Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Emir Sader
La
derecha latinoamericana venía de acumular avances, desde las elecciones parlamentarias
en Venezuela, la presidencial en Argentina, el referendo en Bolivia, el golpe
en Brasil, y se apresuraba a conmemorar una nueva victoria en Ecuador. Sus
portavoces, de derecha y remanentes de ultra izquierda, contaban con un gran
resultado de la alianza de los candidatos opositores al gobierno de Alianza
Pais. Guillermo Lasso, el banquero más rico del país, y Cynthia Viteri, otra
variante del neoliberalismo, apenas se disputaban quien enfrentaría al
candidato del gobierno en la segunda vuelta.
A
pesar de la recesión económica que se abatió a Ecuador, como reflejo de la
prolongada depresión internacional –y su conocida dificultad de defenderse,
dada la dolarización de la economía impuesta por la derecha– y de la campaña
sucia llevada a cabo por la oposición, al igual que en los otros países de la
región, los resultados no fueron los que ellos esperaban. Aun sin llegar a los
40%, que le hubiera permitido ganar en primera vuelta –dado que superaba
holgadamente la distancia de 10% hacia el segundo colocado–, Lenin Moreno se
acercó mucho, pero le faltaron décimas para lograr ese índice.
La
oposición se asustó frente al riesgo de que Lenin ganara en primera vuelta.
Inmediatamente Lasso llamó a la formación de un frente por la “gobernabilidad
democrática” e intentó repetir el discurso de Mauricio Macri en la segunda
vuelta de Argentina, según el cual, sumando los votos de los candidatos de la
oposición, se concluye que la mayoría desearía el cambio.
En
estas elecciones Ecuador completó diez años de Revolución Ciudadana, el proceso
que transformó más profundamente el país, en todas sus dimensiones. Antes del
gobierno de Rafael Correa –que él caracterizó como un cambio de período y no
solamente un período de cambio– Ecuador había tenido tres presidentes que no
habían logrado concluir sus mandatos, tumbados por movimientos populares que se
alzaron en contra sus programas neoliberales.
En
una década Ecuador vivió un extraordinario proceso de retoma del crecimiento
económico, esta vez con inmensos programas de distribución de renta, que han
promovido la inclusión social de sectores antes siempre estaban excluidos. El
Estado fue refundado, la infraestructura del país fue modernizada como nunca,
el país conquistó, finalmente, un lugar de prestigio en el mundo, con su
desarrollo interno, su política externa soberana y el liderazgo de Correa, el
personaje que proyectó al país en el mundo.
Correa
renunció a candidatearse de nuevo y Alianza Pais lanzó una lista con sus dos
vices –Lenin Moreno, en el primer mandato y Jorge Glass, en el segundo. Como ha
ocurrido en las últimas campañas en la región, la derecha se presenta como un
cambio que mantendría las políticas sociales del gobierno. Como en Argentina y
en Brasil, son ficciones para conquistar votos, en cuanto asumen el gobierno se
impone el duro ajuste fiscal de la restauración neoliberal.
Un
candidato que se presentaba como social demócrata, extremadamente moderado,
quedó en cuarto lugar, con un pequeño caudal de votos, a pesar de recibir el
apoyo de los sectores de la ultraizquierda, que tomaron a Correa como su
enemigo fundamental. El candidato afirmó que se quedará equidistante entre
derecha e izquierda en la segunda vuelta, en contraste con la derecha, que ha
apoyado en peso a Lasso. Después de la votación mínima que han tenido en las
elecciones anteriores, la ultraizquierda esta vez no se arriesgó a lanzar una
candidatura propia. Para el Parlamento tampoco tuvieron éxito, confirmando su
rol en declive entre los sectores populares y en la vida política del país,
acaso su lenguaje violento y por canalizar sus acciones solamente en contra del
gobierno.
La
gran polarización, como en los otros países progresistas de la región, se dio
entre el gobierno y las alternativas de derecha, confirmando que hay dos
alternativas que se enfrentan: la neoliberal y la posneoliberal. En la segunda
vuelta Lenin puede contar con la gran ventaja que obtuvo en la primera vuelta,
con la mayoría absoluta que Alianza País logró en el Parlamento, con la
aprobación del referendo que alguien que prohíbe cargos públicos para quien
tenga cuentas en paraísos fiscales. Son expresiones que demuestran que Alianza
Pais sigue siendo, de lejos, el partido más grande del país, y que cuenta con
una estructura política nacional muy fuerte para encarar el mes y medio de la
campaña.
Será
una segunda vuelta de contraposición directa, sin disfraces, entre lo que han
hecho para el país los partidos de derecha –unidos alrededor de Lasso– y los
avances realizados por el gobierno de Correa. La derecha y la izquierda de
América Latina se sentirán perfectamente representadas en las dos candidaturas,
así como el pasado y el futuro del continente.
y Twitter: @escuelanfp
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