Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Ahora resulta que un hecho tan privado
como decidir cambiarse de sexo o incluso de identidad sexual debe ser sometido
a referéndum; que todos debemos opinar en torno a una determinación que solo
involucra a quien decide; y que debe someterse a escrutinio de los que nada
tienen que ver. Y es que la Iglesia Católica y algunas iglesias protestantes
están ingresando a un campo en el que no tienen ninguna vela.
Y ya viene siendo hora de que nos
modernicemos y no solo permitamos que la gente se identifique con el género que
quiera, sino que además se legalice el matrimonio homosexual y la adopción de
niños por parejas del mismo sexo.
Ya sé que la autoidentificación de género
es un primer paso y que mejor no tocamos el resto, porque los espíritus pacatos
pueden alarmarse. Lo sé, pero me apena, sencillamente porque a estas alturas
del partido debería ser fácil entender que si algo necesita el mundo es amor, y
que si el amor de ellos es diferente al heterosexual, bienvenido sea, ¿quiénes
somos nosotros para criticar el amor de los demás?
¿Quiénes son los de la Iglesia Católica para
criticar la determinación de los otros cuando en sus filas pululan sacerdotes
pedófilos?, ¿cuando la Iglesia debe pedir perdón a los indígenas, a las
mujeres, a los afro, a los judíos por las barbaridades que legalizó con la
Biblia en la mano?
La Iglesia Católica boliviana, acorde con
el país, era una de las más progresistas del continente y ahora ha devenido en
una congregación conservadora que usa sus principales medios de comunicación
como refugio de resentidos antiproceso de cambio.
Y hablando de periodistas opositores, no
he leído nada de quienes llenaron páginas de páginas con el caso Zapata sobre
el tema que nos ocupa, ¿será que, como dependen del sueldo de la Iglesia,
callan lo que antes apoyaban?
Los anarquistas pergeñaron una frase
histórica: mis derechos terminan cuando comienzan los derechos de los demás.
Clarísimo, los derechos de la Iglesia terminan cuando comienzan los derechos de
quien desea identificarse con el género que le dé la gana. Eso es democracia,
lo otro, reminiscencias de la Inquisición, donde la Iglesia Católica se ganó
todas las rifas de la infamia y la canallada, torturando a todo el que creía
diferente en nombre de un Dios que merece mejores representantes, olvidando que
ese mismo ser todopoderoso es amor y no discriminación. Así que, como diría mi
hija, a esa Iglesia hay que recordarle que calladitos se ven más bonitos.
y Twitter: @escuelanfp
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