Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Adriana Guzmán
Los
procesos políticos de transformación y cambios en la región, viven un ataque,
no hay duda, y que no digan que son montajes que inventan los gobiernos. Aunque
la verdad es difícil de creer que en Bolivia ha habido un intento de golpe, sobre
todo para quienes habiendo nacido en democracia imaginamos tanques y militares
como la única forma de hacer golpe de estado. Pero, basta con mirar al lado, en
Brasil dieron un golpe al gobierno de Dilma Rousseff, solapados en la
democracia con votación y todo y en dos tiempos. En Venezuela dan un golpe
cotidiano, sistemático, que abre las puertas al cinismo para convocar a una
marcha llamada “la gran toma de Caracas” intento de golpe anunciado, convocado libremente
por los medios de comunicación y las redes sociales. ¿Qué está pasando? Todo
comienza a tener sentido.
El
sistema patriarcal capitalista neoliberal colonial y transnacional ha
modificado y perfeccionado sus mecanismos de opresión, explotación y sometimiento,
esta forma de golpes en la región, son prueba de esto. Lo que nos obliga a
buscar otros parámetros para entenderlos y entender así la fuerza con la que
quiere retornar y profundizarse el neoliberalismo en nuestros territorios.
No se
trata ya de golpes a los gobiernos, no son suficientes, hay que golpear y
desgastar a las organizaciones sociales que sostienen estos procesos. Eso se
hizo en Argentina y la desarticulación, esencialismos y purismos, dieron como
resultado la elección de Macri. Igual se operó en Venezuela provocando
conflictos donde el pueblo se enfrenta con el mismo pueblo debilitando su
capacidad de organización. Algo parecido pasó en Ecuador donde se han
manipulado a las organizaciones de pueblos indígenas y de mujeres para confrontarse
no sólo con Correa sino entre las mismas organizaciones señalando cuál es de la
verdadera izquierda, cuál es verdaderamente revolucionaria, funcional,
seguidora, correísta, etc. Brasil no fue la excepción, todas las denuncias de
corrupción, ciertas o no, no apuntaban a establecer la honestidad en el país
sino a debilitar, desgastar y destruir los movimientos que apoyaban a Lula y
Dilma. Así se hizo también en Bolivia con el Fondo Indígena, con las
discusiones y competencias que se promueven entre el Pacto de Unidad y la
Central Obrera Boliviana. Así vienen los golpes, debilitando a las
organizaciones que son las únicas capaces de sostener y defender los procesos,
con todas las críticas que existan, y eso deja el camino más fácil para atacar
y deponer a los gobiernos que además, como si fuera poco, tienen pugnas,
contradicciones y hasta conspiraciones a la interna.
Los
medios de comunicación y la formación política son las otras dimensiones de los
golpes. Hace años que venimos repitiendo la necesidad “urgente” de hacer
formación política ideológica que alimente y profundice el proceso de cambio,
en esos años en los que sólo hemos dicho y no hecho el sistema patriarcal
capitalista no ha perdido el tiempo y ha hecho su ideologización, sólo así se
entiende que hombres empobrecidos y explotados puedan defender a sus patrones
–los llamados mineros cooperativistas– incluso con su vida, porque su
aspiración es ser como ellos y más, tener una hamer (hummer), chamarra de cuero
y joyas como las que exhibían los dirigentes durante los conflictos incluso,
consumir alcohol, drogas, prostitución, como ya se ha hecho común y fomentado
por los aliados de las transnacionales en los centros mineros. Sin
sindicalizarse se dejó el espacio libre para que crecieran las aspiraciones y
prácticas capitalistas, machistas, colonialistas, desclazadoras. Los decretos
promulgados por el gobierno el 1 de septiembre que hablan de reversión y mayor
control a las cooperativas son importantes, pero necesitamos más para acabar con
los anhelos capitalistas que desde el cooperativismo se han generado.
Feminista Comunitaria
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