Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Alfredo Serrano Mancilla
Que un gobierno de cambio se
ponga a la defensiva es un hecho político aparentemente contradictorio. Lo que
nace para transformar no debería dedicarse a conservar. Sin embargo, este
dilema exige un gran esfuerzo comprehensivo del momento histórico en Venezuela,
Bolivia y Ecuador para evitar la crítica fácil. Es fundamental problematizar los
porqués y la importancia relativa de esta actitud. He aquí algunas ideas-fuerza
para abrir esta discusión absolutamente necesaria en esta América Latina en
disputa.
1. La reacción
defensiva frente al acoso. Hay que humanizar más el análisis sobre el poder.
Muchas veces se emplea un marco de análisis subjetivo para estudiar
comportamientos políticos individuales y en cambio se evita aplicarlo a
gobiernos y personas que deben tomar decisiones políticas. Luego de un
incesante acorralamiento, con golpes de Estado incluidos, resulta relativamente
comprensible que se reaccione en clave de resistencia psicológica, a la
defensiva, para protegerse de cualquier agresión externa. Esta es una actitud
que debe ser considerada en la nueva ecuación política. Ignorar esta problemática
es partir de una realidad que no existe.
2. Conservar en tiempo
de dificultades. Es casi un instinto animal. Cuando sobreviene una
circunstancia adversa, lo normal es proteger lo que se tiene. No perder nada de
lo conseguido es prioridad ante cualquier momento de aprieto, de emergencia.
Cae el precio del petróleo, hay una contracción económica mundial, el sistema
financiero global sufre serías turbulencias. Este escenario externo asusta a
cualquiera. Y ante tales circunstancias, hay que entender en parte por qué se
actúa con una lógica conservadora. Se abre una nueva etapa seguramente menos
atrayente en la que “mantener lo que se tiene” tendrá su papel protagónico. Hay
que gestionar políticamente esta nueva encrucijada: conservar hoy para cambiar
mañana.
3. El complejo de David.
La idea de David contra Goliat es un gen originario de la identidad política de
estos procesos de cambio que surgieron a contracorriente. Se conformaron en
base a un enemigo histórico gigante, el gran Goliat neoliberal. Sin embargo,
David fue creciendo y creciendo hasta que David se hizo grande. Hace varios
años que ya no resulta tan creíble seguir presentándose como sujeto político
pequeño. Es obligatorio tener en cuenta esta enfermedad, a lo Peter
Pan. No hay que infravalorarla. Por un lado, es útil porque inyecta la
valentía suficiente para seguir luchando; pero por otro lado puede resultar
contraproducente porque de nada sirve eternizar un discurso victimista, estando
a la defensiva.
4. El déficit de
creatividad. Ninguna revolución es una fábrica permanente de ideas nuevas y
motivantes. El reloj político tiene un tic tac menos constante que cualquier
otro reloj. Está lleno de oscilaciones. Nunca hay continuidad lineal en la
creación de propuestas novedosas. El agotamiento ha llegado luego de una
década. El cansancio se percibe en la batalla de ideas, doctrinas, símbolos.
Por un lado, hay quienes tiraron la toalla. Por otro, se siente la extenuación
de los que se quedaron. Más que nunca se requiere retomar el “inventamos o
erramos” de Simón Rodríguez para que no se acabe imponiendo ningún
“copy-paste”, ni del pasado ni de epistemes externas.
En esta era de dificultades, es
habitual acomodarse en el sillón de las críticas. Estas indudablemente son
justas y necesarias. Mas si cabe: indispensables. Sin embargo, para que la
crítica sea útil ha de partir de lo que se es, de lo que se fue. Es precisa
aquella opinión que critique el exceso de “estar a la defensiva” siempre y
cuando complejice el análisis. La crítica sirve como fuente política de
creación si va más allá del simple rechazo. Es primordial entender los motivos
que explican por qué los procesos/gobiernos de cambio se ponen así ante
situaciones adversas. De la adecuada caracterización de este galimatías,
dependerá que la crítica sea útil, o simplemente sirva para satisfacer una
frívola inquietud intelectual. Se debe advertir que en muchos casos estas
críticas no quedan en un limbo neutral, sino que son manipuladas por quiénes
realmente desean que el proceso de cambio termine.
Es verdad que vivimos en
tiempos en los que se consolida una nueva época política, de nuevas
subjetividades y con nuevas formas de comunicación. Sin embargo, esto no
contradice al hecho de que también estamos –gramscianamente hablando- en una
guerra de trincheras, en una guerra de posiciones. En este sentido, la postura
defensiva cuenta en esta disputa. No hay que infravalorarla ni desestimarla. Y
como tal, debe ser usada. Es una condición necesaria aunque no suficiente. El futuro
se gana sin retroceder pero también saltando adelante.
y Twitter: @escuelanfp
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