Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Camilo Katari
“…Creo
que como periodistas estamos obligados a decir la verdad”, declaró el señor
Humberto Vacaflor, que acepta, curiosamente, la posibilidad de retractarse
asumiendo de manera implícita, que no dijo la verdad, entonces: ¿Cómo este
periodista obtuvo un premio? ¿Acaso recibió el premio por la defensa de la
libertad de la mentira?
Cada
época histórica ha tenido, en la prensa, el reflejo de la sociedad y el Estado,
en muchos casos los periodistas han acompañado los procesos revolucionarios y
también los procesos restauradores de los regímenes oligárquicos, en definitiva
la ideología de las personas es parte inseparable de su opinión a la hora de
tomar la pluma.
La
opinión tiene una carga subjetiva, aceptable y legítima desde cualquier punto
de vista. Otra cosa es reflejar los hechos, las noticias, aquí es donde la
subjetividad se diluye y se prioriza la mayor proximidad verídica con el hecho
para ser trasmitida, cuando lo dicho no concuerda con la realidad y no se tiene
pruebas para sostener una afirmación, estamos ante una mentira, que en el caso
de un periodista, es uno de los peores errores que puede cometer.
La
justicia es igual para todos los ciudadanos, especialmente cuando de por medio
se encuentra la integridad de una persona, ahí no sirve el “escudo protector”
de la libertad de prensa porque claramente se ha cometido un delito y hasta
donde sabemos los delitos pertenecen al fuero penal, entonces ¿Por qué un mentiroso debe tener un fuero
especial?
Siendo
que la mentira tienen un agravante que es la acusación de un asesinato, aquí no
sirve la muletilla “lo publicaron en otro lado yo solamente lo repetí”. Ese
grado de inocencia en un profesional de la información, no solamente es
ridícula, sino que es una burla de la inteligencia de las personas.
En los
últimos 5 años, más o menos, la virulencia en las palabras y las mentiras
constantes, están desprestigiando al periodismo boliviano, especialmente en el
género informativo.

Comprendemos
la angustia de estas almas atormentadas por el odio, el desprecio, y que
utilizan todos los resquicios para pretender
alterar la historia, para “restaurar” lo que consideran su forma de
sociedad y Estado. Saben del poder de la palabra y de las operaciones que
pueden construir con ella operaciones que pueden resultar exitosas, pero al
final se desnudan por las mentiras que son su cimiento.
Tiene
que terminar este abuso de escudarse detrás de la palabra “periodista” para
tratar de esquivar la Ley. En los tiempos cuando los periodistas privilegiaban
la honestidad como el valor fundamental de su vida, no se utilizaban escudos,
el periodista honesto asumía su responsabilidad y si la cárcel era el destino
final se aceptaba con la dignidad que da la coherencia de una vida honesta.
La
sociedad se merece, especialmente en estos momentos de crisis mundial de
valores, un periodismo honesto y digno, respetado por todos, no hay lugar para
plumas que destilan veneno.
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