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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...

Cambios en el tablero político en América Latina.


Por: Carla Espósito Guevara

El siglo XXI inicia en América Latina con una serie de cambios sociales y políticos, producidos por una ola de movilizaciones en varios países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, que marcó un fin de ciclo del modelo neoliberal y el ascenso de gobiernos de izquierda que fueron portadores de demandas construidas en periodos de movilización, las mismas que delinearon en las calles los rasgos de un modelo económico diferente al neoliberal. La Izquierda regional conformó un conjunto disímil y heterogéneo de experiencias, distintas en contenido y profundidad pero con importantes logros políticos y sociales.

Los índices de pobreza se redujeron en varios países, según la CEPAL (2015), entre el 2002 y el 2012 la pobreza se redujo en la Región de 43,9 a 28,1% y la pobreza extrema descendió de 19,3 a 11,3%. Por otro lado, si bien América latina sigue siendo una de las regiones más desiguales del mundo, las brechas de desigualdad se achicaron en relación con décadas pasadas.  Según la CEPAL, la tendencia a la reducción de la desigualdad ha sido más pronunciada a partir de 2008, sobre todo en el Estado Plurinacional de Bolivia, el Uruguay, la Argentina y el Brasil[1].

Una parte de estos logros puede explicarse por el crecimiento económico debido al incremento del precio de las materias primas, pero el otro restante, por la aplicación de políticas públicas y sociales deliberadas aplicadas por los gobiernos de izquierda asociadas a los esquemas de transferencias condicionadas y otras políticas[2] sociales activas como la inversión estatal, la creación de empleo y las políticas redistributivas y los cambios en la forma en la distribución del ingreso.

Este periodo se caracterizó además por el distanciamiento con los Estados Unidos y el intento de implementación de políticas soberanas e independientes de los mandatos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, que ampliaron los márgenes de autonomía estatal. Un caso emblemático es la recuperación de la base militar de Manta en Ecuador, otro la recuperación de la propiedad de los recursos estratégicos en varios países a través de políticas de nacionalización de los recursos estratégicos que proporcionaron una amplia disponibilidad de excedente, mismo que pudo ser utilizado en políticas y programas sociales.

Asimismo, se desarrollaron nuevos procesos de integración regional, conocidos como nuevo regionalismo, que promovieron otros conceptos de integración plasmados en la creación del ALBA-TCP, una nueva propuesta de integración anti hegemónica basada en la solidaridad y no en el mercado y otros proyectos regionales de carácter político como la CELAC y la UNASUR, cuya finalidad es promover un espacio de integración regional sin la presencia de los Estados Unidos.
En términos políticos, los cambios fueron diversos, unos más profundos que otros. Países como Bolivia, Ecuador y Venezuela, emprendieron procesos constituyentes e intentaron ampliar las bases de los procesos democráticos y la participación política de los sectores populares, sin duda la experiencia más avanzada es la construcción del poder popular en Venezuela, cosa que no estuvo presente en los procesos de Argentina, Uruguay y Brasil[3].

Vaciamiento político de la derecha
La contracara de los logros políticos y sociales de los gobiernos de izquierda fue primero, un vaciamiento político y programático de las fuerzas de derecha que, luego del fracaso del neoliberalismo en varios países, se vieron desprovistas, tanto de la posibilidad de ofrecer un proyecto político propio como nuevos liderazgos. En aquellos países en los que el neoliberalismo fue derrotado, frente a ese vaciamiento la derecha decidió utilizar entonces los golpes de baja intensidad o neogolpismo, para debilitar a los gobiernos de izquierda. El término fue acuñado el 2009 luego de la destitución del presidente Zelaya en Honduras, al que se le sumaron más tarde, el intento de golpe prefectural en Bolivia el 2008, la intentona de golpe de estado contra Rafael Correa en Ecuador el 2010 y el derrocamiento de Lugo en Paraguay el 2012.

Ahí empezó una nueva modalidad política utilizada para deponer gobiernos legítimos, caracterizada por el uso masivo de los medios de comunicación privados, la distorsión de la realidad a través de su utilización, una verdadera industria de noticias tergiversadas orientadas a la ampliación de los errores cometidos por los gobiernos, altos niveles de violencia simbólica y, en algunos casos, violencia física, aunque no militar. El objetivo expreso de esta estrategia es desprestigiar los gobiernos de turno y crear un ambiente de crisis política, confusión y fatiga.

