Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Roberto Aguilar Gómez
Recordar la Asamblea Constituyente y, a partir de ello, hablarla, comentarla, analizarla y explicarla resulta complejo, como actitud personal, para los que vivimos ese espacio de la historia reciente, pero fundamentalmente para lo colectivo y comunitario de la sociedad boliviana. Me explico. Para los que vivimos los espacios de tiempo y compartimos los espacios de la historia relacionados con la Asamblea Constituyente, viene una carga emotiva muy fuerte: momentos de alegría, frustración, tristeza, júbilo, miedo, amargura, desesperación, temor, rabia, valentía y cuanto más que se carga en la garganta y en el corazón. Fue lindo, fue un honor, fue difícil, fue jodido, fue un desafío, fue tantas cosas la Asamblea, que cuesta hablarla en primera persona. No es correcto recordarla poniendo la mirada en los componentes subjetivos y personales, aunque ella se hubiera alimentado de esos componentes, porque la Asamblea fue una heroica construcción colectiva de bolivianos y bolivianas, de pueblos, de naciones, de organizaciones, de sectores, de agrupaciones que le dieron su sacrificio, su convicción, su esperanza en los momentos de pedirla, exigirla y lucharla; en los momentos de inaugurarla, consolidarla y defenderla; en los momentos de marcharla, votarla, aprobarla y, finalmente, promulgarla.
Mucha esperanza, mucha vida, mucho sacrificio, mucha lucha, mucha historia: eso es la Asamblea Constituyente para los que creían, creyeron y creen en ella. Para los otros, para los que la negaron, para los que la impidieron, para los que la boicotearon, para los que la frenaron, para los que la ensangrentaron, para los que la discriminaron, para los que la mintieron, para los que la golpearon, para los que la conspiraron, la Asamblea Constituyente era una amenaza a sus privilegios.
Es muy importante comprender el hito histórico constitucional que significó la Asamblea, pero mucho más, no olvidar cómo los grupos de poder económico concentrados en élites de Santa Cruz y otros departamentos, conjurados con los grupos políticos de la derecha más reaccionaria, gestaron al mismo tiempo que un golpe de Estado, un sinfín de acciones para destruir la Asamblea, desde el debate político mentiroso hasta los intentos separatistas, pasando por la reivindicación regional hábilmente manipulada.

Conocer y recordar la Asamblea Constituyente nos permite analizar y comprender momentos que, en el tratamiento mediático, muchas veces, quedaron limitados al duro debate subjetivo. La Asamblea en muchos de sus tratamientos mediáticos, fue mentida y es necesario reconstruirla en su verdad y en la veracidad de lo que se hizo y se dijo. Para ello, se requiere reconstruir los acontecimientos, con la tranquilidad del tiempo pasado, pero con el sentido esclarecedor que los documentos y la memoria colectiva nos permiten.
Partiendo desde la inauguración de la Asamblea el 6 de agosto de 2006 en Sucre, hasta llegar a los acontecimientos relacionados con la demanda de “capitalidad”, que pretendieron hundir a la Constituyente. Y no es tarea fácil, por la complejidad del proceso histórico al que se refiere, y por su dinámica política particular. Una reconstrucción histórica permitirá, al mismo tiempo que seguir secuencialmente lo acontecido, comprender los complejos recovecos de las múltiples dimensiones en las que se desenvolvió la Asamblea: política, social, cultural, económica, humana, etc.

Cada uno de estos momentos hace la historia misma de la Fase Constituyente en Bolivia. Uno de ellos, el del Conflicto por la Capitalidad, a no dudarlo fue el más difícil, el más complejo y el que puso en vilo a la Asamblea y al proceso constituyente. La demanda de la Capitalidad se expresó en dos componentes, importantes de diferenciarlos. Por un lado, la demanda regional que involucró a gran parte de la población, en un sentimiento que si bien tenía antecedentes históricos sensibles, por el contexto mismo se tornaba inviable. Por otro, la manipulación que los grupos involucrados en la “conjura” contra la Asamblea habían ido urdiendo meticulosamente, para aprovecharla como el factor más contundente en contra de ella. La primera expresada en un sentimiento regional fuerte, la segunda expresada en una conspiración inescrupulosa. Fueron contundentes los informes de cómo los grupos vinculados a los separatistas cruceños, involucraron por las “buenas”(exaltación del sentimiento regional) y por las “malas”(presiones y dinero) a gran número de organizaciones y sectores de Sucre en una demanda convertida en exigencia, que ponía en peligro la hermandad y la paz entre departamentos y entre bolivianos.
Cuantos ejemplos quedan en la mente de los que vivimos de cerca el conflicto. La presencia en Sucre de grupos fascistas de Santa Cruz y su accionar en las movilizaciones violentas; la apresurada llegada de los cívicos cruceños para evitar acuerdos con el Comité Interinstitucional; el financiamiento de petardos y otras cosas más, por parte de aliados que dejaron, al final, a Sucre sola; la utilización de la Capitalidad, por parte de los podemistas del bloque oriental, para posesionar su interesada propuesta de autonomía; la manipulación de la información, llegando a la burda mentira de que venezolanos y cubanos estaban de francotiradores; la deshonesta actitud de informadores que convocaban a la violencia, bajo el supuesto asalto de medios de comunicación. Cuánta mentira, manipulación, desinformación se utilizaron como parte de la conjura contra la Asamblea, que aprovechando del sentimiento noble de un pueblo, derivaron en drama y sufrimiento.
Felizmente quienes buscaban el fracaso de la Asamblea no lograron su objetivo y por ello hoy recordamos una década de su inauguración en medio de un proceso de cambio que es también un proceso de construcción del nuevo Estado Plurinacional.
El autor es Ministro de Educación. Fue Vicepresidente de la Asamblea Constituyente
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