Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Claudia Espinoza
Toda vez que se desarrolla un conflicto, surge la pregunta ¿cuál
es el rol que deben cumplir los medios de comunicación? Es innegable reconocer,
a primera vista, que los medios informan acerca de los hechos suscitados, sin
embargo un análisis más detenido al discurso periodístico muestra la diferencia
de enfoques, fuentes elegidas e interpretaciones que ponen de manifiesto
intereses empresariales y políticos detrás de cada mensaje.
Los protagonistas de la información
Así sucedió en el caso de las cooperativas mineras. Tomando una
muestra de algunos medios impresos y digitales se advirtió una tendencia en la
que la dirigencia cooperativista tuvo el privilegio de contar con titulares de
portada como sujeto protagonista en el conflicto. La construcción de ese sujeto
lo mostró con iniciativa, con poder y fuerza. Ejemplos: Cooperativistas
alistan bloqueos, mítines y “tomas”; Cooperativistas anuncian el inicio de los
bloqueos; Cooperativistas retoman protesta contra el Gobierno; Cooperativistas
van al bloqueo de caminos entre indecisiones.
Para esos medios no importó cuántas veces el Gobierno convocó al
diálogo, cuántas cartas enviadas o cuántas conferencias de prensa realizadas.
En otras palabras, no les interesó la contraparte. Desde el principio la
dirigencia apareció como portadora de demandas que esos medios legitimaron y
validaron día a día.
La noticia construida desde esa visión de la realidad, se
caracterizó además por la superficialidad y la inmediatez. Se informó de las
demandas pero en ningún caso se profundizó el contexto de aquellas, es decir,
la historia de las cooperativas, el significado y alcance de las exigencias,
soslayando el impacto negativo de las mismas para el conjunto del pueblo
boliviano. En el nivel informativo no se explicó casi nada respecto a la
composición del sector cooperativista —entre socios y trabajadores—, sobre los
intereses empresariales, los contratos con privados y transnacionales, las
ganancias, las inexistentes condiciones laborales y otros factores de fondo
pero relevantes para el conocimiento de públicos ajenos a la realidad de la
minería cooperativista.
Al elegir voluntariamente el protagonismo de la dirigencia
cooperativista, la cual apareció más cantidad de veces como fuente
periodística, esos medios reforzaron sus amenazas y acciones ilegales, mientras
que al Gobierno atribuyeron el imaginario de no tener la voluntad de dialogar.
El correlato de la falta de voluntad que esos medios alimentaron falsamente fue
la excesiva y “espectacular” cobertura de la represión de la Policía, lo cual
recreó el escenario de violencia con heridos, muertos y detenidos, todos
“víctimas” de la decisión gubernamental. No sólo las fotografías mostraron los
“campos de guerra”, sino los videos que incluyeron varios medios en su versión
multimedia.
Opinadores y editoriales
Entre tanto, las columnas de opinión que se publicaron durante
el tiempo del conflicto coincidieron con los editoriales de esos medios. Ellos
enfocaron, desde su análisis, que el sector cooperativista fue un aliado del
partido de gobierno, por una década, periodo en el cual le cedió una serie de
ventajas hasta “criar cuervos” y que, por tanto, el conflicto era
responsabilidad exclusiva del Gobierno. Opinólogos de trayectoria larga y
conservadora repitieron al unísono “los aliados del MAS”, incluso insinuando un
“autogolpe”, pero ninguno tocó el fondo del problema, la “capitalización” o
privatización de los recursos naturales en el periodo neoliberal, del cual
muchos de ellos formaron parte. En la retórica revestida de democracia, buscaron
justificar a la dirigencia cooperativista ante la supuesta falta de voluntad de
diálogo de parte del gobierno y se rasgaron las vestiduras ante la represión
policial. De tanto repetir “los aliados del MAS”, tanto en sus textos como en
los editoriales, sobraba un deseo de decir “bien hecho”, como si la convulsión
fuese más importante que la pacificación.
Periodismo del “retuit”
Pero no todo quedó en las páginas digitales o impresas de esos
medios, gracias a la tecnología y a las redes sociales, el “periodismo del
retuit” fue una tendencia, es decir, lo que sacó uno de esos medios en Twiter
inmediatamente se reprodujo en sus medios aliados; el mismo efecto se dio entre
sus periodistas y aún más, entre éstos y políticos de la oposición. Un vistazo
a los twitters muestra el intenso “retuit” que en otras palabras expresa
coincidencia y consenso en las ideas. Ejemplos: 2000: cocaleros torturan y
asesinan a esposos Andrade y 2 policías; 2016, mineros torturan y asesinan al
viceministro Illanes. No avanzamos; El Ministerio de Gobierno induce a concluir
que se matan entre cooperativistas mineros; así también inducía el Zorro
Sánchez Berzaín.
En las redes sociales también se observa la individualización
del periodismo, pues allí cada quien emite sus opiniones y posiciones
despojadas de la institucionalización del medio. Suele ser interesante leer los
post y la interacción de periodistas con otros usuarios de la red. Allí es
recurrente encontrar mensajes que ultrapasan fácilmente la responsabilidad de
informar, donde periodistas pasan a ser jueces, fiscales, gobernantes y
activistas al punto de convertirse en agitadores sociales de las redes.
El discurso de la confrontación
Este repaso a un grupo de medios impresos, digitales y redes
sociales no es el ejercicio ocioso de conocer la subjetividad en la
construcción del discurso periodístico, sino responde a la necesidad
comunicacional de conocer qué tipo de discurso se construye hacia la opinión
pública. En el conflicto suscitado por el sector cooperativista se pudo ver que
este grupo de medios optó por el enfoque de la confrontación apelando a la
desinformación y manipulación informativa pues privilegió el sector empresarial
de las cooperativas, omitió a la contraparte, difundió información falsa (pese
a los desmentidos oficiales) y apeló a la espectacularización de la violencia.
Por su parte, algunos periodistas, ávidos de protagonismo,
condenaron las acciones del Gobierno, en coincidencia con la oposición
política. Se prestaron al rol de “mensajeros” difundiendo materiales sin fuente
verificada, a sabiendas de que la supuesta “pepa” no contribuye a esclarecer
los hechos, sino a mantener un imaginario de incertidumbre y zozobra. ¿Es este
el rol que la sociedad les encarga? Una vez más quedan evidencias de que el discurso
periodístico esconde mucho más de lo que muestra y que aplica estrategias casi
imperceptibles al sentido común del consumidor de medios y redes.
y Twitter: @escuelanfp
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios