Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
En las últimas semanas hemos advertido en diferentes publicaciones de prensa titulares como “Producción de castaña podría desaparecer por deforestación”, en los que se acusa al Gobierno por promocionar asentamientos en el norte del país por razones políticas, lo que habría impulsado un mayor desmonte y, consecuentemente, la disminución de la producción de castaña.
Con relación a los nuevos asentamientos, es necesario asumir que la expansión de la ocupación territorial de la población rural boliviana se ha mantenido constante, especialmente desde la Reforma Agraria de 1953. El Instituto Nacional de Colonización ha asumido el objetivo de promover estos nuevos asentamientos por necesidades de supervivencia de los campesinos y por políticas de Estado, que tienen el propósito de equilibrar la ocupación territorial y mantener la producción de alimentos.
En cuanto a los desmontes, desde 2000 hasta 2011 se deforestó a un ritmo de 300.000 hectáreas (ha) por año; y en los últimos cuatro años, a un ritmo de 100.000 ha/año, por lo que en 17 años se habría deforestado 4.300.000 ha de áreas forestales. El 80% de los desmontes se ha registrado en el departamento de Santa Cruz, en el que se ha ampliado de gran manera la frontera agrícola, transformándose en el mayor productor agropecuario del país.
Sin embargo, la deforestación en el departamento de Pando, que es en el que se recolecta más la castaña, representa solamente el 3% del total, y se concentra sobre todo en los entornos urbanos. Por tanto, el argumento de que la deforestación es la principal causa de la disminución en la producción de castaña no tiene sustento técnico.
La floración de la castaña ocurre entre octubre y diciembre, y el fruto aparece de diciembre a febrero después de una maduración aproximadamente de 15 meses. Lo que sucedió es que entre abril y diciembre de 2015 el nivel de precipitaciones fue demasiado bajo, solamente en noviembre superó los 150 mm/m³; al final se tuvo un acumulado de 1.681 mm/m³. Y tratándose de la Amazonía, se puede establecer que tuvimos un año muy seco.
Este fenómeno, junto al calentamiento global, con temperaturas hasta 4°C por encima del promedio, frustró la floración de los árboles de castaña, ocasionó la caída prematura de las flores y la muerte de frutos antes de la culminación del ciclo biológico. Asimismo ocasionó la reducción de insectos polinizadores, lo que también afectó a la floración. Estas son las razones técnicas que provocaron la reducción de la producción de castaña hasta un aproximado del 50%. Esta justificación no implica favorecer el desmonte indiscriminado en Bolivia, uno de los países con más bosques en la región.
En la cadena productiva de la castaña participan aproximadamente 75.000 personas, de las cuales unas 61.000 son recolectores (zafreros, campesinos e indígenas), 12.000 son dueños de las firmas que se benefician de su comercialización, quebradoras, empleados y técnicos; y los demás son acopiadores, transportistas y comercializadores. El precio interno de la castaña prácticamente se ha duplicado; extremo que favoreció de alguna manera a los ingresos, aunque sería irresponsable afirmar que éstos no disminuyeron.
Se tiene castaña recolectada que se va a procesar; pero el tiempo del empleo en esta labor será más corto que en otros años, por lo que, como Gobierno, estamos diseñando políticas que compensen las pérdidas y precautelen el empleo cesante. Para la zafra 2017-2018 se espera una mejor producción, puesto que las precipitaciones pluviales en 2016 estuvieron dentro lo normal: en diciembre se llegó a cerca de 250mm/m³; y en los hechos se advierte que los árboles están florando como tradicionalmente ocurre.
Solamente el 14% de la producción de castaña se consume en Bolivia, principalmente como cupos dentro de los subsidios familiares. Por tanto, el déficit no afectará a la canasta familiar. Aún está pendiente la evaluación final, pero las exportaciones marcaron los siguientes números: en enero se exportó 727 toneladas con un valor de $us 5.560.000, y en febrero, 1.121 toneladas, con un valor de $us 8.366.000, datos que son superiores con relación a los mismos meses de 2016.
Ministro de Desarrollo Rural y Tierras.
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