Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Pedro Rioseco
Cabe
preguntarse, ¿Cuáles son los rasgos comunes que establecen un patrón en este
nuevo Plan Cóndor cuyo nuevo objetivo no es matar dirigentes sino
desmoralizarlos o inhabilitarlos para seguir en el poder?
Los
últimos años en América Latina han estado marcados por una ofensiva neoliberal
contra los gobiernos progresistas que movilizaron a los pueblos de la región en
busca de la integración, la justicia social y reducción de la pobreza.
Frente
a esta ola de cambios en favor de las grandes mayorías se produjeron varios tipos
de ‘golpes suaves’ liderados por las derechas nacionales en ejecución de un
esquema trazado hace años por los estrategas de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) en Washington.
El
viejo ‘Plan Cóndor’ ejecutado por gobiernos dictatoriales en la década de los
años 70 y 80 logró eliminar físicamente a muchos dirigentes de la izquierda
regional y desarticular partidos políticos y organizaciones progresistas en
Suramérica.
La
reacción popular ante estos crímenes revirtió la situación a finales del siglo
pasado e inicios del actual y colocó en el poder mediante el mecanismo
electoral a gobiernos progresistas en Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador,
Bolivia, Paraguay, Nicaragua y El Salvador.
Sin
desconocer errores en la conducción de algunos de estos procesos, en Brasil la
derecha logró derrocar al gobierno de Dilma Rousseff mediante un golpe judicial
y pretenden ahora impedir la postulación del expresidente Lula da Silva con un
juicio y condena sin pruebas.
La
Argentina que salió de una larga noche neoliberal con los presidentes Néstor
Kirchner y Cristina Fernández, perdió las elecciones el 2015 frente al
candidato empresarial Mauricio Macri, quien derrumbó las conquistas populares
logradas y colocó al país nuevamente en crisis.
Con
diferentes variantes la derecha retornó a posiciones de gobierno en Paraguay, y
mediante el mecanismo electoral alianzas y movimientos populares
revolucionarios cedieron cargos y posiciones a partidos tradicionales y
empresarios en Ecuador y El Salvador.
En
Nicaragua el gobierno del Frente Sandinista, electo con alto apoyo popular en
las elecciones de 2016 con más del 70 por ciento de los votos válidos, enfrenta
hoy una profunda crisis que ha logrado desestabilizar el país y romper la
habitual tranquilidad ciudadana.
Venezuela,
pese a la guerra económica y los intentos de golpe de estado y
desestabilización que enfrente desde la llegada al poder por vía electoral del
presidente Hugo Chávez en 1998, logró este mes la reelección del presidente
Nicolás Maduro con el 68 por ciento de votos y su pueblo se mantiene firme en
la defensa de sus conquistas.
Y
Bolivia, país que lidera el crecimiento económico de Suramérica durante los
últimos años y ostenta impresionantes cifras de reducción de la pobreza,
enfrenta desde el 2006 intentos de la derecha por dividir el país e impedir la
reelección popular de Evo Morales el 2019.
Cabe
preguntarse, ¿Cuáles son los rasgos comunes que establecen un patrón en este
nuevo Plan Cóndor cuyo nuevo objetivo no es matar dirigentes sino
desmoralizarlos o inhabilitarlos para seguir en el poder?
Un
primer rasgo del libreto de Washington es el escalonamiento y superposición de
conflictos que impidan a los gobiernos progresistas concentrarse en los
objetivos transformadores que reclamaron las masas populares el elegirlos.
Al
surgir un conflicto, de manera increíblemente ‘coincidente’ los principales
medios de comunicación en poder de la derecha propician potenciarlo y antes de
que éste llegue a su clímax la derecha hace surgir un nuevo conflicto, y así
sucesivamente.
Un
segundo punto es buscar pretextos para descalificar moralmente a los dirigentes
populares, en especial a los líderes de los procesos de cambio social y a su
entorno, mediante intentos por vincularlos a hechos de corrupción, inmoralidad
o ineptitud para gobernar.
El
principio expuesto por Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Adolf Hitler
de que una mentira repetida mil veces acaba por considerarse verdad, es el
mecanismo utilizado para ese objetivo, ahora con el dominio que tienen de las
redes sociales que manejan el perfil de todos sus usuarios para influir mejor
en la matriz de opinión.
Un
tercer punto común es la ‘fabricación’ de mártires de las protestas sociales,
cuyas muertes en Venezuela fueron comprobadas como obra de francotiradores de
los opositores contra sus propios seguidores para imputar el crimen a fuerzas
policiales o defensores del gobierno.
Cuarto
rasgo común en las recetas de Washington reveladas en varios documentos
públicos es romper la tranquilidad ciudadana y sembrar el terror mediante
grupos organizados: ‘guarimbas’ en Venezuela, ‘maras’ en El Salvador o
pandillas en Nicaragua, entre otras formas de promover violencia.
Quinto
y no menos importante, es el respaldo de organismos internacionales y del
gobierno de Estados Unidos para boicotear los intentos integracionistas
regionales y amenazar con sanciones a los gobiernos progresistas aplicando la
clásica ‘zanahoria y el garrote’.
El
financiamiento exterior y de las derechas locales a los intentos
desestabilizadores pretende ocultarse bajo el manto de ‘apoyos populares’ y el
infaltable ‘manto protector’ de medios de comunicación propiedad de la derecha
o comprometidos con ella.
Muchas
aristas tiene este nuevo Plan Cóndor. El tema está abierto.
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