricas. Sintió que los obreros
se acercaban muy poco a la Iglesia, por lo que consagró buena parte de su
trabajo a la formación cristiana de ese gremio laboral. Motivado por el Movimiento para un Mundo
Mejor, se fue a Roma y se formó para dar seguimiento y participar abiertamente
en su promoción, al mismo tiempo se especializó en Sociología.
A su retorno a Bolivia, en 1966, estaba
clara su sensibilidad social. En 1968 ingresó a la Universidad Mayor de San
Andrés (UMSA) y promovió la carrera de Sociología hasta ser cofundador junto a
otros profesionales, en abril de 1970.
Entre los años 67 y 70 impulsó Iglesia y
Sociedad en América Latina (ISAL), que reunía a varios sacerdotes, religiosas y
también representantes de otras iglesias, principalmente de la iglesia
metodista y otros pensadores o personas que no eran de ninguna Iglesia
Católica, pero comprometidas con el cambio social a favor de los más
necesitados en Bolivia.
En esos años hubo hechos muy fuertes: el
primero, la masacre de San Juan; luego, la presencia del Che Guevara, en
Vallegrande, y, posteriormente, sus amigos habían muerto en la llamada
guerrilla de Teoponte. Lefebvre claramente decía: “Ahora, la opinión personal,
debo decir que no tengo una opinión muy definida, yo creo que muchos estamos,
más bien, buscando dónde está la verdad, si es o no cierto que ese medio sea el
único, el último recurso posible”. Muere
acribillado.
Eran las 17.30 del 21 de agosto de 1971
cuando salió de su casa. Dos horas después lo trajeron de vuelta, muerto,
íntegro en su tanto amor a los bolivianos y víctimas de tamaña violencia. Había
ido a ayudar a la gente del pueblo. Era la tarde de violencia y resistencia.
Banzer Suárez tomó el poder a “sangre y fuego”. Bolivia toda se estremeció,
sobre todo por las numerosas víctimas inocentes de ese golpe de Estado.
Atendiendo a un pedido clamoroso de la
Cruz Roja Boliviana, el padre Mauricio fue a socorrer a los heridos que yacían
en la calle. Iba en una camioneta cubierta con la bandera de la Cruz Roja,
acompañada de un médico y de una enfermera.
Se acercó hasta los heridos en medio de
los disparos y una bala mortal le atravesó el pecho. Cayó de su vehículo y quedó
tirado en la calle... Se desangró. Intentaron socorrerle, pero el fuego de los
fusiles y las ametralladoras era constante. Cuando oscureció pudieron retirar
su cuerpo, pero ya sin vida. Tenía 49 años, de los cuales, 19 había pasado en
Bolivia. Se pudo constatar 32 impactos de bala sobre su camioneta. Esto quiere
decir que su heroica muerte no fue un accidente causado por una bala perdida.
El recuerdo imperecedero de Mauricio ha
de quedar vivo para siempre en la historia de Bolivia, su patria de adopción.
Por su vida y por su muerte, por su palabra y su acción, por su pensamiento y
por su testimonio se le ha de recordar siempre como modelo de hombre, de
sacerdote, de sociólogo y de revolucionario.
Está claro que su muerte no fue un simple
accidente ni una pura casualidad ni un destino fatal, fue un martirio. Además,
él vivió consecuente con sus principios y su lógica de servir a los sencillos.
Tal vez Mauricio tuvo la muerte que él mismo deseó. Murió heroicamente porque
supo vivir cada día la heroicidad de darse sin límite en favor de la liberación
de las personas. Murió en un acto de servicio porque su vida fue una entrega
constante hacia los demás. Murió en un
gesto extraordinario de caridad porque la vivía cada día en los pequeños actos
de solidaridad.
Creo que hoy ratificamos nuestro gran
deseo de verle a Mauricio, en los altares de los mártires de la iglesia que
vive a diario su entrega. Él está junto con otros mártires, como Oscar Romero,
Luis Espinal, y Enrique Angelelli. Dieron su vida por servir a los pobres y
entregarse por la transformación social, unos insatisfechos frente a las
injusticias, hambre y pobreza.
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