Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Eliana
Quiroz
Glenn
Greenwald, el abogado y periodista que en 2013 publicó las denuncias de Edward
Snowden sobre la vigilancia masiva de civiles e incluso de mandatarios de
Estado colegas por parte del Gobierno de EEUU, dice haber encontrado una forma
para demostrar que la privacidad importa y responder a la frase “realmente no
me preocupa la invasión de la privacidad porque no tengo nada que esconder”,
que es común escuchar cuando se habla de la privacidad de datos personales.
Cuenta
Greenwald que saca un bolígrafo y escribe: “Aquí está mi dirección de correo
electrónico. Lo que quiero que hagas cuando llegues a casa es que me mandes por
correo las contraseñas de todas tus cuentas de correo, no solo las formales,
sino todas ellas, porque quiero leer lo que quiera y publicar lo que encuentre
interesante. Después de todo, no eres una mala persona, si no estás haciendo
nada incorrecto, no tendrás nada que esconder”. Y concluye: “Ni una sola
persona ha aceptado mi oferta”. La privacidad sí importa y por eso es un
derecho humano consagrado, pero ¿por qué algunos le otorgamos tan baja
importancia a veces? Quiero ensayar algunas respuestas.
Es
probable que se deba a que no sabemos exactamente qué información se espía;
creemos que es solo el nombre, la edad, sexo y correo electrónico. Creemos que
no son datos muy delicados. En realidad, la información más valiosa es acerca
de gustos y estilos de vida; es decir, qué lugares se frecuenta, con quiénes se
va a esos lugares, qué se busca y compra, a qué causas uno se afilia, dónde vive,
si tiene hijos, a qué colegio van los hijos, con quién se contacta, con qué
frecuencia, a qué hora, etc. Toda esa y otra información está grabada y la
generamos cada uno de nosotros con nuestros celulares y computadoras. Y toda
esa información es espiada.
También
es probable que se deba a la creencia de que es un trabajo realizado por
computadoras; es decir, ningún ente bueno o malo, sino neutro como las
computadoras. Pero se olvida que las computadoras no funcionan solas, sino que
responden a intereses de mercado y políticos que pueden privilegiar sus
intereses antes que a los intereses ciudadanos. Pero también puede deberse a un
rasgo muy humano: sentirse halagado de ser observado. En su fuero interno una
persona siente que es importante, es un masaje al ego entender que uno está
siendo observado. ¡Tan faltos de atención los seres humanos!
Estas
creencias y los cambios en el estándar de lo público y lo privado que sucede
cotidianamente en las redes sociales hacen que la privacidad no sea un tema
aparentemente sensible, y es solo cuando se da un giro a este asunto, como el
que le da Greenwald, cuando se despierta la susceptibilidad y el cuidado.
Ciberactivista
y burócrata. blog: www.internetalaboliviana. word-press.com
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