Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Rafael Puente
Para sorpresa de muchos, ahora resulta que a pesar del cambio
climático, de la sequía y de otros factores adversos, ocurre que en nuestro
país está sobrando la leche de vaca. Vemos señoras vendiendo leche fresca en
los mercados cotidianos y en las ferias semanales, y a veces en mitad de la
calle. ¿Cuál es realmente la novedad? ¿Que de repente se ha multiplicado
locamente la producción? Parece que no es eso lo fundamental, sino el hecho de
que la Planta Industrializadora de Leche (la PIL) ya no puede comprar tanta
leche, reduce cupos y disminuye precios. Y en estos momentos es evidente que
los productores lecheros de todo el país se sienten alarmados, se quieren
movilizar y, en todo caso, se encuentran en crisis.
La cosa empezó con la famosa "capitalización” neoliberal,
que también regaló las diferentes plantas de PIL (que tenían su origen en una
donación danesa y que venían funcionando muy bien). Y ahí se puso de manifiesto
una característica específica de Bolivia, que es la incapacidad de las empresas
privadas para meterse en negocios que no sean rápidos (extractivistas,
comerciales o financieros); de ahí que ninguna empresa nacional se pudo
"comprar” ninguna PIL (y cuando sorpresivamente sí lo hicieron los
productores de leche de Santa Cruz resultó que era para revenderla al año
siguiente; o sea otra vez negocio rápido).
Por eso hace tiempo que la mayor parte del procesamiento y
comercialización de leche está en manos de una transnacional, que aquí se sigue
llamando PIL, pero que en realidad es la Gloria (de Arequipa) y parece que a
fin de cuentas es la Nestlé. Y sabemos que las transnacionales se interesan por
sus ganancias y nunca por la economía del país donde operan (y mucho menos por
la calidad nutritiva de los alimentos que venden). La actual PIL se dedica a
muchísimos productos que no son lácteos (ni alimenticios), pero que, sin duda,
sí son negocio.
Lo que llama la atención es que este gobierno de cambio, que
tuvo el coraje de renacionalizar los hidrocarburos y la electricidad y las
telecomunicaciones y la aeronavegación (aeropuertos incluidos), no haya querido
renacionalizar la PIL. Y ahí tenemos los resultados.
Cierto que a cambio de eso se han puesto en marcha pequeñas
industrias lácteas (como Lacteosbol), pero que no resuelven el problema del
mercado para los productores de leche de todo el país. ¿Cuál puede ser la
solución? ¿Dejar que los pequeños productores quiebren y entonces los grandes
puedan estabilizarse? Sería muy poco coherente con el actual proceso de cambio
y sus definiciones. ¿Subvencionar a los productores? Ya sabemos que las
subvenciones crean más problemas que soluciones. ¿Pedirles a los señores de la
PIL que no sean malitos y paguen un precio mayor por el litro de leche? Sería
ilusorio. ¿Nacionalizar la PIL? Por supuesto sería ideal, pero no parece que la
coyuntura internacional sea mínimamente favorable respecto de tal política…
¿Entonces?
Una vez más se podría pensar en volver a los principios. Evo fue
el primer candidato a la presidencia, en toda nuestra historia, que introdujo
en su programa de gobierno la soberanía alimentaria, tremenda y esperanzadora
novedad, que desgraciadamente nunca se ha hecho realidad (en la práctica
nuestra soberanía alimentaria viene disminuyendo año tras año). Sin embargo,
¿no sería posible hacer una excepción y en nombre de esa Soberanía Alimentaria
dejar de importar leche en polvo y cubrir ese cupo con nuestra leche natural,
sin lugar a dudas mucho más alimenticia que esas leches en polvo tramposas (y
subvencionadas)? ¿Y, adicionalmente, no convendría gravar con altos impuestos
los productos lácteos importados, que además no son de mejor calidad que los
nacionales?
Por favor, compañeros del Gobierno, ¡un poco de imaginación! (y
otro poco de coherencia). ¿Es mucho pedir?
El autor es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA)
de Cochabamba
Síguenos en Facebook: Escuela Nacional de Formacion Politica
y Twitter: @escuelanfp
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios