Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Mario Sosa
Cuarenta
y tres niñas y adolescentes guatemaltecas, que estaban bajo resguardo del
Estado en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción del Estado, han sido objeto de
un crimen de lesa humanidad, debido a que fueron sometidas a privación de
libertad, torturas, violación, esclavitud sexual, embarazo forzado e,
inclusive, existen indicios que pudo haberse pretendido su exterminio. Este
crimen también puede ser catalogado de ejecución extrajudicial siendo que
existen suficientes evidencias de homicidio deliberado con la participación de
funcionarios públicos quienes violentaban, violaban y prostituían a estas niñas
y adolescentes.
Contrario
a garantizar la seguridad de estas niñas y adolescentes, funcionarios e
instituciones gubernamentales fueron negligentes e incapaces, incumplieron con
sus deberes y, por consiguiente, son responsables penal, administrativa y/o
políticamente por esta masacre. Son responsables aquellos que tenían obligación
directa en el resguardo de las niñas y adolescentes, así como el Director y la
Subdirectora de dicho centro, el Secretario de Bienestar Social de la
Presidencia, el Presidente de la República, el director de la Policía Nacional
Civil, el Ministro de Gobernación y la Procuradora General de la Nación.
Estos
funcionarios son responsables porque pudieron haber prevenido este crimen con
medidas administrativas y judiciales, haber gestado una política pública
coherente y necesaria y hecho que este centro fuera un espacio de protección y
amor, y no un infierno para las cuarenta y tres niñas y adolescentes (o más)
calcinadas y otras tantas que resultaron con graves quemaduras y están en
riesgo de muerte. Este es el resultado de un gobierno de corte
empresarial/militar/neoliberal absolutamente incapaz, desinteresado y orientado
a buscar sus propios beneficios y a gestionar los intereses de la clase
dominante y del capital transnacional.
Pero
este crimen también se explica en el hecho que estamos ante un Estado
neoliberal, que privilegia el mercado por sobre el ser humano. Antes que
garantizar derechos y la vigencia del bien común, el Estado guatemalteco es el
resultado de políticas de ajuste estructural que iniciaron en los años 80 y se
profundizaron desde los años 90. Es un Estado que fue dirigido a la privatización
de las empresas estatales a manos privadas locales y transnacionales, a
concesionar derechos y necesidades sociales que en manos privadas se
convirtieron en mercancía para quien pudiera pagarlas. Así mismo, a imponer
nuevas leyes y políticas desventajosas devenidas de tratados de “libre”
comercio, así como a tolerar el saqueo legal e ilegal de los bienes públicos y
comunes. Es este Estado el que sigue funcionando. Por eso se continúan
promulgando leyes para garantizar privilegios empresariales, mientras la niñez
y adolescencia continúa padeciendo hambre, violencia, falta de escuela y salud,
etc.
Esto es
lo que caracteriza al Estado guatemalteco en la actualidad: es garante de la
explotación y el expolio, carente las normativas necesarias, de las políticas
coherentes, de la institucionalidad eficaz y de los recursos financieros
esenciales para asegurar el bien común. Es un Estado que constituye factor
fundamental en la profundización de la exclusión y marginación, dejando
vulnerables a las clases y sectores más desprotegidos, como la niñez, la
adolescencia y la juventud, a quienes ha convertido en prescindibles.
Para
este Estado neoliberal y los gobiernos que lo han gestionado, los niños y niñas
–especialmente procedentes de la clase trabajadora y los pueblos indígenas y
mestizos– han sido convertidos en seres desechables, condenados a ser objeto de
los más terribles vejámenes a manos redes de crimen organizado. En lugar de
protegerlos, este Estado los criminaliza, condena y permite que sean
convertidos en objeto de ultraje, violencia, esclavitud sexual y asesinato. En
especial, como sucedió con este caso, el Estado como responsable y ejecutor de
este crimen, es productor y reproductor de un sistema patriarcal que convierte
en objeto a las niñas, adolescentes y mujeres.
Este
crimen desnuda al Estado en tanto construcción de la clase dominante que
históricamente lo ha utilizado para la gestión de sus intereses. Asimismo, del
capital transnacional que, interesado en expoliar al país, ha contribuido a
mermar la capacidad del mismo Estado. Por último, de potencias extranjeras y
organismos internacionales como el Bando Mundial y el Fondo Monetario
Internacional, quienes con sus imposiciones han configurado este Estado
neoliberal.
Sin
duda, esta masacre de niñas y adolescentes debe ser esclarecido penal,
administrativa y políticamente, para que sobre los responsables directos e
indirectos caiga todo el peso de la ley y la condena ética de la sociedad.
Nuestra indignación debe crecer y debe movilizarnos hasta alcanzar justicia en
este crimen de lesa humanidad. Pero no debemos olvidar que este crimen es
resultado del Estado Neoliberal y siendo que dicha política continúa, hechos de
este tipo podrían repetirse y muy pronto. Por eso, nuestra acción política debe
orientarse estratégicamente a construir un Estado radicalmente diferente.
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