Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Paco Azanza
Telletxiki
En
1953, un grupo de jóvenes de la llamada Generación del Centenario se empeñó en
evitar la muerte del Apóstol, objetivo que, no exento de sangre y sufrimiento,
fue finalmente conseguido. Había cumplido José Martí -el 28 de enero de
aquel año- un siglo de existencia y, dado el vacío ético tan alarmante que se
vivía en Cuba, se corría el grave riesgo de que, muerto físicamente en 1895 -el
19 de mayo, en Dos Ríos-, también se extinguiera para siempre su memoria. Y
es que era mucha la afrenta que soportaba el pueblo gobernado por
el golpista y entreguista Fulgencio Batista.
El
26 de julio del citado 1953,
un suceso de suma importancia acontecido en la parte oriental de la Isla frenó
en picado la caída, produciéndose, a partir de entonces, un ascenso moral y
cultural de amplio alcance social: el asalto a los cuarteles Moncada de
Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo. Esta audaz acción
supuso la respuesta necesaria al golpe de Estado del 10 de marzo de 1952,
perpetrado por Batista con el apoyo de CIA. Además, la heroicidad de los
combatientes repercutió de manera decisiva en la situación política y social de
toda la Isla.
Los
asaltantes no obtuvieron la victoria militar, pero sí, sin duda, una victoria
política muy importante -Martí fue el autor intelectual-, ya que con la gesta
surgió un movimiento cuya trascendencia ética y política fue incuestionable.
Prueba de ello es que cinco años, cinco meses y cinco días después triunfó la
Revolución, próxima a cumplir 55 años de digna e imprescindible existencia.
Durante
el asalto y en días posteriores murieron setenta personas a manos de la
tiranía. Las detenciones se produjeron por doquier. Fidel fue capturado el
primero de agosto en las estribaciones de la Gran Piedra y conducido al Vivac
santiaguero, donde estuvo setenta y seis días incomunicado.
Llegó
el juicio farsa que, al decir de Haydeé Santamaría y Melba Hernández -dos
asaltantes del Moncada-, no supuso la determinación del porvenir de un puñado
de jóvenes, sino el porvenir de todo un pueblo. Fidel fue separado del resto de
sus compañeros y juzgado en una pequeña sala del Hospital Saturnino Lora,
habilitada para la ocasión. Era 16 de octubre de 1953 y, en la autodefensa,
pronunció su alegato final conocido como “La historia me absolverá”. Este
histórico documento fue reconstruido por el propio Fidel en la prisión de Isla
de Pinos y, puesto hoja por hoja en manos de Melba y Haydeé, fue editado y
distribuido clandestinamente por estas y otros compañeros en 1954.
El
citado alegato, que hoy cumple sesenta años, reivindicó el derecho a la
rebelión que les asistía ante la ilegalidad del gobierno golpista, y fue,
en esencia, el programa del Partido Revolucionario Cubano, creado en 1892 por
Martí y otros compañeros. Tras el triunfo de la Revolución, se puso en marcha
con fuerza y valor. Al entrar en vigor la Ley de Reforma Urbana, el 14 de
octubre de 1960, no es que el programa del Moncada quedó cumplido, sino que se
sobrepasó con creces en solo veintidós meses.
Aquel
16 de octubre de 1953, Fidel expresó en el último párrafo de su alegato: “En
cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no lo ha sido nunca para nadie,
preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no
temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos.
Condenadme, no importa, la historia me absolverá”.
Al
igual que sus compañeros, Fidel permaneció en la cárcel hasta el 15 de mayo de
1955, pero siempre estuvo absuelto. El jefe del asalto al Moncada y posterior
Revolución fue condenado por el gobierno ilegítimo de Batista y el imperialismo
yanqui, nunca por los jueces de la historia ni de su pueblo.
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