Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
No es para nada casual que
los analistas y tecnócratas con preferencia en los medios de comunicación
convencionales, y un gobernador auto-declarado en huelga de hambre que oculta
así su incapacidad para atender las necesidades poblacionales en su región,
re-planteen las virtudes del Pacto Fiscal insistiendo en la necesidad de
materializarlo cuanto antes, con un afán de protagonismo político y en procura
al menos como objetivo mínimo, de socavar al proceso de cambio y desmoralizara
a la gran mayoría de los bolivianos.
En ese afán algunos
analistas apelan a simplismos, obviedades y falacias, mezclándose con los
nostálgicos de la vieja autonomía ajena al Estado Plurinacional y propia de las
élites reaccionarias que instrumentaron una “autonomía” espuria y localista,
manoseando los intereses populares no sólo en sus regiones, para así preservar
su privilegio señorial y de burguesía rentista, explotadora del trabajo ajeno y
depredadora de la naturaleza pero cual furgón de cola o socia menor y
dependiente del capital transnacional.
Lo que se dice y lo que no
Nos dicen, por ejemplo,
que el Pacto Fiscal “es simplemente un acuerdo entre el Gobierno Central y las
entidades territoriales”, citando solamente a las “gobernaciones, municipios y
universidades públicas, para traspasar responsabilidades con recursos
suficientes” para el costeo de “la nueva responsabilidad, pero en el ámbito
departamental”. Pero se olvidan del artículo 269 de la Constitución Política
del Estado Plurinacional (CPE), que establece la organización territorial y en
rigor político-administrativa de Bolivia “en departamentos, provincias,
municipios y territorios indígena originario campesinos”.
Es curioso ese olvido ya
que en la alborada del siglo XXI, el sujeto indígena-originario campesino fue
determinante para el advenimiento del actual proceso de cambio tal como lo fue
en la larga lucha anticolonial y anti-racista, siendo además, hoy por hoy,
junto a los trabajadores, sectores populares urbanos y las clases medias
empobrecidas, uno de los actores fundamentales del bloque social
revolucionario.
También es sugestivo
afirmar que no puede consolidarse “el proceso autonómico… si no se procede a
una nueva redistribución económica”, pretextando que “las 9 gobernaciones y los
339 municipios… están más cerca de la gente”. ¿Es que puede estarse más cerca
de la gente con una alianza con la oligarquía que hasta no mucho tiempo atrás
entendía por “autonomía” y entiende como un Pacto Fiscal una nueva
redistribución del excedente económico nacional para detentarlo y usufructuarlo
de forma rentista y gananciosa para sí y en sí misma?.
Estrategia oficialista
La forma distributiva del
excedente generado con el trabajo concurrente y de carácter comunitario de toda
la población boliviana, planificada por el Estado que asume también un rol
productivo a través de las empresas estatales, tiene una proyección nacional y
un alcance orientado prioritariamente a usarlo o re-invertirlo productivamente
en todas las regiones del país, favoreciendo además a los sectores sociales más
necesitados y en más situación vulnerable en cuanto al gasto propiamente para
el consumo.
Por ello, entendemos, al
momento de relevarla consistencia así como los resultados del modelo económico
nacional, productivo y comunitario, en tiempos de “vacas gordas” y “vacas
flacas” decimos parafraseando a dichos analistas, que el Vicepresidente explicó,
que “no puede haber un pacto fiscal sin un pacto productivo”, que no “puede
haber un uso autonómico de los recursos sin capacidad productiva por parte de
las gobernaciones y las alcaldías”.
Es cierto, para consumir y
gastar más se debe producir y generar mayores ingresos. Al respecto cabe
indicar que la tasa de crecimiento de la economía boliviana, medida por el PIB y
estimada por el Fondo Monetario Internacional, como un indicador del nivel de
la producción e ingreso de un país y una institución internacional del gusto de
la tecnocracia derechista, fue de 4.3% el 2015 y sería también de 4.3% hasta
fines de 2016, la más alta y segunda más alta, después de la tasa de
crecimiento de Perú (5%), entre todos los países sudamericanos. A su vez la
CEPAL proyecta un crecimiento para Bolivia en todo el 2016, medido también por
la tasa de incremento del PIB, de 4.5%, mayor en 0.6 puntos porcentuales al de
Perú y entre los países de nuestra región.
