Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por
Mario Wainfeld
El paisano, arriero, José Julián
Solanille testimonió por primera ante la CONADEP, más adelante en el Juicio a
las Juntas militares. Su primera declaración figura en el Nunca Más. También lo
hizo en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en La Perla.

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El
testigo que quiso ver atrajo la atención del sociólogo Horacio González ya en
1986, cuando lo mencionó en un artículo publicado en la revista-libro UNIDOS.
Con la iluminación propia de los grandes intelectuales, González escribió que
“en las declaraciones que hizo en el Juicio a las Juntas, los abogados
defensores insinúan que había bebido, que es un alucinado. (…) Sucede que
Solanille se había convertido en el apéndice testimonial de los fragmentos
escenográficos prohibidos que había observado desde la colina. Si antes hubo
locas de la plaza que ya nadie se animaba a llamar así porque la locura era
decir lo impensable pero lo impensable acontecía, Solanille heredaba esa locura
de haber mirado ese horror (…) custodiaba esas huellas visuales solo
comprobables por su relato. Solanille era el loco de la colina”.
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La
crónica de Platía recoge que Solanille fue, como casi treinta años antes,
hostigado por los criminales y sus defensas. El hombre respondió. “Quiero decir
que donde todos murieron, yo resucité. El año pasado, el 24 de marzo, cuando
fui a La Perla, me infarté. Y si no fuera por los chicos de HIJOS, no estaría
acá. Ellos me salvaron y no me morí por diez minutos, me dijo el médico.
Emiliano Fessia (encargado de ese espacio de la Memoria) y los chicos me
salvaron. Tanta gente que murió ahí y ahí yo resucité”.
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Las
palabras veraces de Solanille y las de centenares de testigos sirvieron de
pruebas de cargo para que hubiera, al fin memoria, verdad, justicia, juicio y
condena.
Los
progresos en la lucha por los derechos humanos permitieron aportar pruebas
imposibles de conseguir en la década del ‘80. Cuerpos de víctimas desaparecidas
recuperados e identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense.
Documentos emanados de los represores, en los que pedían ascensos como
reconocimiento por sus crímenes.
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El
fallo contuvo 38 condenas, 28 de ellas a cadena perpetua, Menéndez sumó otra a
su prontuario. También hubo absoluciones, que duelen a las víctimas y sus
familiares pero que comprueban que los juicios distan de ser linchamientos con
condenas pre escritas. Se realizan con apego a derecho, lo que implica
reparaciones y, a veces, sinsabores.
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La
Perla fue por su magnitud y cantidad de víctimas, el tercer campo de exterminio
de la Argentina. Se mantuvo sin modificaciones sensibles hasta que el
presidente Néstor Kirchner lo puso a a disposición de la Comisión Provincial de
la Memoria, integrada por los principales organismos de derechos humanos
cordobeses, para montar un “Espacio de la memoria”. Kirchner participó el 24 de
marzo de 2007 en un acto con víctimas, familiares, organismos de derechos
humanos. Clamó entonces contra la lentitud deliberada de la Cámara Federal de
Casación que cajoneaba expedientes.
Hoy
día, el problema se repite y se agrava. Los presidentes Kirchner y Cristina
Fernández de Kirchner apuntalaron los juicios con leyes, políticas públicas y
poniendo su cuerpo. El gobierno del presidente Mauricio Macri se obceca en
entorpecerlos, solo para empezar.
y Twitter: @escuelanfp
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