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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

Desafíos de la crisis del agua

Por: Elizabeth Peredo
En 2007 el IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático) encargó a un grupo de expertos un informe especial sobre Cambio Climático y Agua. Una de las conclusiones de este informe especial era, entre otras cosas, que nada de lo que hemos conocido como patrones del ciclo hídrico y como tecnologías de gestión del agua serían una referencia certera para enfrentar la magnitud de la crisis del cambio climático en curso y que los Estados deberían prepararse.
El informe completo está a disponibilidad del público en la página de la Convención de Cambio Climático las NNUU y, por supuesto, es una información que está a disposición de los gobiernos –con un apartado que contiene un resumen especial para tomadores de decisiones y responsables de políticas- junto a todos los reportes del IPCC el último de los cuales, el AR5 (2014), remarca la necesidad de dejar los combustibles fósiles bajo tierra, abandonar la práctica de la deforestación y transitar hacia energías renovables.
La crisis del agua en Bolivia ha delatado no solamente la dimensión de la crisis climática, sino la enorme debilidad de una gestión estatal que debería estar obligada ya a encarar la transición urgente a sistemas de energía y gestión sostenible de bienes comunes como son el agua y la alimentación que se enfoquen en el contexto de estos dramáticos cambios globales.
Aunque Bolivia y su gobierno han sido emblemáticos en la propuesta de justicia climática, el derecho humano al agua y los derechos de la Madre Tierra en el contexto internacional, poco de lo que se dijo se ha hecho y -peor aún-, el gobierno ha actuado contrariamente a estos principios al exacerbar un desarrollismo extractivista basado en la industria fósil, la minería salvaje y el impulso a inversiones enfocadas en el crecimiento del PIB, sin invertir coherentemente en lo que realmente cuenta para la calidad de vida de la población y el cuidado de la naturaleza. 
Los principios de la "Guerra del Agua” que iniciaron el nuevo ciclo social y político en Bolivia fueron expropiados por las nuevas élites en el poder y se convirtieron en manos del gobierno en capital político para una implacable "cruzada por el gas, la minería, el dinero y el crecimiento económico”, con impactos muy graves en los ecosistemas y por tanto en la disponibilidad y calidad del agua. 
Al punto que la paradoja más grande en este hecho ha sido la distribución temporal de agua en la ciudad de La Paz en cisternas de YPFB, empresa estatal de petróleo y gas encargada de llevar combustible a los distribuidores de gasolina. 
Aún no parece quedar claro a las autoridades que un modelo que exacerba el despojo de la naturaleza, que produce sin ruborizarse emisiones por deforestación a un ritmo insostenible, que mantiene el ciclo de los combustibles fósiles sin concebir una transición energética coherente y que mantiene por un afán populista y codicioso una minería absolutamente desaprensiva e irresponsable, otorgando concesiones por doquier, contribuye al deterioro de las fuentes de agua es parte del problema.
La crisis del agua en La Paz, Potosí y Oruro han puesto en evidencia el zafarrancho de la gestión pública y de la lectura oficialista machista del mundo ("si ellos pueden, por qué no nosotros”) en una etapa en que se requiere encarar urgentemente y con seriedad –dejando la soberbia de lado– la transición energética y social. 
La Paz podría ser un departamento líder en transición energética por las características de la radiación solar que tenemos en el Altiplano y en las ciudades (una de las más altas en el mundo) para evitar depender de energías fósiles o grandes represas que destruyen bosques y contaminan las fuentes  de agua, la atmósfera por las altas emisiones de metano y alteran, sin duda alguna (aunque nos dediquemos a contar los árboles de otras regiones para forzar la conclusión de que "a menos árboles más agua”) el equilibrio hídrico. 
El gobierno podría fomentar la creación de embalses y captación de agua atendiendo la problemática integralmente, podría impulsar la regeneración y restauración del ecosistema de los Yungas y de nuestra Amazonia como fuentes naturales del ciclo hídrico que ahora están deforestadas por una explotación insostenible y depredadora.
Es momento de exigir al gobierno que destine nuestro dinero en el cuidado de la vida, en la restauración de la naturaleza, en sistemas hídricos y de gestión de agua y saneamiento bajo un enfoque integral y de respeto del derecho humano al agua y una efectiva y sincera preocupación y sensibilidad por la gente, por la naturaleza y, sobre todo, por el futuro de las nuevas generaciones. 
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