Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Algo no
está bien en la sociedad cuando una adolescente de 14 años pide como prueba
de amor matar a uno de sus enamorados con el fin de complacer a quien ella ha
elegido, para su mal, para su eterno pesar, para su desgracia. Algo o mucho
está mal cuando en la revisión de mochilas en los colegios se encuentra
marihuana y bebidas alcohólicas, cortaplumas y otras armas punzocortantes
hechas para dañar, o un revólver de juguete quizás para asustar.
Tampoco
está bien que los celulares tengan en su haber mensajes de amenazas, que niñas
de 12 o 13 años envíen fotografías insinuantes a chicos de 18 o más años, y que
utilicen palabras de telenovela cuando hablan de sus fantasías con el
destinatario de sus arrebatos.
¿Qué
está mal? ¿En qué hemos fallado? Son preguntas para todos, no solamente para
los padres de esos chicos y chicas, no solo para los profesores de esos
estudiantes. Son preguntas para toda la sociedad. La causa puede estar en
habernos olvidado de ellos, en descuidar el ejemplo que les damos, en dejar de
lado los valores que sostienen la sociedad, en confundir lo comprable con lo
invalorable, en reemplazar la inteligencia por la viveza, en trastocar la
honradez con la mojigatería. No es casual que los adolescentes actúen como lo
hicieron, es el resultado de la desorientación en que vivimos, aturdidos
acumulando bienes materiales a costa de avasallar cualquier principio esencial
para la vida.
Paralelos
a estos hechos donde los adolescentes fueron los “malhechores” están las
historias recientes en las que ellos fueron las víctimas. En el primer
trimestre de este año al menos 90 niñas, niños y adolescentes fueron violados
por su padre o padrastro u otro adulto cercano a su entorno. El año pasado 34
niños y adolescentes murieron a golpes, flagelados por quienes tenían el deber
de cuidarlos. Cifras que se repiten año tras año, según el reporte de las
autoridades nacionales.
Hay que
recordar que ellos son lo que somos, lo que queremos que sean. No es fácil ser
adolescente o joven en una sociedad donde son vistos como gasto y no como la
esencia para construir una sociedad mejor, más educada, más sana, más humana.
Ellos necesitan de mayor dedicación por parte nuestra. Necesitan la paciencia y
entrega del que moldea la arcilla, del que amasa el pan. Los niños,
adolescentes y jóvenes necesitan mucho más que la rutina que les entregamos,
muchísimo más que el desgano con el que les escuchamos contar sus historias.
Nos necesitan para que con nuestro apoyo sean devueltos a un mundo hambriento
de humanidad renovada y viva.
Síguenos en Facebook: Escuela Nacional de Formacion Politica
y Twitter: @escuelanfp
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios