Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Eduardo Molina
Aún
no se conocen datos oficiales del conteo de votos. Según primeros informes de
las principales encuestadoras, habría un virtual empate técnico entre Keiko
Fujimori (KF) y Pedro Pablo Kuczynski (PPK), con una leve ventaja para éste:
El
“conteo rápido” de IPSOS asigna a PPK un 50,5 % de los votos válidos,
contra 49,5 % para Keiko. Según GfK, Kuczynski obtendría el 51,2% de los
votos y Fujimori un 48,8%.
La
encuestadora CPI registra en primer lugar a Fujimori con un 51,1%, mientras PPK
obtendría un 48,8%.
No
está definido el resultado todavía, aunque algunos informes periodísticos
afirman que la ventaja de PPK estaría creciendo lentamente. Ninguno de los dos
candidatos se ha proclamado ganador y han llamado a esperar los resultados
oficiales. La autoridad electoral (ONPE) emitirá un primer informe sobre el 30%
de las urnas a eso de las 21.00, hora peruana.
Ambos
comparten el programa neoliberal y representan las dos principales expresiones
de la derecha en el país. Cualquiera sea el resultado, el nuevo gobierno
mantendrá la continuidad con el “modelo” de entrega al capital extranjero,
saqueo de los recursos naturales y precarización laboral, impuesto en el Perú
en los 90, precisamente bajo el gobierno de Alberto Fujimori. Más aún, deberá aplicar
contra el pueblo los ajustes necesarios para consolidar la buena marcha de los
negocios capitalistas, ya que el “modelo” peruano, aunque vive cierto
reanimamiento, es afectado por los menores precios de los minerales e
hidrocarburos.
La
campaña estuvo teñida por una insistente polarización entre fujimorismo y
antifujimorismo, atizada por los grandes medios que, como la mayor parte de las
élites burguesas, apoya a Kuczynski. Hasta una semana atrás, sin embargo, las
encuestas le daban ventaja de varios puntos a Fujimori. Al parecer, fue un
esfuerzo supremo en estos últimos días, con un debate televisivo del que habría
salido mejor parado PPK, además de movilizaciones antifujimoristas, impulsadas
por sectores de izquierda y sindicatos. También influyó el llamado a votar por
PPK que hizo el Frente Amplio de Verónika Mendoza, lo que podría llevar al
gerente al despacho presidencial. En efecto, en el Sur peruano (plaza fuerte
del Frente Amplio) PPK estaría rondando el 60% de los votos.
Pero
en verdad, más allá de sus diferencias políticas y sociales, no se trata de
“corrupción” y “autoritarismo” (Keiko), versus “transparencia” y “democracia”
(PPK).
La
combinación de formas de corrupción es estructural al régimen capitalista. Con
Keiko es probable que sea “sobrerrepresentada” la corrupción de las camarillas
arribistas, con sus lazos oscuros con el narcotráfico y otras lindezas, que
desde el poder del Estado pueden reclamar un diezmo mayor para facilitar los
asuntos del gran capital. Pero con Kuczynski prevalecerá de manera más directa,
continuando con sus “business as usual”, la alta corrupción de guante blanco de
las transnacionales y las finanzas que saquea al Perú, sin desmedro de que la
otra siga llevándose una porción.
Keiko
Fujimori tiene detrás de sí la tradición autoritaria y corrupta de su padre. Se
apoya en sectores de la burguesía media y baja de origen plebeyo, pero mantiene
una base social amplia entre sectores populares empobrecidos del Perú, a los
que promete reeditar el asistencialismo social y la “seguridad” a través de la
“mano dura” que caracterizaron el fujimorismo. La élite los mira por arriba del
hombro y desconfía de sus uñas largas y sus modales prepotentes y autoritarios,
no tanto porque pueda dirigirlos contra el movimiento obrero y popular, sino
por el riesgo de que sean desestabilizadores.
Pablo
Kuczynski (PPK) es por el contrario el gerente ideal. Con una larga carrera
empresarial, tecnócrata que ha servido en gobiernos anteriores y directorios de
transnacionales, es un neoliberal “republicano”, afecto a los métodos normales
de la “democracia para ricos”, a las privatizaciones y a todo tipo de
concesiones y entrega a las grandes empresas extractivistas y los bancos. Por
eso mismo, dispuesto a recurrir a la represión cuando el plan neoliberal lo
exige, como por ejemplo se hizo bajo Toledo, el gobierno del que era parte en
2002, contra las movilizaciones que derrotaron la privatización de la
electricidad en Arequipa (que él promovía).
Las
élites de poder le critican a Keiko no haber “aggiornado” más a su organización
política, desprendiéndose de algunos impresentables colaboradores de su padre,
y disciplinando a algunos nuevos pero que ya muestran malos hábitos de
corrupción y autoritarismo.
El
“antifujimorismo” le sirvió hasta ahora para mantener a raya a Keiko, y
posiblemente para impedirle llegar a la presidencia, pero al mismo tiempo,
tiene la contradicción de que traba la posibilidad de asimilarla plenamente
como opción confiable. En palabras de Steven Levistky, en La República (05/06).
“La persistencia del antifujimorismo, entonces, ha tenido un efecto paradójico:
pone límites al fujimorismo (que es clave para la democracia) pero al mismo
tiempo inhibe su transformación”.
Más
allá de sus preferencias, la burguesía tiene ante sí, la necesidad de integrar
al fujimorismo a cualquier esquema de equilibrio político que se pueda imaginar
de aquí en adelante. Para empezar, digamos que en los últimos años la bancada
de Fuerza Popular cumplió un papel moderado, sosteniendo la gobernabilidad. Pero
lo más importante es el nuevo dato de su peso político: Fuerza Popular no sólo
tiene un gran caudal electoral, sino que en abril se aseguró la mayoría simple
en el Congreso de la República (unos 70 representantes sobre 130). PPK sólo
cuenta 18 escaños propios.
Por
ello, si se impone Kuczynski, está prácticamente obligado a pactar para poder
gobernar, negociando en primer lugar con Keiko. De hecho, comparten los rasgos
esenciales de la base programática neoliberal común.
Si
finalmente triunfa Fujimori el problema será para los neoliberales también
pactar con Keiko, para que garantice poner límites y disciplinar a su
movimiento.
Puede
decirse que el programa de gobierno, ya ha sido votado, hoy, en las urnas, sólo
se seleccionaba al responsable de llevarlo adelante. Sea cual sea el resultado,
la opción para los trabajadores y el pueblo es una sola, prepararse para
enfrentar al próximo gobierno.
Lamentablemente,
la mayor parte de la izquierda peruana contribuyó a ocultar esto, al dar su
“apoyo crítico” mediante el voto al representante “republicano” de las
transnacionales, con el argumento del “mal menor”.
Si
se recuerda que en el primer turno electoral más de la mitad de la mitad del
padrón no votó, o lo hizo en blanco o viciado, y más de un cuarto de los votantes
lo hizo por el Frente Amplio y otras opciones menores vistas como de izquierda,
es fácil entender que no sólo no correspondía embellecer al gerente, sino que
se podía vaciar de legitimidad este segundo turno impulsando un masivo voto en
blanco o nulo. Este hubiera sido el mejor paso para empezar a preparar
políticamente la resistencia.
y Twitter: @escuelanfp
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios