Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Jaime
Iturri Salmón
Ahí
estábamos, María René, quien dirigía ATB; Ernesto Monasterio, de Unitel; Juan
Carlos Rocha, de La Razón, y otros directores de medios. El arriba firmante iba
en representación del Extra. Era el mediodía del jueves o viernes anterior a la
masacre. La matanza fue el domingo. Pero ahora estábamos en el almuerzo
convocado por el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
El
por entonces Primer Mandatario nos comunicó que había decidido ir a la guerra,
y que en el altiplano boliviano operaba el grupo guerrillero Sendero Luminoso,
aliado del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
Fui
de los pocos que repliqué que, primero, era imposible una alianza entre
maoístas y guevaristas en Perú, pero no abundé mucho en eso. Sin embargo,
remarqué que lo malo de la guerra es que se va con la seguridad de ganar, pero
que frecuentemente ambos pierden porque hay muertos en los dos lados. Goni me
dijo que lo deseable era que no hubiera muertos, pero que la determinación estaba
tomada. Sesenta y ocho fallecidos después y centenares de heridos… aún recuerdo
la mirada del expresidente y su decisión de ir a la guerra.
Horas
después, alguien me contó que las autoridades de gobierno habían hecho
escenarios y que creían que con 1.000 residenciados y 200 muertos terminarían
su mandato tranquilos. Le dije al entonces presidente que Bolivia no iba a
aguantar ni 100 difuntos, pues el límite para los nuestros era la muerte, y que
por eso mismo Sendero Luminoso nunca había podido pasar la frontera aymara.
Ese
domingo me tocaba turno en el Extra y era el único ejecutivo en el canal, pues
nuestras oficinas estaban ahí, por eso me pasaron varias llamadas.
Todas
ellas eran de gente que llorando me decían que les estaban disparando, que los
estaban matando en El Alto. Me comuniqué con la directora general del canal,
Lola Álvarez, e hicimos un programa a la noche con Andrés Rojas en el que
entrevistamos a uno de los ministros del Gobierno. La gente llamó para
quejarse, para denunciar, para pedir que por favor, por clemencia, no los
mataran.
Al
día siguiente tenía que leer el informativo de la mañana. Llegué a las 06.00.
Teníamos que salir al aire a las 06.30 pero costó arrancar, el resto del
personal llegó al filo de la hora porque sus barrios habían amanecido
bloqueados. Ese mismo día Carlos Mesa se alejó del Gobierno. El resto de la
historia es conocida.
Hoy
se juzga a Goni y a Carlos Sánchez Berzaín sobre si hubo o no orden de matar. Y
claro que la hubo. A nosotros nos lo confesaron cuando dijeron que habían
decidido ir a la guerra. Solo que esta vez ganaron los que no tenían armas.
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