El juicio político contra Dilma Rusself y Lula Da Silva en Brasil, y el inicio de un proceso de investigaciones a Cristina Kishner en Argentina,  son dos casos singulares de esta estrategia de golpe de baja intensidad. Ambos son emblemáticos de una estrategia cuyo objetivo es la destrucción, no física, sino moral de los líderes de izquierda, más sutil que los golpes militares, pero no por ello menos efectiva.

El golpismo de baja intensidad, desde el 2013, se vio potenciado por la aparición de una nueva coyuntura signada por la caída de los precios internacionales de las materias primas, en particular del crudo, que cayó de 139 dólares el barril en 2008 a 40 dólares el 2015. Esta caída fue provocada por una sobreoferta del crudo en el mercado mundial debido a la sobreproducción  estadounidense y el levantamiento del embargo a la producción iraní. Este hecho creó un escenario diferente en cada país, según el nivel de reservas internacionales y el grado de primarización de las economías, aunque en casi todos, dificultó la continuidad de las políticas sociales y redistributivas, muchas de ellas basadas en la disponibilidad de excedente generado por la venta de las materias primas.

La caída de los precios del petróleo puede calificarse como una nueva estructura de oportunidades políticas (Tarrow, 1997)[4] para las fuerzas de derecha, ya que abrió un escenario que le posibilitó a los partidos de derecha articular un nuevo discurso político frente a la crisis económica.

Por otro lado, y no menos importante, la caída de los precios internacionales del petróleo desnudó también las limitaciones y errores de los modelos promovidos por los gobiernos de izquierda, una de ellas  refiere a los pobres resultados en cuanto a la transformación de la estructura primario exportadora, la implementación de modelos extractivistas que reprimarizaron varias de las economías regionales acelerando la sobreexplotación de recursos naturales, y por otra, las debilidades respecto a la construcción del poder popular y el recambio de líderes (Viaña, 2016)[5].

La Alianza Pacífico y el TPP
En cambio en aquellos países en los que el neoliberalismo no fue derrotado, los gobiernos avanzaron hacia la profundización de los tratados de libre comercio (TLCs) conformando primero, la Alianza Pacífico (AP) y, posteriormente, la Alianza Transpacífico, este último es un acuerdo mega regional compuesto por 12 miembros, que sumados representarían el 40% del PIB mundial.

Ambas Alianzas, son estratégicas para los Estados Unidos, la primera, forma parte de su geopolítica hacia América latina cuya función de dividir los procesos de integración latinoamericanos como la CELAC y UNASUR y debilitar el ALBA. La segunda, es una plataforma de expansión más allá de la región y su función geopolítica es la de contrarrestar a otras potencias emergentes como China y Rusia y constituirse en el centro de gravitación del nuevo orden mundial para las décadas siguientes. Aunque el triunfo de Trump en los Estados Unidos y sus declaraciones contra el TPP, deja por el momento en puntos suspensivos las continuidad de esta Alianza.

Giro a la derecha
A partir del triunfo de Macri en la Argentina, el de Kushinski en Perú, las elecciones parlamentarias en Venezuela y el golpe institucional en Brasil que posibilito el ascenso de Temer al gobierno, se está proyectando la idea de que se abre un nuevo periodo político en la región que cerraría el ciclo progresista. Si bien los nuevos representantes de la derecha están en el gobierno porque han mostrado triunfos electorales, excepto Temer cuya legitimidad es cuestionable ya que llegó al poder merced a un golpe, hasta el momento no han presentado una alternativa ideológica y un modelo de desarrollo distinto del que fracasara en la década de los 90, en general se trata de gobiernos liderados por empresarios. Macri y Temer parecen haberse convertido en la punta de lanza del retorno del neoliberalismo puro y duro en la región y habrá que evaluar qué resultado produce traer de vuelta un proyecto fracasado, con las consecuentes desigualdades propias del neoliberalismo, luego de una década de importantes avances sociales.

