Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Katherine Castrillo
El 5 de agosto de 1999, Hugo
Chávez lideró la primera sesión de la Asamblea Nacional Constituyente, en una
Venezuela que, dijo, “se levantaba sobre sus cenizas”. El llamado a una
Asamblea Nacional Constituyente entonces se dio bajo la premisa de “una verdadera
emergencia nacional”, y se activó para evaluar y reimpulsar todos los poderes
constituidos y las instituciones “dispersas, maniatadas, sin vida propia”, como
la Fiscalía y el Ministerio Público, crear una República democrática y libre,
soberana y contra toda injerencia de poderes extranjeros, económicos y
políticos.
Chávez dio el salto, aquella
evaluación, las propuestas, la invención de modelos económicos propios, la
instalación del bolivarianismo y la idea robinsoniana como hegemonía contra el
dogma neoliberal, se daría por primera vez de mano del pueblo: “La vuelta al
pueblo es el único combustible de la máquina de la historia”, dijo.
¿Qué significó? La activación
de todos los mecanismos democráticos fundamentales: dar la discusión en
asambleas populares, en los barrios, en el campo, en las fábricas. El pueblo
ante la posibilidad de iniciativas de leyes, consultas populares, “un
instrumento de construcción, de protagonismo y de democracia verdadera, de
participación efectiva, vital para construir un país, un rumbo, un proyecto”.
Casi dieciocho años después,
el presidente Nicolás Maduro vuelve a hacer el mismo llamado, después de
dieciséis semanas en las que insistió en llamar a la oposición a un espacio de
diálogo. Dieciséis semanas en las que los líderes de la Mesa de la Unidad
Democrática (MUD) se negaron o dejaron el debate a la mitad, y desde finales
del mes de abril convocaron a protestas que dejaron como resultado el ataque a
un hospital materno infantil, incendios de unidades de transporte público,
ataques a urbanismos de la Gran Misión Vivienda Venezuela, y casi una treintena
de personas asesinadas por grupos desconocidos mientras culpaban a
organizaciones chavistas, creando una matriz mediática de que el Gobierno está
masacrando a opositores pacíficos.
El 1 de mayo del 2017 la
historia de Venezuela da un nuevo giro: la convocatoria a la conformación de la
Asamblea Nacional Constituyente (contemplada en el artículo 347 de la
Constitución) de parte del propio presidente Nicolás Maduro. La Constituyente
como figura que da poder al pueblo para “transformar el Estado, crear un nuevo
ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”.
“¡Hoy, 1 de mayo, anuncio que
en mis atribuciones presidenciales como Jefe de Estado convoco al poder
constituyente originario para que la clase obrera y el pueblo en un proceso
nacional constituyente convoque a una Asamblea Nacional Constituyente (…)
¿Quieren diálogo? Poder Constituyente, ¿quieren paz? Poder Constituyente,
¿quieren elecciones? Poder Constituyente”. Un poder profundamente obrero,
comunal, misionero, campesino, feminista, de la juventud, de los estudiantes,
indígena, y sin partidos políticos, sin élites. Así lo caracterizó el
Presidente.
Maduro recoge la esencia del
proceso Constituyente de 1999: crear, como la llamó Chávez, una “Asamblea
originaria” que permita “recoger la expresión del momento nacional”, uno de los
momentos de coyuntura más difíciles que ha atravesado el país desde que se
inició la construcción de un modelo emancipatorio y de protagonismo popular.
Entre las primeras propuestas
que ya fueron anunciadas por el presidente Maduro, está dar carácter
constitucional a las misiones y grandes misiones sociales que han garantizado,
por ejemplo, acceso a la vivienda (Gran Misión Vivienda Venezuela), la
transformación y dignificación integral del hábitat en los barrios (Misión
Barrio Nuevo, Barrio Tricolor), atención médica pública y primaria en las zonas
populares (Misión Barrio Adentro Salud), acceso a productos alimenticios a
bajos costos, especialmente para la población de escasos recursos económicos
(Misión Alimentación), para evitar las tentativas de su eliminación a través de
la actual Asamblea Nacional, constituida por mayoría opositora. También está la
propuesta de crear un capítulo que resguarde a la juventud contra la
privatización de su derecho al trabajo, la vivienda, la educación, la cultura,
la tecnología.
Una Asamblea originaria, sí,
para conducir un nuevo proceso de transición, para llevar adelante la inmensa
tarea de profundizar el protagonismo de las bases en la construcción del Estado
Comunal, para dar la batuta a la fuerza obrera para el empoderamiento de las
fábricas, para asumir este como el instante significativo para dar más y
mejores alternativas ante el modelo rentista petrolero y lograr la estabilidad
política y económica. “Para ganar la paz, para vencer el Golpe de Estado”.
Se elegirán quinientos
constituyentes: 250 vendrán propuestos por la base obrera, misiones y
movimientos sociales, y los otros 250 serán electos a través de voto directo y
secreto.
Mientras la oposición sigue
acusando que Venezuela vive una dictadura, y más llamados opositores que
terminan en movilizaciones vandálicas y violentas, de este lado se siguen
activando espacios de demostración del protagonismo del poder popular.
Como dijo Chávez en el 1999, parafraseando
a Shakespeare, tras ser acusado de tirano mientras convocaba a la Asamblea
Constituyente Nacional: “Sopla viento fuerte, sopla tempestad, que tengo
Asamblea para maniobrarte”.
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