Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Ahora mismo aquí en Potosí los dirigentes del cooperativismo minero andan organizando una nueva movilización contra el gobierno de Evo. Dicen que no les apoya en sus actividades, aunque es bueno aclarar que esas actividades son negocios privados, que desde hace mucho tiempo se han acostumbrado a tener subvenciones estatales. Llegan a afirmar que así como lo encumbraron a Evo, cualquier momento lo pueden tumbar. ¿Y estos son los aliados del proceso de cambio?
El motivo de sus quejas es que en la nueva Ley de Minería se sacaron hace dos años varios artículos que permitían que ellos, los patrones cooperativistas, se asocien con capitalistas internacionales. Si lograban hacer aprobar semejante cosa terminaban convertidos en correas de transmisión de los intereses multinacionales, que ya los han utilizado en varias ocasiones, por ejemplo recordemos lo que sucedió hace cuatro años en la mina Colquiri donde la empresa Sinchi Wayra les entregó a las cooperativas varias áreas productivas a cambio de que les defendiera de las intenciones nacionalizadoras del Estado. Al final igual se nacionalizó pero quedó un problema social entre cooperativistas y asalariados que aún hoy sigue latente.
“Sinchi Wayra” es una voz quechua que significa “viento fuerte”. Así se llamaba la empresa subsidiaria de la multinacional suiza Glencore que hasta mediados de 2012 era la que mandaba en Colquiri.
Los cooperativistas afirman que el gobierno no les otorga recursos económicos para compensar la caída de los precios de los minerales. Cuando les conviene defienden el carácter particular de sus emprendimientos que, según ellos, no les deja prácticamente ningún margen de utilidad por lo que no estarían en condiciones de pagar impuestos como debe pagar la minería. Por ello se han convertido en los más ruines aliados del resto de operadores privados que no quieren que se incrementen los impuestos mineros. En realidad su cercanía con el gobierno es únicamente para eso, para velar sus propios e insaciables intereses, ahí no hay ningún tipo de convicción transformadora y menos revolucionaria.
Pero… será cierto que están en bancarrota? Por supuesto que no y que conste que cuando hablo de los “cooperativistas” me estoy refiriendo a los patrones, a los nuevos burgueses que en los últimos quince años han emergido de entre sus filas, aprovechando la enorme plusvalía generada por los elevados precios que alcanzaron los minerales (antes de la caída). Hablo de esos nuevos burgueses que pueden usar jeans y chamarras de cuero (ya no el tradicional terno y corbata de alta costura): no de la masa laboral que trabaja para los “socios” cooperativistas, que esa masa está conformada por proletarios en condición de precariedad e informalidad laboral. Coincidentemente ahora los patrones se oponen a que en la Ley de Cooperativas se autorice la conformación de sindicatos dentro de las mismas, o sea son la cruda cara del abuso empresarial.
Y ¿qué pasa con esos nuevos patrones de la minería cuando los precios de los minerales bajan en el mercado internacional? En ese momento acuden a tres cosas para mantener sus ganancias: 1) Despidos de trabajadores, de los llamados peones o “segundas manos”, 2) Incrementar los pasivos ambientales, o sea, dañar aún más la naturaleza ampliando sus áreas de explotación minera, 3) Nuevas subvenciones estatales.
Los patrones cooperativistas que cada vez más dominan dentro de sus organizaciones representativas como la FENCOMIN, no son aliados que permitan avanzar o profundizar el proceso de cambio. Esto hay que tenerlo muy presente y el gobierno bien haría en desengañarse de esta dirigencia, dejándole de dar tantas concesiones.
Ahora que anuncian nuevas movilizaciones para después de las fiestas patrias, el gobierno debe darse cuenta de que serán acciones que buscarán únicamente fines patronales que los mostrarán disfrazados de “preservar las fuentes de empleo”, o “evitar cierres masivos de cooperativas”. Pretextos. La verdad es que en los últimos meses han repuntado en algo los precios de los minerales. El gobierno lo que debe hacer es comenzar a ajustar las clavijas a este sector: que paguen impuestos de verdad, que respeten los derechos de sus trabajadores, que cumplan sus obligaciones ambientales.
Lo demás es puro cuento.
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