Colombia y Cuba
A los cambios descritos se suman dos acontecimientos de fundamental importancia que ponen fin a dos de los conflictos más largos en la región. Uno es el proceso de negociación de la paz en Colombia, que fue rechazado por un referéndum popular, en el que el NO a los acuerdos de paz ganó con un 50,21%, frente al 49,78% que votó por el SI, en un contexto de una abstersión histórica del 62,57%. Los resultados electorales señalaron claramente que los territorios más afectados por el conflicto fueron los que votaron por el SI, mientras que el NO se concentró en los sectores más alejados de la guerrilla y en los bolsones más conservadores de la extrema derecha.

La explicación del triunfo del No debe hacerse primero, a la luz de los errores cometidos por gobiernos de Santos en la conducción de las negociaciones, un proceso extremadamente cerrado en el que solamente participó su Gobierno y las FARC, tanto que terminó denominándose como la paz de Santos. Segundo, debe evaluarse también el rol de la oposición uribista financiada y apoyada por los sectores ultra conservadores de Colombia que apoyaron una campaña basada en el miedo y no en la explicación de acuerdo, que entre otros prejuicios, movilizó el fantasma “castro-chavista”, finalmente es importante destacar el papel que tuvieron las iglesias cristianas, que realizaron una campaña puerta a puerta contra el enfoque de género del acuerdo que, según ellas, acabaría con la familia en Colombia[6].

Inicialmente el gran triunfador de la derrota del Si  a la paz fue Uribe, que pretendió frenar los acuerdos para introducir una agenda extrema que desfiguraba cualquier posibilidad de acuerdo. Santos recogió algunas de propuestas en un nuevo documento que finalmente no fue sometido a un nuevo referéndum sino aprobado por el parlamento.

El otro hecho es la reapertura de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos que cierra casi 50 años de fricciones entre ambos países, y que constituye el acontecimiento diplomático más importante en lo que va del siglo. Esta apertura podría ser leída en el contexto de una estrategia de la política norteamericana de acercamiento hacia la región, luego de una década fría en la que se vio más bien un acercamiento con China y Rusia, principales rivales de Estados Unidos (Rocabado, 2016)[7]. Sin embargo, habrá que ver si esta apertura prospera cuando Trump asuma la presidencia de los Estados Unidos, ya que éste sostuvo un discurso abiertamente anticubano durante su campaña.

Los hechos descritos señalan que se está configurando una nueva coyuntura política en la región. Se habla de un “giro a la derecha” de un “fin de ciclo de la era progresismo Latinoamericano”, que habrá que ver si efectivamente lo es, y si es, habrá que ver cuánto dura y qué tanta fuerza tiene para revertir los cambios producidos en la era progresista. Pero más allá de su perdurabilidad, lo cierto es que el tablero político Latinoamérica ha sufrido un cambio drástico en lo inmediato, existe una polarización política creciente, un reacomodo de fuerzas y un cierto agotamiento del potencial transformador de los procesos. El futuro dependerá de la capacidad que tengan estos gobiernos de recuperar ese potencial, revisando, entre otras cosas, las concesiones hechas al gran capital, sus políticas de potenciamiento del poder popular y la capacidad de renovación de sus liderazgos.


[1] CEPAL (2014), Panorama social de América Latina, Santiago: Naciones Unidas.
[2] Información disponible en el sitio: http://www.infolatam.com/2015/07/27/america-latina-empieza-a-perder-la-batalla-contra-la-pobreza/
[3] Viaña, Jorge (2016) “La necesidad del aprendizaje mutuo de los ciclos estatales de las luchas en Latinoamérica entre 1998 y 2016”. En: Revista Ruptura. Academia Diplomática Plurinacional-Ministerio de Relaciones Exteriores. Año 2 No 2.  
[4] Tarrow, Sidney (1997) El poder en Movimiento, Madrid Alianza.
[5] Viaña, Jorge (2016) “La necesidad del aprendizaje mutuo de los ciclos estatales de las luchas en Latinoamérica entre 1998 y 2016”. En: Revista Ruptura. Academia Diplomática Plurinacional-Ministerio de Relaciones Exteriores. Año 2 No 2
[6] Gamba Alexander (2016) “La paz se Alaza”. En Ruptura. La Paz, Academia Diplomática Plurinacional
[7] Rocabado, José (2016) “Cuba y Estados Unidos: ¿Hacia una nueva vecindad?” En Revista Ruptura. La Paz, Academia Diplomática Plurinacional. Año2 No2.

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