Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Gisela
Brito
En los últimos días Haití fue noticia por el paso
devastador del huracán Matthew y la suspensión indefinida de las elecciones
presidenciales que debían celebrarse el domingo 9. Estos comicios están
pendientes de celebración desde octubre de 2015, cuando fueron anulados en
segunda vuelta por denuncias de irregularidades y la escalada de tensión política
en las calles. El gobierno sigue en manos del Jocelerme Privert, presidente
interino electo por la Asamblea Nacional para llenar el vacío de poder tras la
finalización del mandato de Michel Martelly, último presidente apadrinado por
la «comunidad internacional» que llegó al poder en el controvertido proceso
electoral de 2010-2011.
El último dato oficial de víctimas por el efecto del
huracán -combinado con la inexistencia de infraestructura adecuada- es de 372
muertos, 4 desaparecidos y 246 heridos, aunque circulan por la prensa
internacional cifras que hablan de 800, 900 o hasta «más de 1000» muertos. La
precisión no es nada, los muertos de Haití se cuentan de a cientos con una
liviandad inusitada. Como si sólo de
cifras se tratase, y no de seres humanos, el día después del paso del huracán
la noticia en CNN internacional y cadenas afines no fue el impacto destructor
en Haití sino la espera sensacionalista de la llegada de Matthew a Florida.
Mientras, en Haití, después de la tormenta sobrevino
la alerta por los brotes de cólera que podrían ampliar aún más la cantidad de víctimas,
tal como sucedió luego del terremoto de 2010. Una semana después, CNN en español
anunció que sí iría a cubrir la devastación de Matthew con un mensaje elocuente
a sus televidentes: “solidarízate con este pueblo hermano que parece destinado
a sufrir” [1]. ¿Por qué está Haití destinado a sufrir? En la relación de esta
pequeña isla del Caribe con la llamada «comunidad internacional» es posible
hallar algunas respuestas.
I
Hay un hecho en la historia contemporánea muy poco
estudiado y demasiado silenciado que es fundamental para entender la historia y
el presente haitiano. Entre 1791 y 1804 se desarrolló en la isla antillana un
proceso revolucionario que culminó con la declaración de la independencia de
Francia y el establecimiento de la primera república negra libre.
La Revolución de Haití cometió la osadía de marcar con
su irrupción un desgarramiento irresoluble en la construcción de la modernidad
encarnada en la Revolución Francesa. ¿Por qué? Porque desafió abiertamente las
pretensiones universalistas de igualdad y libertad plasmadas en la Declaración
de los Derechos del Hombre de 1789 [2]. La gran paradoja fue que los
afroamericanos de Haití se apropiaron de ese universalismo y con ese acto quedó
en evidencia el carácter ideológico eurocéntrico de la Revolución Francesa,
pues los derechos que este documento promulgaba no contemplaban a los esclavos.
Su pretendido universalismo era a todas luces sólo un particularismo, el que
correspondía a los intereses del sector hegemónico, y que justamente por eso –por
ser el hegemónico- podía aparecer presentado como universal.
Se trata de la puesta al desnudo de la contradicción
entre la construcción de las ideas de igualdad y libertad basadas en la
revolución burguesa europea y la lógica de la esclavitud y la explotación
colonial, que permitían sostener -en términos económicos- a las metrópolis
europeas. Y es que a menudo se olvida que la esclavitud fue un pilar
imprescindible en el desarrollo y expansión del capitalismo moderno. Sin ella
el comercio triangular (Europa-África-América) que está en el origen del
sistema-mundo no hubiera sido posible. En otras palabras, la Revolución de Haití
hizo evidente la contradicción entre el entramado filosófico político de la
modernidad que propugna la libertad individual, la igualdad universal y la
fraternidad humana, y la base material económica sustentada por la esclavitud y
el racismo que la legitima.

II
Tal fue la condena al olvido de la revolución de Haití,
y de Haití mismo, que en las conmemoraciones del bicentenario de las
revoluciones de independencia en América Latina, celebrado con pompas por
gobiernos de distintos signos políticos, no hubo (a excepción de Cuba y
Venezuela) alusión alguna a aquella primera y radical revolución que inauguró
el proceso emancipatorio en la región. No sólo eso, sino que ya en pleno siglo
XXI la historia de Haití sigue marcada por la intervención militar y la
devastación económica. En 2004, Jean-Bertrand Aristide, primer presidente elegido
democráticamente, fue derrocado ante el silencio cómplice de la «comunidad
internacional» liderada por EEUU, Francia y Canadá [4]. El golpe se produjo
justamente meses antes de cumplirse el bicentenario haitiano, y poco tiempo
después de que el mandatario anunciara que Haití exigiría una reparación histórica
a Francia. Desde entonces el país está
intervenido por la ONU (Organización de
Naciones Unidas) mediante la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas
para Haití (Minustah).

En ese contexto cobra sentido la disparidad entre las
cifras oficiales de víctimas del huracán Matthew y las difundidas por grandes
conglomerados de medios internacionales. El actual ministro del interior François
Anick Joseph lo denunció con una frase lapidaria: «ellos (las ONG’s y la
cooperación internacional) quieren mostrar que la situación es más grave para
recaudar fondos» [7]. Fondos que como viene sucediendo desde hace años no se
destinan a ayuda humanitaria sino a inflar los bolsillos de un «capitalismo del
desastre» [8], que revuelve las ruinas de un Estado débil para convertir una
supuesta «ayuda internacional» en un negocio construido sobre la base de la catástrofe
humanitaria.
Conocida en el siglo XVIII como la «perla del Caribe»
por su aporte decisivo a la expansión económica de Francia, Haití seguirá
siendo la herida abierta de América Latina mientras continúe intervenida por
una «comunidad internacional» que hace décadas no es otra cosa que un eufemismo
para legitimar prácticas colonialistas y predatorias en países periféricos.
Notas:
[1] Ver
http://cnnespanol.cnn.com/video/cnnee-haiti-dolor/
[2] Sobre el tema es recomendable el ensayo de Eduardo
Grüner (2010), La oscuridad y las sombras. Capitalismo, cultura y revolución ,
editado por Edhasa: Buenos Aires.
[3] Por ejemplo, Susan Buck Morss (2005) documenta la
influencia del proceso revolucionario haitiano en el desarrollo de la célebre
dialéctica del amo y el esclavo de Hegel, lector atento de los acontecimientos
a los que accedía por la prensa de la época. Ver Hegel y Haití. La dialéctica
amo-esclavo: una interpretación revolucionaria , Grupo Norma: Buenos Aires.
[4] Este fue el segundo golpe de Estado perpetrado
contra Aristide, que ya había sido derrocado en 1991.
[5] García, J. La OEA denuncia que Haití ‘está en
manos de las ONG’ , entrevista a Ricardo Seitenfus, El Mundo, [4 de febrero
2010]. http://www.elmundo.es/america/2010/02/04/noticias/1265293571.html
[6] Ver
https://www.propublica.org/article/how-the-red-cross-raised-half-a-billion-dollars-for-haiti-and-built-6-homes
[7] TeleSUR,
Haití denuncia negocio humanitario de ONGs tras paso de Matthew, [08 de octubre de 2016]
http://www.telesurtv.net/news/Gobierno-de-Haiti-denuncia-interes-de-negociar-con-situacion-humanitaria-20161008-0030.html
[8] Naomi Klein llamó así a los negociados que se
iniciaron ni bien la tierra dejó de temblar en Haití en 2010.
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