Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Victoria
Ginzberg
Convocada por las dos Centrales
de Trabajadores de Argentina (CTA), la protesta tuvo la adhesión de varios
gremios de la Confederación General del Trabajo (CGT). Los discursos
priorizaron el llamado a la unidad para enfrentar las políticas económicas del
macrismo. Fue la culminación de tres días de marchas por todo el país.
“Unidad, de los trabajadores”, coreaban desde la
Plaza de Mayo. Hugo Yasky, secretario general de la CTA de los Trabajadores,
recogió el guante desde el escenario. “Este acto solo fue posible con esa
unidad. No hubiera sido igual sin los compañeros de la CGT. Este acto marca un
nuevo momento de la confluencia del movimiento sindical con los movimientos
sociales, con el movimiento estudiantil, con los organismos de derechos
humanos, los pequeños productores, los trabajadores informales. Unidad con
organizaciones de izquierda, con los cooperativistas. Este es el mapa del campo
popular que el neoliberalismo quiere roto, dividido. Pero si construimos unidad
para la lucha, por la justicia social y la emancipación, somos invencibles. Y
hoy es ese día. Somos protagonistas de un cambio profundo porque este pueblo no
se arrodilla ante el poder económico y la represión”. Le hablaba a una plaza
llena, que rebalsaba, con gente que había marchado tres días desde distintos
lugares del país y que, efectivamente, pertenecía a agrupaciones con distinta
identidad pero que, tras ocho meses de gobierno de Mauricio Macri, había
coincidido en rechazar las políticas económicas aplicadas desde la Casa Rosada.
Las 120 organizaciones convocantes propusieron que todas las centrales
sindicales confluyan en un paro nacional contra el ajuste, el tarifazo y el
desempleo y llamaron a movilizarse el 16 de septiembre, cuando se realice la
audiencia pública por la suba de tarifas.
Desde la mañana, la ciudad de Buenos Aires se había
ido poblando con las columnas que llegaban de todo el país. Habían salido el
miércoles desde Jujuy, Posadas y Formosa, Mendoza, Esquel y Comodoro Rivadavia.
Y se habían agrupado ayer en La Matanza y Avellandea. A esta Marcha Federal se
le fueron sumando durante la jornada organizaciones sindicales, sociales,
estudiantiles, políticas y de derechos humanos. También Pymes, cooperativas,
fábricas recuperadas, trabajadores de la economía popular. Todos se agruparon
bajo la consigna de “un pueblo movilizado para terminar con el tarifazo, los
ajustes y los despidos”. Caminaban mujeres y hombres, jóvenes y viejos y niños
pequeños iban en cochecito. Con pecheras y sin ellas. Con mochilas, termos,
bombos y hasta trompetas. Los organizadores calcularon que participaron 200 mil
personas.
Convocada por las dos Centrales de Trabajadores de Argentina
(la de los Trabajadores, que encabeza Yasky y la Autónoma, de Pablo Micheli) la
movilización logró la adhesión de varios gremios de la Confederación General
del Trabajo (CGT). En la esquina de 9 de julio y Bernardo de Irigoyen se
congregaron los trabajadores de Comercio de capital, los de Dragado y
Balizamiento, de Juan Carlos Schmid, la Unión del Personal Superior de Empresas
Aerocomerciales, los Trabajadores de la Manufactura del Cuero y afines y –entre
otros– los Trabajadores del Peaje, con sus camperas con la leyenda “Facundo
Moyano conducción”. Las banderas verdes se mezclaban con las celestes de
Suteba, La Cámpora y el Movimiento Evita, que llegaban por la avenida desde
Constitución. También había una roja de MILES, una amarilla del Movimiento de
Unidad Popular y muchas, muchísimas más. Nuevo Encuentro, Kolina, Martín
Fierro, La Corriente de la Militancia, La Bancaria, UOCRA, CTERA, Suterh, ATE,
MST, la Asociación de Mujeres Meretrices, centros de estudiantes de todo tipo y
de todos lados. La lista de las agrupaciones era enorme. Además de banderas,
había una infinidad de pequeños carteles caseros, hechos con cartulina y
marcador, en los que se leían frases variadas. “Macri pará la mano”. “Mercado libre
= gente encerrada”. “Libertad a Milagro Sala”.
El escenario fue otra muestra de esa unidad en la
diversidad. También estaba lleno. Además de Yasky y Micheli, estuvieron, entre
otros, Facundo y Pablo Moyano, Omar Plaini, de los Canillitas, Juan Pablo Brey,
de Aeronavegantes, Roberto Baradel, de Suteba, Víctor Santa María, del Suterh,
Eduardo López, de UTE, Sergio Palazzo, de La Bancaria, el diputado Edgardo
Depetri y el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi. Un lugar destacado fue
para las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo como Estela Carlotto, Taty Amleida,
Lita Boitano, Laura Conte y Alba Lanzilotto, que fueron saludadas con el
tradicional “el pueblo las abraza”.
