Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Oscar Silva
El
conflicto originado por las demandas económicas de la Universidad Pública de El
Alto (UPEA), que no solo ha generado un clima de conflicto en la ciudad de La
Paz y en su propia sede, llegando incluso a cobrar la vida de un joven
estudiante de esa casa de estudios, debe llevarnos a plantear algunas
interrogantes de extrema necesidad, no solo para comprender el conflicto, sino
para vislumbrar vías de solución permanentes.
El
conflicto originado por las demandas económicas de la Universidad Pública de El
Alto (UPEA), que no solo ha generado un clima de conflicto en la ciudad de La
Paz y en su propia sede, llegando incluso a cobrar la vida de un joven
estudiante de esa casa de estudios, debe llevarnos a plantear algunas interrogantes
de extrema necesidad, no solo para comprender el conflicto, sino para
vislumbrar vías de solución permanentes.
La
UPEA forma parte del sistema de la Universidad Boliviana (CEUB) dentro del cual
se también están todas las universidades estatales y un par de privadas
(católica y militar), sistema que no ha logrado uniformar la naturaleza misma
de sus universidades miembros y que ha permitido que algunas de ellas, como la
UPEA, sean parte y no de ese sistema.
Pero
si bien universidades “privadas” como la UCB o la EMI, tienen sus
particularidades y pueden ser entendidas por su naturaleza elitaria, en el caso
de la UPEA sorprende de sobremanera por ejemplo el sistema de autogobierno y de
elección de sus autoridades. Pero no solo eso, de acuerdo a lo que se ha
conocido a raíz del conflicto, no se observa ningún procedimiento de admisión
de estudiantes, no se cuenta con un registro real y creíble de su masa
estudiantil, no se cuentan con procedimientos para la docencia, por lo que no
tiene docentes titulares.
Por
si eso fuera poco, de acuerdo a sus propios exámenes de auditoria, el manejo de
sus nada despreciables recursos económicos es totalmente anárquico, lo cual
habría llevado a la situación actual de casi desastre a esta joven universidad.
Más
allá si estamos o no de acuerdo o no con la autonomía universitaria o con el
cogobierno que rige las casas de estudio financiadas por el estado, considero
que es no solo necesario, sino imprescindible y urgente analizar, no solo en la
UPEA, sino en el resto de las universidades del sistema, aspectos esenciales
como los límites de la autonomía, por ejemplo.
Esta
autonomía debe regir sin duda en el campo académico y en la elección de sus
autoridades, respetando los conceptos generales y fundamentales del cogobierno.
Debe servir para optimizar los aspectos académicos: debiendo, sin embargo,
coordinar con el Estado que es el que financia y garantiza su funcionamiento,
aspectos como la demanda de profesionales en el país, la priorización en la formación
de técnicos y profesionales en determinadas áreas de mayor proyección en el
desarrollo del país, dejando de lado una formación tradicional de
profesionales, que mantiene casi intactos los modelos coloniales de enseñanza.
Hasta
cuándo vamos a seguir llenando nuestras universidades de estudiantes de
derecho, comunicación o sociología, cuando no solo el mercado profesional para
estas carreras está casi completamente saturado, sino que por la misma
proliferación de ofertas en estas áreas y por las “facilidades” de estudio que
se otorgan, los niveles de formación y calidad se encuentran en sus niveles más
bajos de toda su historia, lo cual va en contra de los propios jóvenes que se
forman en esas disciplinas cuando tienen que enfrentar la vida laboral.
Las
universidades no pueden estar alejadas de la realidad, pero en nuestro país si
sucede aquello. Tenemos un estado que en la última década ha cambiado
radicalmente en casi todos los aspectos, pero nuestras universidades se han
quedado rezagadas viviendo aun en el siglo pasado, pese a que este mismo estado
nuevo les ha otorgado las condiciones de toda índole para que puedan
constituirse en la vanguardia de este cambio.
El
caso de la UPEA es grave y exige soluciones radicales, no solo de parte del estado
sino también del propio sistema universitario. Pero hay que reconocer que no es
el único. El resto de las universidades también deben replantearse su rol
dentro de la sociedad y su relación con el estado, dejando atrás su aislamiento
colonial y pequeño burgués. La universidad que no es revolucionaria no tiene
razón de ser.
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