Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
El barco se llama Maine, como el estado. Es un crucero acorazado de segunda clase y está obsoleto. Los gringos lo mandan a la hermosa bahía de La Habana. Es 1898 y Estados Unidos quiere entrar en la guerra cubano-española pero no sabe cómo. No importa, para eso están (estamos) los periodistas.
Provocamos guerras, vendemos más periódicos. William Randolph Hearst se llama. Es el inventor de la prensa amarillista, el tipo que se enorgullece de abricar la noticia. Su frase dirigida a su corresponsal en Cuba es famosa: “Usted suministre las ilustraciones, que yo suministraré la guerra”. Usted diga que el malo de la película en Siria usó armamento químico contra su pueblo, que yo montaré mi primera guerra para que Putin no se crea que soy cojudo. Los Hearst de hoy día se llaman CNN, Fox o Murdoch. Es noche de febrero y una explosión hace saltar por los aires al Maine. De los 355 tripulantes gringos, mueren 254 hombres y dos oficiales. El resto de los jefes está de bailongo en La Habana. ¿Quién ha volado el acorazado? ¿Quién ha lanzado un gas venenoso contra una ciudad controlada por los rebeldes en Siria cuando Bashar al Asad ha recuperado por fin Alepo y está a punto de ganar la guerra? No lo sabemos y no hay pruebas fidedignas para acusar a nadie y menos bombardear a nadie, de prepo, violando el derecho internacional.
No importa, para eso están (estamos) los periodistas. Para acusar y cumplir con el patrón. Hearst titula: “Oficiales navales creen que el Maine fue destruido por una mina española”. La campaña mediática realizada por los periódicos de William Randolph Hearst convencieron a la mayoría de los estadounidenses de la culpabilidad de España. Hearst logra su objetivo: Estados Unidos le declara la guerra a España en abril con la intención de quedarse con Cuba. Meses después, dos comisiones (una gringa y otra española) son incapaces de probar la autoría española. No importa, la guerra de Cuba ya está en marcha, el desastre del 98 para los españoles, la guerra de independencia para los valientes macheteros cubanos. Va a durar unos cuantos meses, van a morir más de 10.000 personas, vamos a vender muchos periódicos, Estados Unidos se va a quedar en Cuba tutelando la democracia. Misión cumplida, todos felices.Muchos años después se supo que Estados Unidos fue el responsable de la destrucción del USS Maine. Fue la primera operación de “falsa bandera”.
Vendrán muchas más excusas: la operación Himmler (los nazis se disfrazaron de soldados polacos y atacaron aldeas alemanes para que el Tercer Reich tuviese la excusa de invadir Polonia); el incendio del Reichstag de 1933 (autoprovocado para culpar a los comunistas e iniciar una razzia); la operación Ajax (organizada por la CIA para tumbar al líder iraní nacionalizador Mohammed Mossadegh con agentes de la CIA disfrazados de comunistas y matando a líderes musulmanes); el incidente de Mukden en 1931 (Japón necesita una excusa para su propósito de invadir China y se inventa un autosabotaje a un ferrocarril japonés); y así ad infinitum. ¿La “bandera falsa” más célebre de las últimas décadas, el 11-S? Esperaremos unas décadas más para saberlo.
Lo que sabemos es que Husein no tenía armamento de destrucción masiva; lo que sabemos es que invadieron Irak por su petróleo; lo que sabemos es que murieron casi un millón de personas y luego en ese país nació el Estado Islámico. Las armas nunca fueron encontradas y los medios nunca pidieron perdón.No importa, ya saben, los periodistas no estamos para pedir perdón, están (estamos) para eso, para inventar, para echar a un presidente molestoso, para quedarnos con tu petróleo, con tu litio, con tu agua. Estamos para que la gente pique el anzuelo de los Hearst de hoy en día, de los fabricantes de noticias, de los medios mentirosos, aliados de los bancos que patrocinan las fábricas de armas que inventan las guerras para que acabemos todos felices bajo aquel mismo tutelaje de Estados Unidos en Cuba después de la excusa del hundimiento del Maine. Excusa rima con USA y tutelaje, con ultraje. Cuidado con el maquillaje.
El autor es periodista y director de la edición boliviana del periódico mensual Le Monde Diplomatique
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