Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Salvador López Arnal
Se consideraba que la contaminación ambiental aumentaba las
probabilidades de enfermedades cardíacas, respiratorias y cerebrovasculares. No
era poco. Pero aún hay más. Aunque no es una novedad total. Lo señalado ha sido
comentado y defendido de una u otra forma en multitud de estudios científicos
en los últimos años. Pero ahora es un organismo reconocido internacionalmente
quien apoya y abona una hipótesis ya muy contrastada.
“Es el carcinógeno ambiental más importante, más que el tabaquismo
pasivo”. “La contaminación ambiental en espacios abiertos causa cáncer
pulmonar” [1]. Son afirmaciones de la OMS. La Organización Mundial de la Salud,
nada sospechosa de indocumentación o izquierdismo, ya calificó el hollín del
diésel como cancerígeno en junio de 2012 (recuérdese que en nuestras ciudades
la mayor causa de la contaminación del aire urbano es el tráfico rodado).
Es lo que muchos sospechábamos, lo que muchos intuíamos. Sin poder
establecer ninguna relación causa-efecto. Teníamos, tenemos, los muertos muy
cerca de nosotros… y muy presentes.
La Agencia Internacional de Investigación Oncológica (IARC), que ha
revisado más de 1.000 artículos publicados en revistas científicas de primera
categoría, declaró el pasado jueves que “la contaminación aérea es un carcinógeno”
(junto a peligros conocidos como el asbesto, el tabaco o radiación
ultravioleta). Y no cualquier cancerígeno: "Consideramos que este es el
carcinógeno ambiental más importante, más que el tabaquismo pasivo", ha
afirmado Kurt Straif, el titular del departamento de la IARC que evalúa las
sustancias causantes de cáncer. Uno de sus principales riesgos son las pequeñas
partículas que pueden depositarse en los pulmones.
La IARC ha clasificado la contaminación ambiental en el nivel 1, el más
alto en la escala. Es el de las sustancias sobre las que no cabe duda
razonable, duda científica, de su peligrosidad. Es más que una conjetura
ocurrente y más o menos feliz.
“Aunque la composición de la contaminación y los niveles de exposición
varían radicalmente entre unas zonas y otras, las conclusiones son válidas para
todas las regiones del mundo”, afirmó también la IARC. Los estudios demuestran
que, a mayor exposición, el riesgo de cáncer va aumentando.
Ya anteriormente, la Agencia Internacional de Investigación Oncológica
había considerado como carcinógenos algunos de los componentes de la
contaminación ambiental (las emanaciones del diésel por ejemplo, como es
sabido). Pero es ahora la primera vez -¡la primera!- que considera la
contaminación ambiental, en general, como causante de cáncer.
Ya en 2010 se señaló que se registraban –no que hubieran tan sólo- más
de 220.000 muertes por el cáncer asociado a la contaminación ambiental.
Se ha detectado también un vínculo con un riesgo ligeramente mayor de
cáncer vesicular.
Straif señaló razonablemente que "esto es algo que tienen que
atender los gobiernos y las agencias ambientales". Añadió: "La gente
por cierto puede contribuir haciendo cosas como no conducir un automóvil grande
de diésel, pero esto requiere políticas mucho más amplias de las autoridades
nacionales e internacionales".
Francesca Dominici, que no participó en el estudio de la IARC, profesora
de bioestadística en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard,
ha comentado: "Uno puede escoger no beber ni fumar, pero no puede
controlar si va a estar expuesto o no a la contaminación ambiental. Uno no
puede decidir no respirar” [2]
La explicación del mecanismo de Pedro Pérez Segura (Sociedad Española de
Oncología Médica, SEOM): “La inhalación continuada de estas partículas va
dañando las células que recubren nuestro sistema respiratorio y llega un punto
en el que se acumulan deficiencias genéticas lo que hace que las células
proliferen de manera descontrolada y, al final, puede aparecer el tumor”.
¿Dónde están esas políticas públicas, nacionales e internacionales, para
proteger a la ciudadanía? ¿Debemos seguir admitiendo la conversión de nuestras
ciudades en centros de contaminación, cáncer y muerte? ¿Todo sea por el
“desarrollo”? ¿Qué desarrollo sostenible, qué noción del buen vivir subyace a
todo esta apuesta? ¿Es también eso el lado oscuro de eso que llamamos
“civilización occidental”?
PS: La clasificación de las sustancias de la IARC (toma pie en el artículo
de Elena Sevillano en El País):
Grupo 1. Sustancias cancerígenas. En la lista hay 111 elementos. Entre
ellos, amianto, benceno, la radiación solar y el formaldehído.
Grupo 2A. Probables carcinógenos. 66 sustancias, como el glicidol.
Grupo 2B. Posibles carcinógenos. 285 sustancias. Entre ellas, cloroformo,
DDT.
Grupo 3. No clasificable. 505 sustancias: aciclovir, diazepam,
sulfitos...
Grupo 4. Probablemente no cancerígeno: caprolactam.
Notas:
[2] El
riesgo de cáncer de una persona depende, por supuesto, de numerosas variables:
la herencia genética, la exposición a sustancias peligrosas, estilo de vida
relacionado con cuestiones con consumo de alcohol, tabaquismo y ejercitación.
El autor es miembro del Front Cívic Somos Mayoría de Catalunya
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