Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Anselmo
Esprella
“Pongo y saco presidentes, levanto y reviento
empresas”, declaraba en los 90, el poderoso empresario de medios de
comunicación, Raul Garáfulic Gutiérrez, padre de los propietarios del periódico
Página Siete. Mientras encendía un habano, mostraba la parcialidad de los
medios de comunicación, que algunos trabajadores de la prensa, se afanan en
ocultar y disimular. A los periodistas, nadie los ha elegido, pero tienen más
poder que una bancada de diputados. Son los nuevos Torquemada de la sociedad,
alados e infalibles, van por la vida anunciando la nobleza e imparcialidad de
la prensa libre. Mientras los mortales escribimos y hablamos desde nuestra
subjetividad, desde nuestra parcialidad y devenir, los periodistas se instalan
cómodamente más allá del bien y el mal, hablan en tono ceremonioso, por
inspiración directa de Dios.
La
verdad incorruptible, casta y pura, no existe; lo que existe es la
interpretación de los hechos, decía Foucault: “No hay hechos, hay
interpretaciones”. Los grandes medios de comunicación, no comunican hechos,
sino la interpretación de los acontecimientos que realizan desde la procedencia
de clase del propietario del medio. Los individuos, creen que piensan, sin
embargo, “son pensados” por el poder verdadero: los grandes oligopolios de la
comunicación. Las personas, son apenas una cajita de resonancia de un poder
oculto y siniestro.
En
los aprestos golpistas de agosto de 1971, hace su aparición en la escena
política del país, un empresario, cuya huella política, continúa hasta nuestros
días. Su nombre es Raul Garáfulic Gutiérrez, miembro acaudalado de un grupo de
inmigrantes croatas. Junto a varios militantes del MNR y militares fascistas,
don Raul, se suma a la conjura, para derrocar al General nacionalista, Juan José
Tórrez. El jueves 19 de agosto, el coronel Banzer, líder de la conspiración, es
detenido en Santa Cruz y trasladado a la ciudad de La Paz. Dos días después,
Raúl Garáfulic, se hace pasar por el mayor Humberto Cayoja, involucrado en el
golpe; “agarré el teléfono y dije, soy Cayoja, póngalo inmediatamente en
libertad al coronel Banzer”. Lo soltaron, pero no solo por aquella llamada
telefónica. Sin embargo, el coronel golpista, jamás olvidará aquel favor. Al
triunfo del cuartelazo, Raúl Garáfulic Gutiérrez, es designado Gerente General
de Canal 7 (Bolivia TV).
El
5 de noviembre de 1971, la dictadura emite un decreto que restituye la pena de
muerte. La ordenanza dispone además, la detención sin tiempo y sin juicio, a
quienes practiquen alguna actividad política. Una de las frases preferidas del
dictador era: “Si ven a un comunista mátenlo, yo me hago cargo”.
Apenas
llegó a Canal 7, don Raul, comprendió que la única verdad, es la que difunden
los medios de comunicación. Durante siete años manipuló y ocultó las cárceles
llenas de detenidos, la tortura, la muerte y la desaparición de cientos de
opositores al régimen.
En
1979, acabada la dictadura, en un acto inaudito, ante el silencio cómplice de
los medios de comunicación, la Corte Nacional Electoral, habilitó al dictador a
participar en elecciones democráticas. Garáfulic, fue uno de los impulsores de
aquella vergüenza nacional y participó alegremente en la campaña presidencial
del monumental matarife. ADN, se llamaba aquel partido político, cuyo líder
era, nada menos que el hombre que había gobernado a sangre y fuego, durante
siete largos años: “Banzer Vuelve” decía su slogan.
Don
Raul, sabe que parte con ventaja, por lo que inicia una veloz carrera en la
apropiación de canales de televisión. En abril de 1984 creó el canal pirata,
“Paceña de Televisión”, que se constituiría en el germen de lo que será, ATB
Red Nacional. Desde sus medios de comunicación apoya abiertamente al “dictador
elegido”.
Gracias
a la alianza entre dos partidos (supuestamente) antagónicos, ADN y MIR, Jaime
Paz Zamora (1989-1993), llega a la presidencia y don Raul, es designado
Embajador de Bolivia en España. En Madrid, hará “fructíferos contactos” con el
Grupo PRISA de España.
El
magnate, controlaba los periódicos “Nuevo Día” de Santa Cruz; “Opinión” de
Cochabamba; “La Razón”, “El Extra”, “Bolivian Times” y “La Gaceta Jurídica” de
La Paz y el canal de televisión ATB.
El
21 de marzo de 1994, diputados y senadores de los partidos (MNR, MRTK-L, UCS y
MBL), levantan los dos brazos para aprobar la Ley de Capitalización. Es la
oportunidad que don Raul, ha estado esperando desde hace 20 años. Extiende la
mano y rápidamente se adjudica cuatro empresas del Estado. Es su parte del botín,
el premio a sus sacrificios:
Hilandería
Santa Cruz.
Lloyd
Aéreo Boliviano (LAB).
Empresa
nacional de electricidad ENDE.
Administración
de los Fondos de jubilación (AFPs).
Constituyen
la recompensa, a la cínica justificación del desfalco y el pillaje neoliberal,
difundida en los medios de la familia Garáfulic. La modalidad que implementaron
los piratas del libre mercado, consistía en tres sencillos pasos: primero
denunciaban que el Estado era un mal administrador, luego subastaban las
empresas y por último (en las narices de los medios de comunicación): se compraban
las empresas ellos mismos.
El
viernes 21 de noviembre de 2003, don Raul decide que la semana ha terminado y
se toma unos días para ir a pescar, pero la avioneta que lo trasladaba, cae a
tierra y el empresario muere. Nadie vio su cuerpo herido, por lo que circula la
versión de que no murió y que el accidente fue una artimaña para evadir la
justicia.
Tres
años después, cambiará la suerte de la familia Garáfulic. El pueblo hace
trizas, 20 años de neoliberalismo y el nuevo gobierno, crea una comisión
especial que investigará la privatización de 212 empresas del Estado, al 18 por
ciento de su valor.
Por
lo que los hijos del empresario desaparecido, rápidamente fundan un periódico
al que denominan “página siete”, plagiando el nombre a un conocido diario
argentino de tendencia de izquierda llamado, “página 12”. Desde allí se
victimizan y atrincheran. Cuando el gobierno pretenda llevarlos ante la
justicia por sus “fortunas mal habidas”, ellos denunciarán al mundo que en
Bolivia hay una persecución a la prensa. Entre sus titulares tristemente
célebres están:
“EXCOMULGAN
A CUATRO MINISTROS”. La protesta de la iglesia católica por la infamia de
Página Siete, provocó la destitución de su director, Raul Peñaranda.
“MUERE
UN BEBÉ EN VIOLENTO OPERATIVO EN CHAPARINA”, decía el titular que pretendía
incendiar la ciudad de La Paz. Ninguna persona falleció en Chaparina, solo
murió otro poco, la credibilidad de la prensa nacional.
“DIPUTADA
CHILENA DICE QUE DECLARACIONES DE EVO, SON UNA PROVOCACIÓN”, el periódico toma
como referencia a Mónica Zalaquett, diputada del partido de ultra derecha UDI
de Chile, esposa de Dieter Garáfulic, hijo menor del empresario de medios, que
solía pasear por las calles de “la zona sur” en costosas vagonetas robadas de
100 mil dólares.
Nadie
funda un medio de comunicación para hablar en contra de sus intereses, todo lo
contrario. Los empresarios croatas de los oligopolios mediáticos, lo saben
bien: en los 90 los Garáfulic, acapararon decenas de periódicos y canales de
TV. La familia Kuljis, es una de las más ricas y poderosas del país y es
propietaria de una de las redes de televisión más grandes de Bolivia. Es
difícil explicar el origen de la fortuna del magnate, Ivo Kuljis, dueño de la
Red Uno. En los años 50, su padre caminaba por las calles de Santa Cruz,
arrastrando un pesado bolso de yute lleno de zapatos que vendía puerta por
puerta. Hoy es uno de los empresarios más acaudalados.
Es
ocioso decirlo, pero la técnica que utiliza Pagina Siete y los demás medios de
comunicación de la oligarquía boliviana, es chabacana y vulgar: repetir la
infamia 100 mil veces en la radio y la tv, hasta que usted se la crea. Ese es
el poder de los medios, el poder de imponer “la verdad”, de colonizar las
subjetividades de los sujetos hasta que estos dejan de ser sujetos y se
convierten en autómatas que repiten lo que escuchan en la tele y votan,
convencidos y felices, en contra de sus intereses.
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Y aun así se trata de un medio de comunicación independiente.
ResponderEliminarBolivia reconoce la libertad de expresión de manera que el periódico X o Y puede opinar lo que se le antoje la gana.
En caso de desinformación o mentira, existe el sistema judicial (lastimosamente dependiente del gobierno de turno).
Ni que decir de Bolivia TV que el nefasto gobierno ha interpretado como canal masista en lugar de canal Estatal... Estatal no significa que tiene q servir al partido político y transmitir solamente inauguraciones de canchas porq jamás se habla de la violencia, trata y tráfico de la q son cómplices, el desastroso sistema de salud q ni el mismo presi se anima a usar en Bolivia, tampoco se habla de la invasión de chinos, menos de casos de corrupción en los q esta envuelto el gobierno. Entonces para el autor de esta nota, no hay que criticar lo q uno mismo hace, eso es hipocresía y a cualquier masista, por suerte, ya nadie les cree más q los mismos masistas porq han inventado un Estado paralelo donde todo esta de maravilla. Una vergüenza
ResponderEliminarMuhos datos son errados.
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