Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Desde el primer momento el gobierno de Evo mostró una preocupante simpatía por los cooperativistas mineros, convencido de que estaba criando inocentes palomas, y ahora parece darse cuenta de que las palomas eran cuervos, y que —como lo advertía el refrán— amenazan con sacarle los ojos…
Todo empezó el 2005 en aquellas jornadas de Sucre, cuando el Congreso tenía que resolver la difícil situación presentada con la renuncia del presidente Carlos Mesa. Fue entonces cuando la movilización social contra la designación de los entonces presidentes del Senado y de Diputados —genuinos representantes del modelo neoliberal en quiebra— se vio saludablemente fortalecida por los cooperativistas mineros y sus dinamitazos. Es comprensible que entonces Evo sintiera que los tales cooperativistas podrían ser interesantes aliados, y cuando asumió la presidencia, sin pensarlo más, empezó nombrando Ministro de Minería a un cooperativista, grave error que tendría como resultado, antes de un año, el luctuoso enfrentamiento de Huanuni.
Inexplicablemente la única consecuencia que sacó nuestro Presidente de esas muertes dolorosas fue cambiar a ese ministro (y no designar más cooperativistas para el cargo), pero sin dejar de consentir a los cooperativistas de manera creciente. La consecuencia es que hoy día las cooperativas mineras se han convertido en un sector muy fuerte y privilegiado, pero además convencido de que sus privilegios pueden aumentar sin límite alguno, ni legal ni económico ni racional. De hecho la actual Ley Minera fue una prueba de ello; aparte de ser una ley anti-nacional y anti-Madre Tierra, que favorecía a las empresas privadas nacionales y transnacionales, a quienes favorecía ilimitadamente era a las cooperativas mineras (que apenas tienen que entregar el 1,5 por ciento de sus ganancias; sin contar con la vista gorda sistemática para el contrabando de sus minerales, de manera especial el oro).
Hoy día los cooperativistas tienen nada menos que 7 asambleístas plurinacionales y se sienten en condiciones de enfrentar al gobierno —a su inocente aliado— hasta el extremo de exigir que sus trabajadores asalariados no se puedan sindicalizar —en contra de todo derecho laboral—, de exigir que se les permita asociarse con empresas transnacionales —de manera que dichas empresas incrementen su negocio entregando sólo el 1,5 por ciento de sus ganancias y no el miserable 7 por ciento que ahora pagan—, de exigir ajustes a la Ley Minera para incrementar sus beneficios, finalmente de exigir que se libere a los cooperativistas que todavía están detenidos como condición para asistir a un diálogo con el gobierno. Hasta ese extremo tienen conciencia de ser un sector intocable privilegiado. Más aún, ahora piden un Ministerio de Cooperativas Mineras —por supuesto con la previsión de ocuparlo ellos—, ¿qué tal?, ¿no les ganan en atrevimiento a los contrabandistas?
A todo esto hay que añadir la convicción con que practican la violencia, aprovechando la reciente autorización gubernamental para el uso de la dinamita. En días pasados la prensa informaba de 66 policías hospitalizados!! Y antes de eso supimos de 35 policías secuestrados ¡que fueron canjeados por 21 mineros detenidos!, como si fuera una guerra entre iguales. Parece un precedente muy peligroso el que está sentando el Gobierno. Y ahí están las demás cooperativas, no mineras, que ahora exigen los mismos beneficios y favores…
Lo esperanzador es que desde el propio Gobierno —que por lo demás ahora no está en condiciones de seguir beneficiando impunemente a este sector— están saliendo declaraciones de las que cabe deducir que nuestras autoridades se están dando cuenta de la cadena de errores cometidos en beneficio de los cooperativistas mineros, empezando por beneficios económico-impositivos y terminando en beneficios político-prebendales, y sin olvidar la absurda autorización para utilizar la dinamita en sus manifestaciones. Ojalá de este reconocimiento nazca un cambio de políticas mineras en general, y en particular se acaben los privilegios de las cooperativas. Ukhamau.
El autor es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba
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