Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Carlos Soria Galvarro
Hay temas que a
lo largo del tiempo nos acosan sin tregua y terminan
pareciéndose
a nuestra propia sombra. En mi caso uno de ellos, ya se sabe es el de
la guerrilla de 1967, por una serie de razones que con frecuencia reitero.
Pero afortunadamente no es el único tema que me persigue. En mis primeras
incursiones al mercado de libros usados de San Francisco descubrí, a fines
de 1964, Warisata: la escuela ayllu de Elizardo Pérez. Un modesto libro
editado con los recursos del autor y el aporte de los comunarios que protagonizaron
la fulgurante experiencia. Su lectura me dejó una marca indeleble
no solo por su importancia pedagógica y sobre todo política, sino también
por el ejemplo de perseverancia e inquebrantable voluntad para vencer
las trabas hostiles que tenían al frente sus principales animadores, el propio
Elizardo y su compañero de lucha, Avelino Siñani.
Quedé asombrado por el desconocimiento que en el país existía sobre Warisata. Maestro con que me topaba era sometido a un implacable interrogatorio: ¿qué sabes tú de Warisata? Y la amarga respuesta era siempre la misma: nada, o casi nada. Expulsado en noviembre de 1980 por “extremista suversivo” (eso decía el enorme sello rojo en el salvoconducto que hacía de pasaporte), tuve la suerte de encontrar en el exilio mexicano al dirigente de los maestros rurales José Quiroga Layme, quien se había dado modos para llevar consigo a tierras tan lejanas un ejemplar del libro de Elizardo. Y sin tener a mano ninguna otra fuente de consulta, escribí una apasionada reseña interpretativa con motivo del medio siglo de su creación (2 de agosto, 1931-1981). Material que he publicado en los últimos 35 años cerca de una docena de veces, con las actualizaciones y complementaciones de rigor (la última en La Razón, en agosto del pasado año).
Quedé asombrado por el desconocimiento que en el país existía sobre Warisata. Maestro con que me topaba era sometido a un implacable interrogatorio: ¿qué sabes tú de Warisata? Y la amarga respuesta era siempre la misma: nada, o casi nada. Expulsado en noviembre de 1980 por “extremista suversivo” (eso decía el enorme sello rojo en el salvoconducto que hacía de pasaporte), tuve la suerte de encontrar en el exilio mexicano al dirigente de los maestros rurales José Quiroga Layme, quien se había dado modos para llevar consigo a tierras tan lejanas un ejemplar del libro de Elizardo. Y sin tener a mano ninguna otra fuente de consulta, escribí una apasionada reseña interpretativa con motivo del medio siglo de su creación (2 de agosto, 1931-1981). Material que he publicado en los últimos 35 años cerca de una docena de veces, con las actualizaciones y complementaciones de rigor (la última en La Razón, en agosto del pasado año).
René
Zavaleta se entusiasmó con el tema, se mandó hacer una fotocopia del libro
prestado por Quiroga y publicó mi reseña en la primera y única edición
de la revista Bases: expresiones del pensamiento marxista boliviano.
En 1990,
en mi accidentado paso por la dirección de Canal 13 TVU, en complicidad
con Mariano Baptista, entonces ministro de Educación, se elaboró
un video sobre Warisata, tarea que llevó adelante Martha Sardón y que por
pura suerte ella misma ha recuperado una copia de los siempre desorganizados
y saqueados archivos audiovisuales.
Al
cumplirse el aniversario 60 de Warisata, impulsamos una sesión conmemorativa
en el auditorio de Khana, con la presencia de Jael Oropeza, esposa de
Elizardo; Tomasa Siñani, hija de Avelino; y Carlos Salazar Mostajo,
celoso guardián de la obra de Warisata. Infortunadamente al parecer
no ha quedado registro ni de audio ni de imagen de aquella inolvidable
jornada. Y lo más triste es que poco tiempo después se perdió el
riquísimo cofre de los recuerdos de Jael Oropeza, víctima de un fatal accidente.
Vivimos otros tiempos y otros son los desafíos. Un conjunto de políticas de Estado se reconocen ahora como inspiradas en Warisata. Es momento de evaluar colectivamente si el actual modelo educativo “socio-comunitario y productivo”, diseñado con el horizonte warisateño, está contribuyendo como debiera a transformar el país y a descolonizar las mentes. Es hora de seguir investigando y difundiendo la obra de Warisata. Pero también es necesario proteger y restaurar las instalaciones originales, pues estarían en riesgo de ser avasalladas por desprevenidos “modernizadores”. El sitio donde descansan los restos de Avelino y Elizardo merece el mayor de los respetos y debería ser un foco de irradiación cultural para toda Bolivia.
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