Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Lourdes
Montero
En
los últimos años, si alguna noticia nos llega de Centroamérica, seguro es una
mala noticia. Y es que hablar de estos países implica referirse al crimen organizado,
el feminicidio, la corrupción y el narcotráfico. Una serie de fantasmas que
amenazan todo el continente latinoamericano y se tornan en realidad cotidiana
en Guatemala.
En
días pasados, al referirse a este contexto, el presidente Otto Pérez Molina
hacía referencia a la pobreza como una de las causas de los altos índices de
delincuencia. Lo que el presidente Pérez evitó mencionar es que, en su país,
junto a la extrema pobreza convive la extrema riqueza de una manera
escandalosa. Pobreza igual a delincuencia parece ser una fórmula simplista de
interpretar la realidad, que el exmilitar aplica a la hora de explicar los
problemas de Guatemala, sin poner atención a la enorme desigualdad económica y
la violencia que esto causa.
Según
el Informe Mundial de la Ultra Riqueza 2012/2013, un pequeño grupo de 1.025
millonarios centroamericanos acumula fortunas por $us 137.000 millones.
En Guatemala, tan sólo 245 millonarios controlan un capital de $us 30.000
millones. El número de ricos, con una fortuna media individual de $us 122
millones, equivale al 0,06% de la población del país, con un PIB que sumó $us
49.895 millones el año pasado. Estas cifras impactan en una nación donde la
mitad de sus habitantes sufren de pobreza extrema y uno de cada dos niños padece
desnutrición crónica.
Y
Guatemala es un espejo de lo que ocurre en los países que optan por un
crecimiento sin redistribución. Así, cada vez somos más conscientes de que los
pobres no son el principal problema en Latinoamérica; más bien debemos poner atención
a los ricos y conocer las instituciones sociales y económicas que operan para
multiplicar su riqueza.
Carmen
Rosa Escribano, directora ejecutiva del Instituto para el Desarrollo Sostenible
de Guatemala, es muy clara al sostener que “la inequidad es uno de los
principales problemas en Centroamérica; la brecha entre ricos y pobres se hace
cada vez más grande: hay más pobres, menos ricos y se está estrangulando a la
clase media”, y en esto los gobiernos tienen mucha responsabilidad, ya que los
países de la región con más millonarios son los que tienen menos impuestos.
Escribano declara que “la tasa impositiva recae sobre todo en la clase media.
Hay históricas familias millonarias que han mantenido privilegios y negocios
evadiendo impuestos. Empezaron por tierras, siguieron con la banca y ahora
pertenecen a grandes consorcios de extracción de bienes primarios, como el
azúcar”.
Aunque
en Centroamérica hay un puñado de ricos, explica Escribano, “el capitalismo ni
siquiera está desarrollado. Existe una visión feudal y monopólica comercial,
económica y financiera, centrada en familias con incidencia directa en las
decisiones políticas”.Es hora de tomar en serio las lecciones históricas de
Centroamérica. Un Estado que favorece la acumulación de riqueza extrema pronto
será víctima de la corrupción extendida, la violencia social y el
debilitamiento de su institucionalidad democrática. Los buenos negocios en
América Latina sólo serán buenos si nos aseguramos que no favorezcan a unos
pocos.
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