Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Jorge Mansilla Torres
En la memoria pervive la
masacre de San Juan,/ aunque la historia se olvide, por sus sesos de
alquitrán.// Así compuse en Llallagua/ coplas para recordar,/ van a ser
cincuenta años ¿y a quién le puede importar?
Alalay alalaycito chiri
huayra de San Juan,/ el Ejército en las minas aserrín, hace rran.// Junio del
67, ¿cómo no me he de acordar? / El frío frente a la muerte había sabido
temblar.
La noche del 23, justo
cuando empieza invierno/ el pueblo prende fogatas y bebe y se pone tierno.//
Truenan cuetillos, cachorros, para quebrar las heladas./ ¡Wari k’asaya!, se
grita. ¡K’ala t’ocaya! y tonadas.
Sentados ante el fueguito
hay que calentar la piel,/ el rito de ver arder leña, penas y papel.// “Me
causa el amor barullo y escalofríos también: si me calienta tu orgullo, me
congela tu desdén...”.
Cuando saltaban la pira y
tomaban té con té/ o hablaban en voz bajita de la guerrilla del Che,// por
atrás, de entre las sombras/ llegaron los mil valientes/ rángeres en treinta
tropas castañeteando los dientes.
Desde el campamento Montes
bajaron por la ladera/ del Chakimayu, a las once empezó la tronadera.// San
Juan, el bautizador, ni supo que el Alto Mando/ había planeado ese asalto
sanguinario desde cuándo.
De tan oscura estrategia en
la iluminada noche/ nada comprende la gente, solo farfulla un reproche.//
Ametrallan Siglo XX y bombardean Llallagua,/ fuego - estupor en el hielo, que es
la catedral del agua.
Yo vi partirse a las
piedras cuando ingresó el regimiento,/ fueron tumbas en hileras las casas del
campamento. // Ahí en la calle Linares quedaron diez masacrados, / veintiuno
donde la iglesia y en los quintos acabados.
Ancianos muertos de miedo y
de plomo cuántos changos,/ leña al fuego, arden brillando los sueños y los
charangos.// Cayó la pobre Juliana seca sobre el sucumbé,/ la coronaron de
balas y ella no supo por qué.
Rosendo, compadre Neme,
Alcira, mariachi Soria,/ compañeros, nadie muere si el pueblo tiene memoria. //
Alalay alalaycito, chiri huayra de San Juan,/ ¿por qué será que en mis sueños
soldados vienen y van?
Coronel, a usted le pido,
aunque parezca mentira,/ mire qué corre en el río: sangre en vez de copajira.//
Capitán Zacacho Plaza, con tu moral de culata,/ disparaste por la espalda a la
luz de la fogata.

Pero, en fin, no hay nada
extraño y más bien se explica cómo / eran enfermos de estaño y se murieron de
plomo.// Alalay alalaycito, viento frío de San Juan,/ ¡tanto crimen sin
castigo, me hace rrin me hace rran!
y Twitter: @escuelanfp
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