Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Víctor Pérez Galdós
No sólo a
través de discursos o en las visitas que solía realizar con frecuencia a
centros de producción, sino sobre todo con la fuerza que emanaba de su ejemplo
el Comandante Ernesto Che Guevara puso de manifiesto la significativa
importancia que le concedió al trabajo y la labor de los trabajadores.
El Che
planteó que era necesario que los trabajadores comprendieran a cabalidad sus
tareas como verdaderos creadores de la riqueza del país y también señaló que
resultaba importante que estuvieran conscientes que eran los dueños de la
producción y, por tanto, laboraban para beneficio de ellos y de toda la
sociedad en su conjunto.
Precisamente
el Che señaló que la construcción de la sociedad socialista, y su desarrollo,
estaba basada en el trabajo de las masas, y en relación con ello aseguró que
“nuestra tarea tiene dos caras, la de la heroicidad pura y la del sacrificio en
el trabajo de cada día.”
Como se
puede apreciar para el Che constituía algo muy relevante no sólo la realización
de determinadas hazañas ante la defensa del país, sino también era decisiva la
batalla cotidiana que tenía que llevarse a cabo, en forma constante, en lo que
respecta al mantenimiento y elevación de la producción y la productividad.
Sobre el
papel de los trabajadores en el desarrollo de la nación se refirió en varias
intervenciones.
Ya desde
el 14 de junio de 1960, en un discurso pronunciado ante un grupo de
trabajadores, señaló que una Revolución como la cubana, hecha por voluntad del
pueblo y para el pueblo no podía avanzar si no contaba con el apoyo del pueblo.
Resaltó
que era necesario que en cada momento de sacrificio se supiera el por qué de
dicho sacrificio y alertó que el camino del bienestar colectivo no resultaba
fácil, más bien era un camino sumamente difícil.
El 28 de
marzo de 1961 al intervenir en Santa Clara en el Primer Encuentro Nacional
azucarero el Che tras detallar que para enfrentar cabalmente las acciones del
imperialismo norteamericano constituía una necesidad aumentar la conciencia
revolucionaria del pueblo, garantizar su unidad y además de poner los fusiles
por delante ante cualquier intento de agresión, era imprescindible que había
que poner “todos los días el hombro en el trabajo, mejorando las formas de
organización y produciendo más.”
En ese año
1961, al hablar en la inauguración de la planta de sulfometales en Santa Lucía,
provincia de Pinar del Río, hizo un llamado a sus trabajadores a mantener una
actitud de vanguardia y acerca de ello, resaltó: “Nosotros, revolucionarios,
debemos dar en cada momento de nuestra vida todo lo que sea posible en
beneficio del trabajo fecundo, en beneficio de la revolución que avanza, en
beneficio del pueblo, que es todo uno que está al lado nuestro, que está
luchando con nosotros hacia el porvenir.”
Varios
meses después en la inauguración de otro centro industrial, en este caso la
fábrica de galletas “Albert Kunts, en La Habana, el Che manifestó que muy
importante era luchar porque la calidad de productos fuese de las mejores. Y
con respecto a esto detalló: “Nosotros debemos pensar cada día que trabajamos
aquí, que estamos produciendo para que consuma nuestro pueblo, que es como
decir: nuestros hermanos, nuestros padres ó nuestros hijos, todo el pueblo de
Cuba. Por lo tanto la lucha por la calidad del producto es una lucha
revolucionaria y de vanguardia.”
El Che
también aprovechó su participación en asambleas y otros encuentros con
trabajadores para exponer otras consideraciones en lo referido a la nueva
actitud que debía asumirse ante el trabajo y el cumplimiento del deber social.
Por
ejemplo al intervenir el 6 de enero de 1962 en la asamblea general de los
trabajadores portuarios celebrada en el Espigón número uno “Margarito
Iglesias”, en La Habana, expresó que la tarea de la producción y de la
construcción del país requería del esfuerzo de todos y se refirió a la
necesidad de luchar contra el mal del ausentismo en los centros de producción.
Y también
le planteó a los trabajadores: “Eso es lo que nosotros tenemos que lograr,
compañeros: la conciencia de nuestros deberes, el olvidarnos un poco de
nosotros mismos, olvidarnos de nuestro pequeño círculo, y trabajar y rendir más
por todos los que esperan de nosotros.”
En otra
de sus intervenciones, en este caso al hablar en el acto de homenaje a los
técnicos y obreros más destacados en el primer trimestre de 1962, realizado en
el hotel Habana Libre, el 30 de abril de ese año, el Che resaltó que la clase
obrera tenía la misión fundamental de dirigir la construcción del socialismo y
desarrollar las posibilidades del país.
Y al dar
respuesta a las interrogantes que planteó acerca de cuál era el deber de la
clase obrera y a través de qué expresión se va a crear el Estado socialista, el
Che señaló: “Está claro que a través del trabajo. Está claro que el trabajo va
a ser lo que cree las riquezas a nuestro Estado, y lo que le dé nuevas
características para ir cambiando su aspecto actual. El trabajo, entonces, debe
ser la señal del revolucionario. Y el trabajo debe ser tomado por todos como el
deber fundamental.”
Para el Che
la clase trabajadora es la que hace la historia día a día mediante el trabajo y
la lucha cotidiana.
Concibió
al trabajo como una necesidad moral y dijo que debía ser algo al cual se vaya
cada mañana, cada tarde o cada noche con entusiasmo e interés renovado.
Precisamente
en un discurso pronunciado el 21 de agosto de 1962, en el acto de homenaje a
trabajadores destacados, igualmente expresó: “Tenemos que aprender a sacar del
trabajo lo que tiene de interesante o lo que tiene de creador, a conocer el más
mínimo secreto de la máquina o del proceso en el que nos toca trabajar.”
Según
detalló el Che en otro de sus discursos, exactamente el 11 de enero de 1964, la
actitud de un revolucionario frente a la vida es mostrar con el ejemplo el
camino que hay que seguir, es llegar a las masas con el propio ejemplo,
cualesquiera que sean las dificultades del camino por vencer.
Y él
llamó a los trabajadores de vanguardia a contagiar a todos los que estaban a su
alrededor a hacer que imperase el espíritu de ir hacia delante y vencer todos
los obstáculos.
Consecuente
con lo que fuera capaz de proclamar actuó el Che como activo constructor de la
sociedad socialista en Cuba.
Fue un
infatigable trabajador no sólo cumpliendo a cabalidad las responsabilidades que
le fueron encomendadas sino también al realizar diversas jornadas voluntarias
en la construcción, en áreas cañeras, en zonas portuarias y en centros
industriales.
Y un
ejemplo elocuente de ello es que tanto el Che como otros de los principales
dirigentes del Ministerio de Industrias recibieron en unión de un grupo de
trabajadores, el certificado de trabajo comunista por haber laborado durante el
primer semestre de 1964 un total de 240 horas de trabajo voluntario como mínimo
en el citado período.
En esa
oportunidad al hablar en el acto efectuado en La Habana el 15 de agosto de
1964, el Che destacó la trascendencia que tenía esa nueva actitud ante el
trabajo que se ponía de manifiesto en el seno de la sociedad cubana Y en ese
instante significativo de la Revolución Cubana, también patentizó algo que a
través del tiempo ha tenido plena vigencia y significación, puesto que él
resaltó que todavía los días difíciles no habían pasado, ni en el terreno de la
economía, ni en lo que respecta al peligro de otras agresiones militares. E
igualmente aseveró con particular relevancia: “Son días verdaderamente
difíciles, pero dignos de ser vividos.”
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