Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Reymi
Ferreira
Aún
recuerdo el fatídico 17 de julio de 1980, cuando un tanque bajaba por la calle
Junín para dirigirse al campus universitario de la UAGRM en Santa Cruz. También
recuerdo las transmisiones de radio que informaban el asalto a las oficinas de
la Central Obrera Boliviana (COB) y anunciaban la instalación de una junta
militar encabezada por Luis García Meza, personaje atrabiliario y brabucón de
rostro embrutecido. Se imponía así el último golpe de Estado en Bolivia.
El
primer decreto de la dictadura declaraba “objetivo militar” a quien circulara
después de las 18.00 horas hasta las seis de la mañana. También se prohibían
las organizaciones políticas y sindicales, y se dejaban en suspenso las
garantías constitucionales. Solo en el primer día del golpe fueron asesinadas
decenas de personas, entre ellas Marcelo Quiroga Santa Cruz y los dirigentes
sindicales Carlos Flores y Gualberto Vega. Los centros mineros resistieron dos
semanas, pero finalmente fueron brutalmente asaltados, luego de varios
bombardeos aéreos.
Se
impuso el asesinato, la tortura, los campos de concentración, la censura total
a la prensa y una feroz represión contra cualquier intento de resistencia; como
la del 15 de enero de 1981, cuando fueron asesinados a mansalva los miembros de
la dirección nacional del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
En
Santa Cruz, el panfleteo o prendido de afiches contra la dictadura era
considerado un atentado contra la seguridad del Estado, y se castigaba en el
mejor de los casos, si se era menor de edad, con la detención por algunos días
y severas palizas; en otros, podía llevar al “terrorista” a un campo de
concentración o a la desaparición, como ocurrió con un compañero del que nunca
más supimos. Los asilados en las embajadas pasaron de la centena y los exiliados
fueron más de 1.000. La lógica represiva fue muy parecida a la del exdictador
Hugo Banzer Suárez; la misma crueldad y saña se repitieron sistemáticamente,
encabezadas por los paramilitares.
Ha
fallecido Luis García Meza, conductor de esa orgía de sangre y represión, y su
muerte nos trae a la memoria aquellos días en los que había que “andar con el
testamento bajo el brazo”, como lo anunció Luis Arce Gómez, ministro de la
dictadura.
Para
variar, algunos en la oposición pretenden sacar rédito de la muerte de este
criminal, y no ha faltado algún majadero que quiera comparar la sanguinaria
dictadura garcíamezista con el actual Gobierno. Definitivamente quienes afirman
semejante despropósito no tienen la supina idea de lo que es una dictadura.
Otra
afrenta a la memoria de las víctimas de aquel gobierno de facto es el pedido de
“honores militares” para el exdictador manifestado por algunas voces. Estos
pedidos fuera de lugar ignoran el daño que hizo al país un régimen que se
sustentó en el narcotráfico y el terror. Pero no debe sorprendernos nada ya,
muchos de los actuales “demócratas” fueron partidarios de Banzer, quien gracias
a la frágil memoria incluso llegó a ser presidente con el 22% de los votos en
1997, vía cuoteo parlamentario.
Justamente
la falta de memoria es la que hoy permite que se ignore el verdadero sentido de
una dictadura y se manipule el uso de esta palabra. Lo único de lamentar con la
muerte de García Meza es que se lleva a la tumba el lugar donde se encuentran
los restos de Marcelo Quiroga Santa Cruz.
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