Un grupo de alumnos de una escuela de Santiago del
Estero abrió el acto. Dos chicas cantaron Himno de mi Corazón, de los Abuelos
de la Nada y luego el Himno Nacional, acompañadas por una orquesta juvenil cuya
continuidad está amenazada debido a las políticas del macrismo. “Le queremos
decir al ministro que un santiagueño sí puede ser Presidente. Lo dice el
artículo 89 de la Constitución. Sería bueno que la lea de vez en cuando”, le
dedicaron a Adolfo Prat-Gay, quien había dicho que “no vaya a ser que en 2020
estemos hablando de Fulano de Tal, que vino de Santiago del Estero y se quedó
con todo el poder”.
Daniel Catalano, de ATE Capital, fue el primer
orador. Con una campera con la bandera venezolana y una pechera de su gremio,
leyó una carta enviada por la líder de la Tupac Amaru, Milagro Sala, que está
presa desde enero en Jujuy. Catalano le contestó a quienes criticaron la
movilización por “destituyente”: “Los que estamos desestabilizados somos los
laburantes, nos desestabilizaron la vida. No hay nada más democrático que los
trabajadores peleando por sus derechos”.
Entre los dirigentes gremiales del palco las
mujeres eran franca minoría, pero cinco militantes, una por cada columna del
interior, fueron las encargadas de leer el documento elaborado en conjunto por
las organizaciones convocantes. Allí se hizo un diagnóstico de la situación del
país (aumento del desempleo, baja del poder adquisitivo de los trabajadores,
aumento de la represión) y se habló de la “unidad de articulación popular” y
“confluencia” contra la restauración neoliberal que representa el macrismo.
“Por cada minuto de tregua habrá un desocupado más”, afirmaron antes de pedir
que todas las centrales sindicales convoquen a un paro.
“Más temprano que tarde vamos a construir el paro
nacional”, dijo a su tuno Micheli. El dirigente de la CTA Autónoma también hizo
un llamado a la unidad: “Hay que dejarnos de joder con el sectarismo. Sin
perder la identidad, porque cada uno tiene su historia. Las discusiones hay que
darlas en la calle codo a codo. O hay unidad y vencemos o nos desunimos y nos
derrotan”. Durante su discurso, Michelli le respondió al ministro de Trabajo,
Jorge Triaca, quien había dicho que la movilización tenía “tintes políticos e
ideológicos”. “Sí, los trabajadores tenemos ideología, pensamos, sentimos y
luchamos por una patria liberada, no queremos ajustes, esa es nuestra
ideología. El equipo económico debate si ajuste violento o gradual: ajuste las
pelotas”.
El llamado a un paro estuvo presente en todos los
discursos y también en la plaza, donde se coreaba “paro general”. Los
dirigentes dejaron claro que está en el horizonte, pero también dieron a
entender que no lo acelerarán, porque en este momento privilegian la
construcción colectiva y la posibilidad de sumar a todas las centrales. Pablo
Moyano, que no estuvo entre los oradores pero habló con la prensa, afirmó que en
el próximo confederal de la CGT, que se realizará el 23 de septiembre, varios
gremios, incluido el suyo, van a reclamar el inicio de un plan de lucha.
Yasky dijo que “por abajo está creciendo cada vez
más la unidad entre la CGT y la CTA”, lo que hace que estén en camino de
construir un sujeto colectivo para enfrentar al gobierno. Y que las dos CTA
deben reunificarse como hizo la CGT. “Hay que seguir el ejemplo, hay que buscar
ese momento”, señaló. También le retrucó al Presidente, que aludió a que los trabajadores
ponen “palos en la rueda”. “Nosotros queremos sacar los palos de la rueda que
pusieron en nuestros salarios”, afirmó y llamó a reabrir las partitarias.
“El mercado interno se está retrayendo. Hay
recesión, no tenemos plata para ir a comprar, compramos lo mínimo, las empresas
cierran, los empresarios echan a trabajadores, no tenemos plata para comprar y
al final cierran la persiana. Ellos creen que a largo plazo los precios van a
bajar si bajan los salarios, pero eso es querer curar la presión metiendo a una
persona en el freezer: la presión baja, pero la persona se muere. No queremos
eso para el mercado interno”, afirmó. Cerró entre aplausos y papelitos celestes
y blancos. Enseguida se escuchó por los parlantes una canción de Attaque 77:
“Podrán pasar mil años, verás muchos caer, pero si nos juntamos no nos van a
detener”.
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