Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Héctor Arze
Chile inició su política
expansionista a costa de Bolivia, con la ley que su Congreso dictó el 31 de
octubre de 1842, declarando propiedad nacional las guaneras "del desierto
de Atacama e islas adyacentes”, ubicadas en territorio boliviano. De esta
manera las incursiones ilegales de empresas y ciudadanos se incrementaron a fin
de ocupar fácticamente el Litoral boliviano, que en aquel entonces tenía escasa
población y autoridades bolivianas.
El Gobierno de Chile nunca
ocultó su ambición por las riquezas de Bolivia; Querejazu Calvo, citando una
carta de la época que se encuentra en los Archivos del Ministerio de Relaciones
Exteriores de Reino Unido, comprueba que "El asunto Mejillones está a la
orden del día en Chile.
Su riqueza tiene deslumbrado
a todo el país. La prensa no se ocupa de otra cosa”.
Bolivia y Chile suscribieron
dos tratados de límites reconociendo la titularidad boliviana sobre nuestros
territorios. El primero, de 10 de agosto de 1866, fijaba la frontera en el
paralelo 24° y establecía una inconveniente y perjudicial medianería entre
ambas naciones para la explotación de recursos entre los paralelos 23° y 25°, frontera
confirmada luego por el Tratado del 6 de agosto de 1874 y que dio derechos de
explotación a Chile hasta el
paralelo 23°, y la decisión de no
establecer nuevos impuestos a los capitales chilenos por 25 años. Al año
siguiente también se firmó un protocolo que estableció el arbitraje como medio
para la solución de cualquier controversia. No obstante, Chile emprendió una
carrera armamentista que para 1874 le permitió obtener la supremacía naval en
el Pacífico gracias a la compra de los blindados Cochrane y Blanco Encalada.
Desafortunadamente, en 1877
Bolivia sufrió, primero, un
terremoto y maremoto de gran
magnitud y, luego, una sequía que obligaron al Gobierno boliviano a solicitar
a la
empresa Compañía de
Salitres y Ferrocarril de Antofagasta el pago de una contribución de 10
centavos por cada quintal
de salitre exportado
para poder contar con recursos que ayuden a palear estos desastres. Gracias a esta trágica situación, La Moneda
encontró la excusa perfecta para ejecutar su planificada invasión a Bolivia,
pese a que Bolivia solicitó y tramitó el arbitraje acordado.
Pruebas claras de este acto
de invasión premeditada son que en 1879 la Oficina Hidrográfica de Santiago
publicó mapas detallados de la costa boliviana, entre ellos el texto Geografía
Náutica de Bolivia, del capitán Ramón
Vidal. Sobre estos mapas, el historiador chileno Diego Barros señalaba ya en
1880 que: "Fueron impresos en un considerable número de ejemplares, y
distribuidos en el ejército y la escuadra para que cada oficial, conociera de
antemano y con bastante exactitud las condiciones del terreno”, al punto que
"el ejército chileno conocía el país invadido mejor aún que los soldados
que lo defendían”. Otro hecho aún más evidente de los aprestos de invasión fue
que desde enero de 1879, el acorazado chileno Blanco Encalada se encontraba en
aguas bolivianas al frente del puerto de Antofagasta, esperando la orden de
invasión final.
De esta forma la mesa estuvo
servida para que la Moneda invada arbitraria e injustificadamente a Bolivia y
posteriormente a Perú, lo que efectivamente ocurrió el 14 de febrero de 1879,
cuando los blindados chilenos Cochrane, O’Higgins y Blanco Encalada comenzaron
a realizar sus disparos de amedrentamiento, tras lo cual se produjo el
desembarco. Las palabras del prefecto boliviano Zapata dan certeza de este
hecho consumado quien, cuando se le requirió la rendición señaló: "No
tengo fuerzas con qué contrarrestar a tres vapores blindados de Chile, pero no
abandonaré este puesto, sino cuando se consuma la invasión”. Tras casi dos
meses de ocupación militar, recién el 3 de abril de 1879 el Congreso de Chile
emitió la declaratoria de guerra contra Bolivia, promulgada al día siguiente y
comunicada a Bolivia el 5 del mismo mes.
A pesar que aún algunos
historiadores chilenos persisten en negar las pruebas de esta invasión, Bolivia
ha logrado que la Corte Internacional de Justicia, en su histórico fallo del 24
de septiembre de 2015, establezca que "Chile declaró la guerra a Perú y Bolivia,
conocida como la Guerra del Pacífico” y que en curso de este acto hostil Chile
"ocupó la costa territorial boliviana”.
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