Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Parte I
Por: Marco Antezana
La eclosión de todo lo autóctono en América Latina
nos ha permitido conocer ideas que durante siglos permanecieron en la oscuridad
impuesta por la espada y la prédica. Hoy ha desaparecido el temor a mostrar la
identidad y a expresar la idiosincrasia.
Sin embargo, el despertar después de tato siglos,
implica riesgos no memores, la cultura de occidente ha ejercido una
considerable influencia en todas las esferas de la vida diaria, aculturando la
mente del originario a sus propios cánones y perspectivas.
Uno de los riesgos de este proceso descolonizador,
se advierte en el propio debate que el auctonismo ha establecido con occidente,
y está referido a sus referentes teóricos, que para sorpresa de casi todo el
mundo, continúan siendo europeos. Los intelectuales autóctonos fundan sus
posiciones reaccionarias, contestatarias, revisionistas y revolucionarias en
las reflexiones académicas del viejo mundo, y lo hacen sin empacho ni disimulo,
aunque despotriquen contra Sócrates, Jesús y Marx.
¿Será posible que el autoctonismo genere el
edificio teórico de su pensamiento a partir de la creación de su original
intelectualidad, o está condenado a la indefinida repetición de lo foráneo?
¿Le es imposible al autoctonismo crear sus propias
categorías de aprehensión de la realidad?
No nos parece que repetir lo que dijo Dussel, o
cualquier otro autor de la crítica posmodernista del mundo urbano
latinoamericano, sea la clave para desentrañar el conflicto unidad versus
pluralidad que jalona nuestra temporalidad.
El simbolismo
del mundo andino, resulta la fuente más visible de inspiración
ideológica para plasmar no pocas demandas históricas que puedan reconfigurar
una nueva sociedad a partir de nuevas pedagogías de lo nuestro.
Por tanto, resulta imprescindible que aquella ideología
cuente con sus propias expresiones de plasmación propositiva y de
transformación concreta. Esta tarea está requiriendo urgente respuesta, que
desafortunadamente aún no la hay.
En Bolivia, el katarismo radical de raíz
reinaguista, postula una transformación total desde el etnocentrismo aymara de
base simbólico– autoctonista–ancestral. Por su parte, el katarismo revisionista
en el discurso adaptado a la modernidad urbana, pone en duda la versión
radical, cuyas características no corresponden al habitus de lo cotidiano en el
mundo originario.
Por último, el katarismo reformista, propone
construir una pedagogía conciliadora entre lo urbano y lo rural, sin alejarse del
eurocentrismo intelectual y tecnológico, que supone enormes beneficios.
Lo anterior, supone trabajar el ideario que late en
la construcción del citado discurso, para determinar si el mismo proviene del
favorable momento de la práctica política, o de un proceso genético que hace al
cambio de paradigmas civilizatorios, y se hace – paralelo – a esa construcción
socio–personal. Esta no es una cuestión privada de lógica, ni mucho menos. La
respuesta tampoco es simple asunto de ensamble teórico coyuntural.
La respuesta tiene que partir de la conclusión práctica
que se conquiste en la procesualizacion tanto del cambio estructural de
paradigmas, como de los indicios coyunturales que alumbran otra epistemología.
En otras palabras, el discurso auctoctonista no
tiene que apelar al presagio, sino, a la descripción de lo hecho. En este punto
surge una cuestión confusa para la epistemología social: la indistinción de lo
dado y de lo hecho. No me voy a detener en lo dado, para evitar reminiscencias
idealistas, interesándome de lleno en el hecho.
El hecho, supone en estricto lenguaje de praxis
política, una acción calibrada en función de las expectativas colectivas,
previamente consensuadas y canalizadas, con cierta dosis de conveniencias,
definidas y admitidas en las comunidades políticas que les dieron origen. El
hecho se cosifica en la práctica, gracias a su propio carácter factico.
Sin embargo, si algo que tenemos que reclamarle a
los intelectuales que reflexionan acerca de nuestro proceso revolucionario, y
de manera particular, acerca de las tendencias autoctonistas, vinculadas al
Vivir Bien y al respeto a la Madre
Tierra, es el de afianzar la originalidad del análisis en el contexto de su
propia problemática, evitado el imperdonable riesgo de escribir lo mismo que se
ha estado escribiendo durante hace siglos, con la misma arquitectura de
pensamiento que el colonizador.
Por otra lado, reconocer que las nuevas ideas, los nuevos
postulados originales que puedan surgir de sus reflexiones, tardarán
generaciones para que sean asimiladas por la sociedad, para que se conviertan
en el andamiaje de creencias, de supuestos y de ideas rectoras en el que se
está, en el que se convive.
Investigador Social
y Twitter: @escuelanfp
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