Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
La
semana pasada surgió la polémica sobre el proyecto de Ley 218/17 de creación de empresas sociales. Se creó una
breve histeria mediática por los directivos de la Confederación de Empresarios
Privados, que cuentan entre sus afiliados a los dueños de medios de prensa,
radio y televisión.
Resulta
más interesante el poco tratamiento mediático que recibe en estos días la
propuesta de Ley de Empresas Sociales luego de que fuera detenida en el Senado
la pasada semana. Tal parece que luego de que los empresarios pusieran el grito
en el cielo, todo hubiera pasado a segundo plano. Curiosidades de los medios y
su agenda noticiosa.
En fin,
el origen del proyecto de ley se remonta al D.S. 1754 de 7 de octubre del año
2013. Este decreto fue propuesto originalmente por el sector fabril con el
objeto de dar una solución a los abandonos de empresas por parte de dueños que
adeudaban salarios y beneficios sociales.
Los
casos de fábricas que fueron abandonadas por sus dueños como Punto Blanco,
Polar y Cerámicas Victoria y que hoy están bajo control obrero nos demuestran
que los trabajadores sí pueden hacerse cargo de las empresas en estas
situaciones, y que las críticas de los empresarios privados resultan falaces.
En la actualidad,
los emprendimientos empresariales son muy diversos debido al amplio uso de la
tecnología y la rapidez con que van evolucionando los bienes y servicios
destinados al mercado. La tendencia hacia la concentración y centralización del
capital prevista por Marx es más cruda cada día: las empresas son compradas,
vendidas, transformadas y relanzadas a una frecuencia mayor.
El
ciclo de vida de una empresa (nacer, crecer y morir al igual que cualquier
persona) es muy corto si no existe una visión más amplia de lo que significa
hacer empresa. Lo importante en esta dinámica, al igual que con la población,
es que se las empresas que se abren sean más que las que se cierran. Este dato puede
verse reflejado en el anterior gráfico, que muestra claramente que las nuevas
inscripciones en el Registro de Comercio son, de lejos, más que los cierres de
empresas.
Frecuentemente
se dice que los aumentos salariales provocarán cierres de empresas, cuando el
cierre de una empresa es algo tan normal como el nacimiento de una nueva. Las
estadísticas del Registro de Comercio de FUNDEMPRESA reflejan que la base
empresarial (total de empresas existentes en el país) se ha incrementado entre
enero de 2016 y enero de 2017, con un solo rubro que ha observado reducción en
la cantidad de empresas.
Si bien
los empresarios afrontan dificultades desde que el capitalismo es tal, en nuestro
tiempo la actitud del empresario es cada vez más rapaz ante las vicisitudes del
mercado: se opta preferentemente por vías deshonestas (uso de información
privilegiada, artimañas legales y/o financieras, contabilidad creativa) para superar
los malos tiempos. Estas actitudes han originado los colapsos financieros de la
burbuja de las “punto com” y la burbuja subprime a principios de siglo, hasta
aterrizar en nuestro país con la quiebra fraudulenta de empresas, y el desvío
de utilidades hacia los llamados paraísos fiscales.
El
empresario de hoy no es ese héroe moderno al estilo de Ayn Rand en “La Rebelión
de Atlas”, capaz de sostener al mundo sobre sus hombros. La cualidad
empresarial de hoy se refiere más a contactos influyentes y capacidad para
engañar al sistema, que a la capacidad de innovar y producir más
eficientemente.
El
proyecto de ley de empresas sociales, sin embargo, está limitado por su propio
origen. Al ser una norma pensada por el sector fabril para mantener sus fuentes
laborales ante el abandono del empresario, deja sin tratar un gran potencial
amparado por el artículo 54 de la Constitución Política del Estado: la figura
de la empresa comunitaria.
El
concepto mismo de empresa comunitaria resulta aún más profundo que el de la
empresa social bajo control obrero, debido a que va más allá del sector
industrial. Una empresa comunitaria puede bien ser constituida por las
comunidades indígena originario campesinas, por artesanos del campo y la
ciudad, por comerciantes o por cualquier grupo de pequeños propietarios que
deseen constituir una empresa, administrarla de común acuerdo y producir bienes
o prestar servicios.
La
empresa social/comunitaria no es un concepto tan delirante como los empresarios
privados pretenden hacernos creer. Las experiencias alternativas a la clásica
empresa privada datan desde 1828 con el cooperativismo de Robert Owen en el
Reino Unido. Owen propugnaba que podía construirse una alternativa más justa al
capitalismo: desde su perspectiva los obreros debían unirse para crear una
nueva realidad basada en cooperativas que fuesen más rentables que las
industrias.
EL
modelo cooperativo ha llegado a ser exitoso en nuestro país al punto de ser
reconocido en la Constitución Política del Estado como parte del modelo de
economía plural. En nuestra época, están surgiendo más alternativas a la
clásica empresa privada como son las iniciativas de software libre
desarrolladas por “comunidades online” de programadores y desarrolladores de
cualquier parte del mundo.
Las
licencias de código abierto permiten a cualquier usuario de software en el
mundo introducir mejoras en un programa, para después compartirlo con los
desarrolladores y nuevos usuarios, permitiendo la mejora continua del software
y además poniendo el conocimiento individual al servicio del interés común.
Experiencias similares atraviesan los “izquierdos de autor” o “copyleft” en
cuanto a propiedad intelectual.
Las
alternativas a la clásica empresa privada sustentadora del capitalismo son, por
lo tanto, temas que tienen por lo menos un siglo y medio de antigüedad, y que
hoy por hoy están avanzando velozmente al ritmo en que se difunden las nuevas
tecnologías. La empresa comunitaria se constituye en este contexto en un
instrumento alternativo generado a partir de la realidad boliviana y en base al
modo de organización presente en el concepto de comunidad, que es cimiento de
la bolivianidad.
Dejo
pendiente para otros artículos (y por qué no, otros autores) la discusión
acerca de las características teóricas y prácticas de la empresa comunitaria,
pero la necesidad de su implementación en nuestra realidad es un hecho
indiscutible para profundizar el modelo económico actual.
y Twitter: @escuelanfp
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios