Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Sin cumplir la mayoría de edad un joven Miguel
se comprometió consigo mismo en un pequeño y modesto diario personal: “Juro que si he de escribir o hacer algo en
la vida será sin temor ni pusilanimidad; sin horror al qué dirán; con la franqueza
que salga de mi cerebro; que ha de ser libre de prejuicios y dogmas. Si no soy
de constitución valiente, me haré valiente por la vía racional”.
Miguel Enríquez Espinosa nació el 27 de marzo
de 1944, en Talcahuano – sur de Chile, siendo el cuarto hijo del matrimonio de
Edgardo Enríquez Frödden y Raquel Espinoza Towsend. Miembro de una tradicional familia
ligada a la política a través del Partido Radical, desde niño vio reunirse en
su casa a lo más preciado de la alta cultura e intelectualidad local, ya que su
padre –médico, docente, masón, futuro rector de la Universidad de Concepción y
Ministro de Educación de Salvador Allende– invitaba a sus amistades para que
conversaran con sus pequeños hijos.
Los estudios primarios los realizó en el
Colegio Inglés de Concepción y una noche, cuando aún cursaba el kínder, le advirtió a don Edgardo: “papá, no podré volver a dormir tranquilo
sabiendo que hay personas que duermen en la calle, cerca de casa”.
Cursó sus estudios secundarios en el liceo
público de la ciudad, Liceo No. 1 Enrique Molina Garmendia, donde entabló
amistad con Luciano Cruz, Marcelo Ferrada y Bautista van Schouwen, futuros
fundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). También en esta
época dio sus primeros pasos políticos, protestando contra el alza de pasajes y
el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, a fines de los cincuenta. En 1961
matricula sus estudios de medicina en la Universidad de Concepción, donde se
graduó con honores en 1968; con posterioridad es becado para la especialidad de
neurocirugía, estudios que abandonó para dedicarse enteramente a la actividad
política.

Incurrió en un intenso y heterodoxo
autoestudio del pensamiento marxista, al tiempo que se allegó a las filas de la
Vanguardia Revolucionaria Marxista (VRM), fuerza que aglutinó juventudes universitarias
prochinas, trotskistas, guevaristas y, en general, al conjunto de las
corrientes revolucionarias que cuestionaban el actuar institucionalizado de la
izquierda tradicional chilena representada en los partidos socialista y
comunista.
Luego de un arduo proceso de convergencia de
la “izquierda revolucionaria”, el 15 de agosto de 1965 se fundó el MIR chileno,
que reunió disidencias de distinto cariz e igualmente diversas generaciones.
Dos años más tarde Miguel Enríquez asumió su Secretaría General; tenía 23 años
y se encontraba cursando el internado de medicina.
Desde un comienzo se volcó a la construcción
de una organización político militar e impulsó la propaganda armada por medio
de acciones directas: tomas de fundos, ocupación de terrenos para el establecimiento
de los sin casas, corridas de cerco contra latifundistas y forestales en territorio
mapuche, expropiaciones bancarias, entre otras; siempre con el objetivo
estratégico de conformar un ejército con amplia base social que fuera capaz de
desatar una guerra popular prolongada e irregular para la toma del poder y la
construcción del socialismo en Chile.
Con la victoria de Salvador Allende en 1970
Miguel despuntó como líder revolucionario al adecuar la acción del MIR a un
nuevo escenario signado por la conquista del poder a través del voto y la construcción
del socialismo por la “vía pacífica”, dos elementos esenciales de la estrategia
del “compañero Presidente”.
Miguel Enríquez desestimó que el marco
institucional chileno pudiera asimilar, sin respuesta de la burguesía autóctona
y el imperialismo yanqui, la propuesta allendista y del a Unidad Popular (UP),
por tanto, se concentró en radicalizar a los sectores más marginados de la
sociedad –campesinos, pobladores, subproletariado urbano, estudiantes– con el
objetivo de acumular fuerza social y política revolucionaria capaz de contener
y revertir un inminente golpe de Estado. Quedó a medio camino en su labor; los
golpistas operaron con mayor premura que el conjunto de la izquierda.
El 11 de septiembre de 1973 ofreció ayuda al
Presidente Allende para sacarlo de La Moneda, pero recibió el último mensaje de
éste: “Ahora es tu turno Miguel”. Durante los próximos doce meses, en momentos
donde parte de la izquierda tradicional se replegaba en el exilio, tras lanzar
la consigna de que “el MIR no se asila”, se dedicó a reestructurar la
organización –muy golpeada por la policía política de Pinochet– y crear un
frente unitario de “Resistencia popular” al interior de Chile.
A media mañana del 5 de octubre de 1974 los
organismos de la inteligencia dictatorial dieron con su paradero y tras cercarlo
con seiscientos agentes, tanques y helicópteros, y luego de un combate que se
extendió por casi dos horas, cayó en combate Miguel Enríquez, líder histórico
del MIR y pionero en la resistencia antidictatorial. Armando Hart, en nombre
del Partido Comunista de Cuba expresó: “Ha muerto un capitán de revolución”.
Miguel tenía 30 años.
A 42 años de su muerte, la juventud chilena se
apropia de su legado: el riguroso y heterodoxo estudio de la doctrina marxista,
la praxis revolucionaria transparente y audaz en favor de “los pobres de la ciudad
y el campo”, la valentía y consecuencia sin límites.
Como diría Miguel, en una interpelación
“antropológica”: “¡Adelante con todas las fuerzas de la historia!”.
Profesor de Historia y geografía
“Hubo un no fue, bajo un jamás.
Hubo un tal vez, bajo un quizás…
Por un fuego que no des a tiempo
puede no salir el sol”.
Silvio Rodríguez - Canción contra la
indecisión
[Homenaje a Miguel Enríquez]
y Twitter: @escuelanfp
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