Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Reymi Ferreira
En el pasado, las repúblicas de Irak y Libia fueron un ejemplo en cuanto a estabilidad social, desarrollo humano, servicios básicos y crecimiento económico. Gobernadas por líderes nacionalistas, mantuvieron una posición de independencia respecto a poderes externos. A su vez Afganistán, hasta antes de la caída del régimen socialista mantenía ciertos niveles de autoridad y una economía que al menos funcionaba.
Sin embargo, a partir de la última década del siglo pasado, la gran maquinaria de prensa al servicio de los intereses imperiales inició una campaña inescrupulosa para hacer ver a dichos países como “ejes del mal”, y a sus gobernantes como a pérfidos dictadores. La preocupación de Estados Unidos fue principalmente (al menos en el discurso) la situación de los derechos humanos en dichos países y la seguridad mundial. En Afganistán la conspiración occidental logró la caída del régimen socialista, llevando al país a un caos total. El país asiático fue “liberado” por fuerzas aliadas, convirtiendo la incertidumbre en terror. Hoy Afganistán no solo que vive bajo un régimen de ocupación, sino que es territorio de prueba de armas de destrucción masiva, con una población que hace más de una década ha retrocedido a la edad de piedra.
Irak, al que se acusó de utilizar armas químicas, no solo fue invadido y saqueado, sino que después de su “liberación” por fuerzas norteamericanas quedó dividido en varias áreas ocupadas por terroristas del Estado Islámico (ISIS, por su sigla en inglés), Estados Unidos, kurdos y por simples bandoleros. La “liberación” causó en Irak medio millón de muertos, la inmensa mayoría civiles; la destrucción de su economía y de sus servicios públicos, y la expoliación de sus riquezas. Irak, que en la época de Saddam Hussein era uno de los países con mejor nivel de vida en la región, es hoy un país dividido, cuya población sobrevive en ciudades miserables, donde los únicos derechos humanos que se protegen son los del Ejército invasor. Lo dramático en el caso de Irak es que, después de años, la Casa Blanca ha reconocido la inexistencia de las armas químicas que fueron el pretexto para su “liberación”.
En el caso de Libia, uno de los países que mejores niveles de vida tenía en el continente africano, y cuya población gozaba de servicios públicos y niveles de desarrollo humano admirables, luego de la intervención de las fuerzas de la OTAN ha quedado territorialmente fragmentado, con un régimen represor, que ha entregado su riqueza petrolera a las transnacionales y que vive grados de pobreza que no padeció ni siquiera cuando era colonia italiana. En relación a los derechos humanos, el único que se respeta es el derecho a morirse de hambre o a emigrar. La campaña mediática que precedió a la intervención, solapada en alianza con grupos regionales locales, apuntaba a descalificar al gobierno de Gadafi, haciéndolo ver como un tirano.
Ahora le toca el turno a Siria de ser “liberada”, el único régimen laico en Medio Oriente, en donde las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, en donde el cristianismo es respetado, y en el que existe un sistema político basado en el voto. Sin embargo, este país ha decidido explotar sus recursos hidrocarburíferos por empresas estatales, tiene buenas relaciones con Rusia y con Irán, y mantiene su solidaridad con el pueblo palestino. Esto obviamente ha levantado la “preocupación” norteamericana, lo que significa que el destino de Siria es ser invadida. Paradójicamente cuando el Ejército sirio tiene prácticamente acorralados a los terroristas del ISIS, éstos reciben una inesperada ayuda con el bombardeo norteamericano. Cuando Venezuela, Siria o Irán son motivo de preocupación de Estados Unidos, estos países deberían preocuparse por su futuro, porque les podría pasar lo que les ha sucedido a países “liberados” como Irak, Afganistán o Libia.
El autor es ministro de Defensa del Estado Plurinacional de Bolivia
y Twitter: @escuelanfp
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