Esta realidad corrobora el
éxito del modelo económico boliviano, destacado por el Vice presidente, y
demuestra lo espurio del Pacto Fiscal, para detentar más ingresos en unas
regiones en desmedro de otras, parasitario y rentista,sin ningún esfuerzo
productivo a cambio, o al menos con un compromiso serio y planificado
acompañado de reinversión productiva de una parte sustantiva de los ingresos
que tienen actualmente los gobiernos subnacionales, auto-generando más ingresos
en y para sus regiones.
¿Pacto para qué?
Por eso llama la atención
que se pida a través de un Pacto Fiscal una nueva re-repartija de los recursos
fiscales a escala regional, cuando “no existe una sola empresa productiva en
las alcaldías y los municipios más grandes” que llevan ya “20años de
funcionamiento [autonómico] y [cuando no existe en ellos]… un emprendimiento
que les genere recursos”, propios y genuinos.
En su pedido, varios
analistas acusan también al Estado Plurinacional de “centralista” y apelan a la
muletilla del “centralismo republicano”. ¿Acaso la CPE no contempla
autónomamente a lo regional? Por cierto, y aunque no esté inscrita en piedra,
es el marco histórico y transicional del proceso de cambio al socialismo
comunitario. Fue impuesta a sangre y fuego por la gran mayoría del pueblo
boliviano para superar la dependencia externa y el saqueo de los recursos
naturales, erradicar al racismo y al colonialismo, y para eliminar la
explotación del trabajo, honesto y productivo.
¿No hay una “Ley marco de
autonomías”, coherente y consistente con la CPE? ¿Es que el Pacto Fiscal no
está inscrito en ellas, ni en la Agenda 2025? Otro analista, en afán falaz y
oportunista, nos responde al interrogante apelando a la propia CEPAL que dice:
“el Pacto Fiscal forma parte de un acuerdo político [entre] los distintos
sectores para definir la visión de país. Es decir, [para] ponernos de acuerdo
hacia dónde queremos ir”, con una “visión consensuada… que define las políticas
públicas que deben ejecutar todos los niveles del Estado”.
Coincidimos con la CEPAL
en ello, aunque no nos sorprenda que se apele al concepto cepalino para atacar
al modelo productivo estatal y social comunitario, donde no hay duda que el
empresariado nacional asume un papel en la llamada economía plural. El artículo
306 de la CPE indica que “el modelo económico boliviano es plural…” y que “la
economía plural está constituida por las formas de organización económica
comunitaria, estatal, privada y social cooperativa”.
Tampoco es novedoso el clamor de la
tecnocracia neoliberal por un Pacto Fiscal por “motivos de eficiencia
económica”, para “modificar el sistema impositivo… hacerlo más progresivo y, en
consecuencia, más justo”, “asegurar los equilibrios fiscales... verticales y
horizontales”, “priorizar la inversión y el gasto público recogiendo datos de
la realidad socioeconómica”, en pro de “la igualdad, justicia,
institucionalidad” y apelando a “la teoría de los juegos”.
¡Vaya paladines de la ciencia económica y la ética! No en vano Marx diferenciaba y ponderaba a los economistas políticos como Ricardo y Smith de la economía vulgar. El argentino Néstor Kohan concibe al neoliberalismo en general como una vulgaridad de la teoría económica neoclásica y sus políticas correspondientes, pudiéndose decir además que es una suerte de hipocresía e impostura política.
¡Vaya paladines de la ciencia económica y la ética! No en vano Marx diferenciaba y ponderaba a los economistas políticos como Ricardo y Smith de la economía vulgar. El argentino Néstor Kohan concibe al neoliberalismo en general como una vulgaridad de la teoría económica neoclásica y sus políticas correspondientes, pudiéndose decir además que es una suerte de hipocresía e impostura política.
y Twitter: @escuelanfp
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