Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Prostituta es una palabra disimulada que la sociedad ha creado para no mirar la realidad que azota a las mujeres; cruel realidad como es la esclavitud sexual. Y pueden decirme lo que quieran: que a estas mujeres les gusta y por eso lo hacen, que son enfermas, que son flojas, en fin, tantas cosas que escuchamos y que nuevamente culpabilizan a las mujeres de la violencia que sobre nosotras se desata. La sociedad machista disculpa las acciones de los varones, las explica de otra manera. Si un hombre es un mantenido, no hay condena social; al contrario, se lo considera muy “inteligente”, un pendejo, como decimos en Bolivia.
Cuando entre hombres quieren lastimarse con palabras, uno de los insultos favoritos pasa por mentar a la madre y decir “hijo de puta”, y eso desata broncas y rabias inusuales. Pues les digo, es muy común encontrarnos con hijos de puta, ya que nuestras compañeras putas también tienen wawitas y las crían y las hacen estudiar.
Entonces, dada la cantidad de mujeres en situación de prostitución, dada la cantidad de mujeres manipuladas por los prostituidores, pues, como consecuencia, tenemos muchos hijos e hijas de puta. La diferencia entre ambos es que se “presupone” que la hija de puta es otra puta o lo será en el futuro. ¡Cómo carajo no se indignan con la cantidad de violencia que se desata en todos estos comentarios y prácticas sociales orientados a esclavizar sexualmente los cuerpos de las mujeres!
La denuncia aquí es sobre el prostituidor que vende y el que compra sexo, aquel tipo que paga para esclavizar a una mujer y la usa sexualmente. Ese mecanismo, validado y legitimado por hombres y mujeres en nuestra sociedad, es el que denunciamos. El morbo se ha desplegado por los medios de comunicación a propósito de la denuncia de dos clanes prostituidores presuntamente involucrados en la trata y tráfico de mujeres y adolescentes en la ciudad de La Paz, los Córdovas y los Cámaras, que se los pone en evidencia y sin embargo declaran y declaran y nadie les imputa por promover la esclavitud sexual ¡¿Y saben por qué?! Porque es “legal” esclavizar sexualmente a mujeres y niñas. Incluso su local tenía permiso de la Alcaldía para funcionar, además pagaban impuestos.
Esta esclavitud, que tiene que ver con arrastrar a las mujeres desde muy niñas a todo tipo de vejámenes y violencias, es legalizada y apoyada por la sociedad. Pero la libre decisión de las mujeres sobre nuestros cuerpos y nuestra maternidad está penalizada, las mujeres no podemos ni debemos decidir. Las iglesias nunca han organizado campañas contra la esclavitud sexual de las mujeres con la misma magnitud como lo hacen contra la despenalización de aborto.
Mención aparte merecen las que se dan de superliberales, incluso de feministas, que hoy promueven y son cómplices de la esclavitud sexual de las mujeres y niñas llamándolas eufemísticamente “trabajadoras sexuales”. Claro, ahora puedes decir a tu hija: —Hijita, puedes ser secretaria, albañil, ingeniera o puta autónoma y por cuenta propia.
La autora es feminista comunitaria
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