Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por Creusa Muñoz
El auge
económico que vive Perú desde hace diez años, sin precedentes en la historia
del país, comienza a mostrar señales de agotamiento. Un crecimiento sin
desarrollo ni inclusión social, que saquea las riquezas naturales y deja a la
población sumida en la inequidad.
La
pérdida [del guano y del salitre] nos reveló trágicamente el peligro de una
prosperidad económica apoyada o cimentada casi exclusivamente sobre la posesión
de una riqueza natural, expuesta a la codicia y al asalto de un imperialismo
extranjero o a la decadencia de sus aplicaciones por efecto de las continuas
mutaciones producidas en el campo industrial por los inventos de la ciencia”
(1). Esta crítica al vasallaje de la economía peruana, fundada sobre un modelo
primario exportador, fue escrita hace casi un siglo por José Carlos Mariátegui
cuando la Guerra del Pacífico, librada entre Perú y Bolivia contra Chile,
dejaba al primero inerme frente a la pérdida de las materias primas sobre las
que giraba toda la nación. Hoy lo único que cambió fueron los recursos. El
sistema económico peruano sigue fielmente anclado sobre riquezas tan endebles
como fugaces.
Crecimiento sin desarrollo
Durante
el dominio español el crecimiento económico peruano estuvo garantizado por la
extracción del oro y de la plata; a mediados del siglo XIX, por el guano y el
salitre; cincuenta años después, por el caucho; otros cincuenta años más, por
la harina de pescado, y hoy, casi como una réplica de la época colonial,
nuevamente por la minería. Este sistema, sin embargo, llevó a un boom económico
sin precedentes en la historia del país. En la llamada década de oro
(2003-2013), a la que algunos califican como generadora de un “milagro”, Perú
casi duplicó el Producto Interno Bruto (PIB), con un crecimiento promedio de
6,4%, o 7,1% si no se contempla el año 2009, que recibió los coletazos de la
recesión internacional (2). Estas cifras históricas fueron propulsadas por
factores externos azarosos, que afortunadamente esta vez inclinaron la balanza
a favor de la economía peruana, como el aumento exponencial del precio
internacional de las materias primas, las bajas tasas de interés (que
impulsaron el financiamiento, la inversión y la expansión empresarial) y la
creciente y voraz demanda china por los commodities.
Pero el
crecimiento no condujo indefectiblemente al desarrollo y mucho menos a la
inclusión social. Y es que la productividad del país continúa siendo insignificante
comparada con el brutal y sostenido auge económico de la última década (entre
2002 y 2013, la productividad sólo representó un 25% del crecimiento del PIB
(3)). Tampoco se realizaron avances significativos en materia de educación,
empleo formal, acceso al financiamiento, desarrollo tecnológico, innovación e
infraestructura. La extranjerización del aparato productivo seguramente sirva
como respuesta: de las 30 empresas más grandes en 2010, 17 eran extranjeras,
reteniendo éstas el 54,6% de las utilidades. Un dato no menor es que entre 2003
y 2012 ingresaron al país 56.751 millones de dólares al tiempo que salieron
unos 74.078 millones de dólares en concepto de repatriación de utilidades (4).
En
cuanto al desarrollo social, si bien la pobreza monetaria disminuyó
sustancialmente del 52% al 27% de 2005 a 2013, el crecimiento no tuvo el mismo
impacto sobre la pobreza multidimensional que contempla la educación, la salud
y la vivienda. La emergencia de una clase media más importante numéricamente y
consolidada, tampoco contribuyó a resquebrajar la rampante desigualdad social
que asola al país desde tiempos inmemoriales. Según las estimaciones de la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el ingreso del 20%
más rico de la población es 18,5 veces mayor que el ingreso del 20% más pobre
(5).
Concentración
de la riqueza, extranjerización del aparato productivo, desindustrialización
del país… Los principales cuestionamientos al modelo primario exportador quizás
no sean tan falaces.
Tierra fecunda
La
reprimarización de la economía fue impulsada por el gobierno de Alberto
Fujimori que en los años noventa se encargó de implementar un modelo neoliberal,
privatizando y concentrando la economía en pocas manos, principalmente
extranjeras, que cooptaron al Estado, resucitando una de las peores
características de un gobierno oligárquico: el patrimonialismo. Este sistema,
que parecía subsistir gracias a la mano dura de una dictadura, al clientelismo
y a una retórica que postulaba al gobierno como el salvador de la
hiperinflación y de la violencia desatada por el grupo guerrillero
maoísta-leninista Sendero Luminoso, continúa hasta el día de hoy. Todos los
gobiernos que le sucedieron, inclusive el de Ollanta Humala Tasso (2011-2016),
ferviente crítico del proyecto neoliberal, optaron por el continuismo económico
y político, y nada parecería indicar un cambio rotundo del sistema con la
elección de Pedro Pablo Kuczynski como Presidente en junio de 2016, que
representa el ala más dogmática de la derecha liberal.
El
signo político del gobierno tradicionalmente de derecha, la debilidad
institucional, el neopatrimonialismo, los escándalos de corrupción que envuelven
a la clase política peruana son tierra fecunda para el desarrollo de una
economía manejada por el capital transnacional que saquea las riquezas
naturales y deja a gran parte de la población inerme frente a la inequidad.
La
única esperanza quizás sea la resistencia de los oprimidos que están comenzando
a alzar la voz fundamentalmente en la sierra y en la selva, donde la pobreza
está por encima del promedio nacional (46% en el ámbito rural mientras en las
áreas urbanas es del 15,3% (6)) y donde, paradójicamente, se encuentran los
distritos mineros que perciben un canon por esa actividad. Mientras tanto, el
gran capital apoyado por una clase política parasitaria de una economía
netamente exportadora de metales (la minería representa más del 12% del PIB, 60%
de las exportaciones y 21% de la IED (7)), seguirá libando las últimas
utilidades de un modelo que ya muestra señales de agotamiento por el fin del
superciclo de los precios de los commodities.
Hasta
que los rezagados de la economía peruana hagan suyo el grito de aquel
legendario insurrecto Túpac Amaru, descendiente de los incas, que al sublevarse
contra la corona española, exclamó: “¡Campesino, el patrón ya no comerá más de
tu pobreza!” (8). Pero en toda la historia contemporánea sólo una izquierda (la
del gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, 1968-1975) llegó al poder en
Perú reivindicando verdaderamente a los oprimidos, y hoy el pueblo peruano,
adormecido por el “milagro”, sigue apostando a las migajas de una sociedad
jerárquica anquilosada.
1. José
Carlos Mariátegui, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, Capital
intelectual, Buenos Aires, 2009.
2.
Carlos Ganoza Durant y Andrea Stiglich Watson, El Perú está calato, Planeta,
Lima, 2015.
3. Las
mediciones comparativas de productividad son referencias más que indicadores
exactos. Los autores las citan para indicar que la productividad en Perú es
inferior a países que registraron verdaderos “milagros económicos” como Hong
Kong (54%) y Corea del Sur (58%). Ibídem nota 2.
4.
Véase Nicolás Lynch, “Perú: la prosperidad falaz”, Nueva Sociedad, Buenos
Aires, noviembre-diciembre de 2013.
5.
“Panorama social de América Latina”, Cepal, Santiago de Chile, 2011.
6.
“Población en situación de pobreza monetaria, según ámbito geográfico,
2004-2014”, INEI, Lima, 2014.
7. José
de Echave, “La minería ilegal en Perú”, Nueva Sociedad, Buenos Aires,
mayo-junio de 2016.
8. Juan
Velasco Alvarado, La revolución peruana, Eudeba, Buenos Aires, 2014.
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En Europa el neoliberalismo está haciendo estragos entre la ciudadanía y sobre todo entre las clases populares sin organizar.
ResponderEliminarLes dan a elegir entre lo malo y lo malísimo, por ejemplo en Francia entre Le Pen y Macrón, en España entre Rajoy (Ultra derecha ) y Pedro Sanchez (derecha)