Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Immanuel Wallerstein
Esta es
una cuestión que la gente de izquierda y
centroizquierda ha estado preguntándose por algún tiempo ya. De modos
diferentes, la pregunta se hace en América Latina, en buena parte de Europa, en
los países árabes e islámicos, en África austral y en el noreste asiático. La
pregunta es de lo más dramática porque, en muchos de estos países, esto sigue a
un periodo donde hubo virajes significativos hacia la izquierda.
El
problema para la izquierda son las prioridades. Vivimos en un mundo en que el
poderío geopolítico de Estados Unidos está en constante decadencia. Y vivimos
en un mundo donde la economía-mundo está reduciendo seriamente los ingresos del
Estado y los personales, de tal modo que los estándares de vida de la mayor
parte de la población mundial están cayendo. Éstos son los constreñimientos de
cualquier actividad para la izquierda. Constreñimientos que la izquierda así no
puede afectar.
Crecientemente,
hay movimientos emergentes que hacen su llamado denunciando a los principales
partidos políticos de centro. Estos movimientos llaman a promover políticas
transformadoras radicalmente nuevas. Pero hay dos clases de tales movimientos:
uno que podríamos llamar la versión de derecha y el otro la versión de
izquierda. La versión de derecha podemos hallarla en la campaña presidencial de
Donald Trump en Estados Unidos, la campaña contra las drogas de Rodrigo Duterte
en Filipinas, el partido Ley y Justicia en Polonia y muchos otros. En cuanto a
la izquierda, la prioridad número uno es evitar que tales movimientos tomen el
poder del Estado. Estos movimientos son básicamente xenofóbicos y excluyentes y
utilizarán su control del Estado para aplastar a los movimientos de izquierda.
Por
otra parte, existen movimientos de izquierda que también se han estado
organizando sobre la base de políticas transformadoras radicalmente nuevas.
Éstas incluyen el intento de Bernie Sanders de obtener la nominación demócrata
a la presidencia de Estados Unidos, el intento de Jeremy Corbyn de retornar al
Partido Laborista británico a su respaldo histórico hacia el socialismo, Syriza
en Grecia y Podemos en España, y muchos otros. Por supuesto que cuando estos
movimientos se acercan a la obtención del poder, la derecha mundial (de
corriente dominante o la que es radicalmente anti-establishment) se une para
eliminarlos o forzarlos a modificar sus posturas de modos importantes. Esto fue
lo que ocurrió con Syriza.
Así que
esta segunda prioridad tiene sus limitaciones en sí mismas. Se ven forzados a
volverse otra versión de los partidos de centroizquierda o social demócrata.
Esto tiene una función: limita el daño a corto plazo para los estratos más
pobres, minimizando el daño. Pero no ayuda a la transformación.
El
objetivo de mediano plazo de establecer un nuevo sistema-mundo que sea
relativamente democrático y relativamente igualitario requiere acciones
políticas de otro tipo. Requiere que en todas partes se organice desde el nivel
más abajo de la política y de ahí ir construyendo alianza hacia arriba, en vez
de que se baje a partir del poder del Estado. Éste ha sido el secreto de la
fuerza reciente de los movimientos antiestablishment de derecha.
Lo que
hará posible que la izquierda establezca un sistema sucesor de nuestro actual
sistema capitalista, ahora en decadencia definitiva, es una habilidad para
combinar la política de alianzas de corto plazo que minimizan el daño que los
presupuestos apretados le hacen a los estratos más pobres, una fiera oposición a
que el control del Estado lo obtengan los movimientos antiestablishment de ala
derecha, y la continua organización de la izquierda mundial de abajo hacia
arriba en lo político. Esto es muy difícil y requiere una claridad constante en
el análisis, opciones morales firmes para la clase de otro mundo posible que
queremos y decisiones políticas tácticas con sabiduría.
Traducción:
Ramón Vera Herrera
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