Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Verónica Rocha
Decisivo y
polémico septiembre. Siempre con las novedades fundantes bajo las semanas. Ocasionalmente,
llevándonos hasta las penúltimas consecuencias del juego democrático. Otras
veces, desafiándonos a su encuentro con apenas algunas señales.
Ha sido,
sin duda, la semana de recordar la brutal represión en Chaparina que, hasta la
fecha –dos años después- no ha sido
esclarecida, pero que afortunadamente aún late en la memoria colectiva de nuestro
país que, cabe decirlo, tenía tradición de desmemoriado. No obstante, Chaparina
fue la mala (cuando no peor) hora política de este gobierno en sus dos
gestiones. Y fue, casualmente, la cúspide contradictoria del corazón ideológico
de todo el Proceso de Cambio, que es encabezado por este gobierno y por el
Presidente. No podemos recordar pues algo más contradictorio en todo el intento
de gestión pública intercultural y de la construcción de un modelo de
desarrollo alternativo, que la idea de la construcción de la carretera por el
medio del Tipnis. No quiero referirme a la necesidad de la carretera (que la
hay), a la imposibilidad de ir por otras vías (que la hay), a la realización de
la consulta previa (que, sin ser oportuna, la hubo) o a la absurda e innecesaria
represión de una marcha (que también hubo, sin responsables a la fecha); sino a
cómo sistemáticamente el año 2011 el gobierno, encabezando el proceso, y la
sociedad apostando por él, fuimos incapaces de construir coherencia alrededor
de uno de los pilares principistas y fundantes del modelo de Estado por el que
apostamos: el Vivir Bien. Concretamente su materialización a partir del
resguardo de los derechos de la Madre Tierra y de los derechos colectivos de
las Naciones y Pueblos Indígenas. Ese conflicto alcanzó su inflexión más
absurda en septiembre de ese año. Ahí, yo creo, todos y todas nos dimos cuenta
de que este proceso de desarrollo constitucional y de construcción estatal sería
muchísimo más difícil de lo que habíamos pensado, de la mano de la utopía.
Pero ha
sido también una semana de celebrar, con bajo perfil, la buena nueva de la
Declaración Constitucional Plurinacional del Estatuto Indígena Originario
Campesino de Totora Marka, que lo declara constitucional en un 90 por ciento.
El resto -ese 10 por ciento- se trata de artículos totalmente subsanables, que
seguro encontrarán su cauce pronto, lo que nos da cuenta de que antes de que el
vértigo de la noticia nos abandone, estaremos frente al primer Estatuto
Indígena Originario Campesino sometido a referéndum aprobatorio para su, si
fuera el caso, puesta en vigencia y el consiguiente tránsito de un municipio al
ejercicio de una autonomía indígena originario campesina. Es decir, la
construcción de coherencia y materialidad alrededor de otro de los pilares
principistas y fundantes del modelo de Estado por el que apostamos: la
Plurinacionalidad. Y bajo su brazo, los nuevos desafíos. Este silencioso pero
vital logro para el Estado Plurinacional alcanzó su materialidad también en
septiembre de este año, hace unos días. Ahí, también creo ahora todos y todas
nos dimos cuenta de que este proceso si bien es muchísimo más difícil de lo que
habíamos pensado, es también posible.
Y esa
posibilidad es cada vez más necesaria para alimentar la utopía de nuestro
Estado Plurinacional, objetivo de nuestro proceso de cambio. Es cierto
–quedemos claros- un acierto no construye el Estado; así como un error no lo
destruye. Un septiembre de cal, otro de arena. Es el precio de atreverse a
soñar con que otro mundo, otro Estado es posible. Y debemos aprender, sin
olvidar. Y debemos seguir.
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