Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Sergio Martín Carrillo
Entramos
en una nueva fase de disputa geopolítica en la región. La misma se caracteriza
por el cuestionamiento del liderazgo latinoamericano en el fortalecimiento de
la multipolaridad.
La falsa fantasía de la
“unipolaridad perpetua” que nacía en los Estados Unidos tras la caída de la
Unión Soviética, dio paso a la construcción paulatina en el siglo XXI de un
Sistema Internacional caracterizado por la multipolaridad. América Latina se
convirtió en un actor destacado, que no solo apoyó, sino que en muchos casos
lideró la profundización de este proceso.
Evidentemente la participación
o el liderazgo de los países no fue de todos por igual, destacando el rol
jugado por Venezuela y Brasil, aunque también acompañado por países como
Argentina, Ecuador, Bolivia, y en menor medida, países como Uruguay o el
Paraguay de Lugo. Esta nueva orientación de la Política Exterior abría una
salida a la tradicional relación de dependencia de la región en la
Economía-Mundo. Esta Política Exterior, tan diferente a la que había dominado
el subcontinente suramericano durante las décadas precedentes, era reforzada
mediante nuevas alianzas internacionales, políticas económicas
contrahegemónicas, y una nueva forma de entender los procesos de integración
regional.
Fueron estos nuevos procesos de
integración los que con mayor fortaleza cimentaron la nueva correlación de
fuerzas que permitía a la región ir rompiendo, al menos en el discurso y en la
orientación de la Política Exterior, la dependencia exclusiva de los intereses
oligárquicos del exterior. Esto se atisbó como un primer paso, que sin duda era
fundamental, para modificar la tradicional División Internacional del Trabajo
que había subsumido a los países de la región a un lugar periférico de la
Economía-Mundo capitalista.
Junto con los nuevos procesos
de integración, surgían mecanismos de concertación política que permitían
elevar y fortalecer la voz de la región en foros internacionales o en negociaciones
con otros países o bloques regionales. Al mismo tiempo, en el contexto
internacional, aparecieron bloques de carácter contra-hegemónico que se
convertían en una nueva punta de lanza frente a la unipolaridad estadounidense.
Sin duda, es de destacar el papel jugado por los BRICS.
En la región latinoamericana
destaca la aparición de nuevos procesos de integración regional y/o
concertación política: el ALBA-TCP, la UNASUR o la CELAC se constituyen como
los principales exponentes. Todos éstos constituyen lo que venimos denominando
como regionalismo postneoliberal. Además de estos procesos, otros que habían
surgido en la década de los 90` comenzaban también a modificar sus lógicas
constitutivas y a empaparse poco a poco de la nueva oleada del regionalismo en
América Latina. Este sería el caso del Mercosur, que aunque no podemos situarlo
bajo el paraguas del regionalismo postneoliberal, si vemos su recorrido hacia
posiciones contra-hegemónicas.
Parecía que la consolidación de
los Gobiernos progresistas en la región por las sucesivas victorias
electorales, apuntalados por la nueva arquitectura de la integración regional,
podía dotar a los avances políticos, económicos y sociales, de una gruesa
armadura difícil de traspasar por el retorno de políticas neoliberales. Sin
embargo, vemos como en el último año, cuando acabó la racha de victorias
electorales para los gobiernos progresistas (como en las presidenciales
argentinas o las legislativas en Venezuela) o cuando los poderes oligárquicos
desafían y quiebran la voluntad popular (como en Brasil), la vuelta a estas
políticas es más fácil de lo que podíamos atisbar. Este cambio en el signo
político de muchos gobiernos de la región está teniendo indudablemente
repercusiones, tanto en los procesos de integración, como modificaciones en la
correlación de fuerzas en el Sistema Internacional.
Entramos en una nueva fase de
disputa geopolítica en la región. La misma se caracteriza por el
cuestionamiento del liderazgo latinoamericano en el fortalecimiento de la
multipolaridad. Ni mucho menos me refiero a que la multipolaridad esté en
peligro, pero sí que existe cierto reforzamiento de las vinculaciones
Centro-Periferia de la región. La llegada al poder de gobiernos como el de
Macri en Argentina o el de Temer en Brasil, está favoreciendo a que las
potencias del Centro refuercen sus posiciones y algunos países de la región
vuelvan a apostar por el mantra liberal de la apertura comercial como mecanismo
de inserción internacional. Se observa una reorientación de las Políticas Exteriores
de muchos países de la región, la cual se expande hacia los procesos de
integración con el debilitamiento de unos (UNASUR o CELAC) o la reorientación
de otros (MERCOSUR).
Las cartas se han vuelto a
repartir. Y el gran tablero mundial, a diferencia de lo expresado por
Brzezinski, tiene en América Latina a uno de sus principales terrenos de juego.
Mucho de lo que suceda en el Sistema Internacional, dependerá de lo que América
Latina se juega en casa.
Referencias:
Brzezinski, Z., (1998). El gran
tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos
geoestratégicos. Paidós Ibérica. Barcelona.
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