Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Mario Iván
Paredes Mallea
Un día más pasará y recordaremos el día de tu muerte. Sin embargo, para
nosotros, los quijotes de estos tiempos, tu
muerte y tu vida son tan luminosas como ninguna.
Hablar de tu muerte es
hablar del fin de tu singular vida. Hablar de tu muerte es hablar de tu nacimiento a la vida por siempre.
Pero ¿cómo llegaste a nacer cuando morías?, o mejor ¿cómo llegaste a
vivir, para no morir nunca
más?
Pues sencillamente porque viviste como un ser humano revolucionario;
porque fuiste esencia combinada de práctica
virtuosa de inteligencia y voluntad, las dos cualidades más importantes del espíritu humano.
Porque hiciste del cultivo de la inteligencia una silenciosa y
permanente práctica de vida.
Porque no estaba en tus propósitos ser un hombre mediocre.
Porque forjaste tu voluntad con delectación de artista, como vos mismo
lo dijiste.
Porque la combinación multifacética de tu inteligencia y de tu voluntad
se expresaron en un profundo
sentimiento de amor, en amor dado a los otros y las otras.
Porque te entregaste a la humanidad por medio de una causa.
Porque quién como vos y los tuyos que padecieron tanto y sin quejarse
en las selvas y montañas.
Quién como vos pudo haber manifestado su inteligencia en situaciones
tan difíciles durante tus recorridos y combates
por las montañas de Bolivia.
Quién como vos pudo haber creado un estilo de vida, sencillo y austero,
que ahora son muestra de los caminos estrechos y
anchos de una vida mejor.
Quién como vos pudo habernos mostrado cómo tratar al enemigo: con
piedad cuando es prisionero,
con firmeza y valentía cuando se es prisionero de ellos.
Quién como vos para demostrar absoluta valentía frente a la muerte
segura.
Quién como vos para dar cariño infinito a los niños y niñas.
Quién como vos para dar amor profundo y extenso a la mujer amada.
Quién como vos para dar todo sin esperar nada a cambio.
Comandante Guevara, tu luminosa vida, ilumina todavía las nuestras.
Deja que tu inmenso sol y tus varias
estrellas iluminen nuestras acciones.
Pero seguro practicarás, como vos lo hacías, libertad para ser como
nosotros queremos ser.
Y estarás en paz con nosotros porque no serás un jefe, sino un
compañero, un amigo.
Invertirás en tu vida pasión y trabajo, y no dinero como lo hacen los
otros.
Y tu ganancia será la felicidad de los demás, y no el sufrimiento de
los de abajo.
Compartiremos, como lo hiciste siempre en los montes, hasta la más
insignificante de las porciones de lo poco de alimento que tengamos.
Y nos prestarás tus ojos y tu bella y tierna mirada, para que en ellas
se reflejen la pureza de nuestros sentimientos y de nuestros pensamientos.
Y compartiremos tus luminosas palabras, dichas con sincero amor, no
para ganar simpatías, sino para comenzar a
cambiar el mundo en uno mejor para todos.
Y trataremos de luchar como vos lo hiciste: sin desmayos ni descansos,
sin temores ni vacilaciones,
con arrojo y decisión; siempre con la fe puesta en la victoria final.
Y reconoceremos y enderezaremos sincera y honestamente nuestros errores,
con la lealtad del convencido, que así…
también se puede triunfar.
Además, vos dijiste en una oportunidad que todos los días la gente se
arregla el cabello, ¿por qué no el
corazón?
Y nos esforzaremos por hacer lo que tantas veces recomendaste:
estudiar, estudiar y estudiar.
Y veremos que es el trabajo y no la ociosidad la fuente de la riqueza
de las naciones.
Por lo que, nos miraremos con unos ojos entre los trabajadores de la
ciudad y del campo, y miraremos
con otros a los ociosos de todas las variedades.
Estimularemos a los trabajadores y combatiremos a los ociosos.
Pero tendrás que enseñarnos otra vez a combatir a los poderes que
sojuzgan a los humanos.
Y, si llegado el caso, tendremos las manos seguras para empuñar el arma redentora.
Y tendremos que tener preparadas nuestras manos para que sean firmes,
seguras y precisas al momento de apretar los
gatillos, cualesquiera que sean ellos.
Montados en un caballo, en un tanque o en un tractor; en paz o en la
lucha, estaremos en combate, no
para morir, sino para vencer.
Siempre, en combate, no para morir, sino para vencer.
Santa Cruz, 8
de octubre de 2013
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